Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Del obispo Novell al baúl de la Piquer

Xavier Novell.
Xavier Novell, aún obispo emérito de Solsona (Lérida), cargo al que renunció para convivir con una mujer.

por Ignacio Monar García

Opinión

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Comentaban en el Sálvame, ese concilio insuperable de temas teológicos, que se había muerto Concha Márquez, la hija de la Piquer. Uno de los colaboradores, tirando de memoria, recordó que "esta mujer era ultracreyente: cuando se murió su joven hija en un accidente, en el funeral la oí decir: 'Aun después de lo que me has hecho, Dios, no pienso dejar de creer en Ti'".

Expresión tan propia de Job no suele ser habitual en dicho programa. Y más allá de que resulte raro que sea considerado por estas lumbreras del alma humana como muestra de, no sólo "fe", sino "ultra-fe", es frase que me conmueve y me hace pensar.

Como también me ha hecho pensar -saltando de los límites de la televisión basura a todos los medios- el asunto del obispo Novell. Si le pude saludar brevemente hace años es lo de menos. Sus opiniones escritas y orales, irrelevantes. Verán. Lo que les planteo es algo más mollar. Espero que detrás de todo esto del obispo haya una verdadera historia de amor. Una historia, además, relacionada no con una pérdida de fe, sino con la recuperación de la misma

Historia de amor, es obvio, más allá de su enamoramiento de una mujer. Hablo de la misma historia de Dios con nosotros

Para lograr la salvación de un alma, ¿hasta dónde fue capaz de llegar Cristo? Entonces, ¿podría Dios utilizar formas tan asombrosas de escribir su 'carta de amante' para, por ejemplo, hacer rectificar la vida de alguno de nosotros si corre riesgo destruirse a sí mismo y destruir la fe de otros muchos? ¿Acaso no puede y no debe, un padre, una madre, desear la detención de un hijo con tal de que no siga sufriendo con la droga, se despierte y resucite?

Nuestras vidas, como el baúl de la Piquer, viajan hacia todas direcciones, atracan en muchos puertos, contienen cientos de vestiduras. Juzgarlas sin la perspectiva eterna, la que no conoce tiempo ni espacio, es una tentación fácil. Se trueca con frecuencia en pecado, rumor, chisme, habladuría. Se convierte pronto en Sálvame. Y "sálvame" es justamente lo que hemos de pedir. Sálvame de mí mismo, capaz de hacer mil y cien mil cosas peores de Novell. Sálvame de mi arrogancia capaz de acusar al que da la Vida de ser el que se la ha quitado a mis seres queridos. Sálvame de Sálvame, o utiliza Sálvame para que se extienda tu palabra, por más increíbles (in-creíbles, de verdad) que sean los caminos que éstas usen.

Ignacio Monar es profesor de instituto de Filosofía, laico agustino en la Fraternidad del Monasterio de la Conversión y miembro de escritores.red

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