"Hoy parece que el principal problema es la producción de armas. Todavía hay mucha hambre en el mundo y seguimos fabricando armas. Es difícil volver de esta catástrofe. ¡Y no hablemos de las armas atómicas! Sigo creyendo en una labor de persuasión. Los cristianos debemos rezar mucho: '¡Señor, ten piedad de nosotros!'", añadió.
Sobre cómo se prepara la Iglesia para el 2025, año en que se celebrará el 1700º aniversario del Primer Concilio de Nicea, el Papa recordó al recientemente fallecido Ioannis Zizioulas, Metropolitano de Pérgamo, que a la pregunta de cuándo habrá unidad en la Iglesia, contestaba: '¡Al final de los tiempos!'.
"Estamos preparando un encuentro para 2025. Con el Patriarca Bartolomé queremos llegar a un acuerdo sobre la fecha de la Pascua, que justo en ese año coincide. A ver si nos ponemos de acuerdo para el futuro. Y queremos celebrar este Consejo como hermanos. Nos estamos preparando para ello. Piensen que Bartolomé fue el primer Patriarca que acudió a la inauguración del ministerio de un Papa, ¡después de tantos siglos!", enfatizó.
El Papa Francisco se reunió con 82 jesuitas que trabajan en el país, encabezados por el provincial Rigobert Kyungu.
Los presentes le preguntaron qué le impulsó a aceptar el papado... al haber jurado como jesuita profeso no buscar puestos de autoridad en la Iglesia. "Cuando hice ese voto, me lo tomé en serio. Cuando me propusieron ser obispo auxiliar de San Miguel, no acepté. Luego me pidieron que fuera obispo de una zona del norte de Argentina, en la provincia de Corrientes. El Nuncio, para animarme a aceptar, me dijo que allí había ruinas del pasado jesuita. Le contesté que no quería ser guardián de las ruinas y me negué. Rechacé estas dos peticiones debido al voto que hice", aseguró.
"La tercera vez vino el nuncio, pero ya con la autorización firmada por el superior general, el padre Kolvenbach, que había accedido a que yo aceptara. Era para ser auxiliar en Buenos Aires. Así que acepté con espíritu de obediencia. Luego me nombraron arzobispo coadjutor de mi ciudad, y en 2001 cardenal. En el último cónclave vine con una pequeña valija, para volver inmediatamente a la diócesis, pero tuve que quedarme. Creo en la singularidad jesuita de este voto, e hice todo lo posible para no aceptar el episcopado", expresó.
Una posible renuncia
Sobre una posible renuncia, el Papa dio algunas claves. "Es verdad que escribí mi dimisión dos meses después de las elecciones y entregué esta carta al cardenal Bertone. No sé dónde está la carta. Lo hice por si tengo algún problema de salud que me impida ejercer mi ministerio y no soy plenamente consciente para dimitir", señaló.
"Esto no significa para nada que la renuncia de los Papas deba convertirse en algo así como una 'moda', algo normal. Benedicto tuvo el valor de hacerlo porque no quería seguir adelante a causa de su salud. Esto no está en mi agenda por el momento. Creo que el ministerio del Papa es ad vitam. No veo ninguna razón para que no sea así. Piensen que el ministerio de los grandes patriarcas es siempre vitalicio. Y la tradición histórica es importante. Si, por el contrario, le hiciéramos caso a los 'chismes', ¡entonces deberíamos cambiar de Papa cada seis meses!, comentó.
En este sentido, sobre si el cargo de General de los jesuitas debe ser vitalicio, el Papa estuvo a favor. "Sí, en esto soy 'conservador'. Debe ser para toda la vida. Pero, obviamente, surge la misma pregunta que concierne al Papa. El padre Kolvenbach y el padre Nicolás, los últimos dos generales anteriores, lo dejaron por motivos de salud. Me parece importante recordar, además, que una de las razones por las que el generalato en la Compañía es de por vida es para evitar cálculos electorales, las facciones, los chismes…", afirmó.