Dios no se asusta del pecador, pero los ideologizados huyen de Él o buscan usarlo: el caso de Jonás
El Papa Francisco ha celebrado misa matinal este martes, segundo día del Sínodo del Amazonas, acompañado de algunos residentes en la casa Santa Marta, en la capilla del edificio, como acostumbra cuando está en Roma.
A partir de la historia del profeta Jonás, habló de cómo Dios está dispuesto a sanar y a perdonar a todos, pero, por desgracia, algunos hombres como Jonás intentan huir de su bondad o dificultar sus planes de perdón o tratan de manipular a Dios para sus fines ideológicos. Así, estos hombres ideologizados, pueden obstaculizar el fluir de su perdón y salvación.
Jonás huía en barco hacia Tarsis para no cumplir la misión que Dios le encargó, de profetizar en Nínive. Dios suscitó una tormenta y una ballena tragó a Jonás durante tres días y tres noches. "Y Jesús toma esta figura de Jonás en el vientre del cetáceo durante tres días como imagen de su propia Resurrección”, recordó el Papa Francisco.
Después, Dios explica que piensa perdonar a los habitantes de Nínive porque se han arrepentido. "El testarudo Jonás, porque esta es la historia de un testarudo, el testarudo Jonás hizo bien su trabajo – comentó Francisco – y luego se fue. Mañana veremos cómo termina la historia y así es como Jonás se enoja con el Señor porque es demasiado misericordioso y porque hace lo contrario de lo que amenazó con hacer por boca del mismo Profeta.
Jonás reprocha al Señor: "Señor, ¿no era eso lo que decía cuando estaba en mi país? Por este motivo me apresuré a huir a Tarsis, porque sé que eres un Dios misericordioso y piadoso, lento a la ira, de gran amor y que te arrepientes del mal amenazado. Quítame la vida: ya no quiero trabajar más contigo, porque es mejor para mí morir que vivir". Es mejor morir que continuar este trabajo como Profeta contigo, que al final haces lo contrario de lo que tú me enviaste a hacer.
Jonás, enfadado porque Dios es misericordioso
Jonás sale de la ciudad, construye una cabaña y desde allí espera a ver qué hará el Señor. Jonás esperaba que Dios destruyera la ciudad. Entonces el Señor le hace crecer una planta de ricino cerca de él para que le haga sombra. Pero pronto hace que esa planta se seque y muera. Jonás está de nuevo indignado con Dios por aquella planta. Tú tienes piedad por una planta – le dice el Señor – por la cual no has hecho ningún esfuerzo, ¿y yo no debería tener piedad por una gran ciudad como Nínive? Este, entre el Señor y Jonás, es un diálogo apasionado, entre dos tercos, observó el Papa.
Jonás, testarudo con sus convicciones de fe y el Señor testarudo en su misericordia: nunca nos abandona, llama a la puerta del corazón hasta el final, está allí. Jonás, obstinado porque él concebía la fe con condiciones; Jonás es el modelo de esos cristianos "con la condición de que", cristianos con condiciones. “Soy cristiano, pero a condición de que las cosas se hagan así" – "No, no, estos cambios no son cristianos" – "Esto es herejía" – "Esto no va…". Cristianos que condicionan a Dios, que condicionan la fe y la acción de Dios.
Cristianos que ponen condiciones a Dios, con ideologías
Francisco subrayó que es esta "con la condición de que" la que hace que tantos cristianos "se encierren en sus propias ideas y terminen en la ideología: es el mal camino de la fe a la ideología". "Y hoy hay tantos así – continuó – y estos cristianos tienen miedo: "de crecer, de los desafíos de la vida, de los desafíos del Señor, de los desafíos de la historia", apegados a "sus convicciones, en sus primeras convicciones, en sus propias ideologías". Son los cristianos que – prosiguió Francisco – "prefieren la ideología a la fe" y se alejan de la comunidad, "tienen miedo de ponerse en manos de Dios y prefieren juzgarlo todo, pero desde la pequeñez de su propio corazón".
Y concluyó diciendo: "Las dos figuras de la Iglesia de hoy son la Iglesia de aquellos ideólogos que están de cuclillas en sus propias ideologías, allí, y la Iglesia que muestra al Señor que se acerca a todas las realidades, que no tiene repugnancia: las cosas no le dan asco al Señor, nuestros pecados no le dan asco, Él se acerca como se acercaba a acariciar a los leprosos, a los enfermos. Porque Él ha venido para sanar, Él ha venido para salvar, no para condenar".