Un canto a la vida naciente y vulnerable
por José F. Vaquero
La muerte siempre llega en mal momento. Siempre nos sorprende de modo inesperado, nos duele. Y más cuando se trata de un familiar muy querido, de un padre o una madre, de un hijo. Más duro aún es la muerte del hijo que no ha llegado al momento del alumbramiento, a eso que llamamos “nacimiento”. Tras unos meses de embarazo, a veces la vida termina, y termina antes de lo esperado. O termina a las pocas horas, a los pocos días del alumbramiento.
Es una situación dura, y con frecuencia poco conocida, lo que la endurece aún más. Y con el nivel actual de la ciencia, es un hecho que muchas veces se prevé y se conoce durante el embarazo. En estos casos, las ecografías, las distintas pruebas, preanuncian con bastante fiabilidad lo que está por suceder.
Desde hace unos meses esta realidad tiene un poco más de visibilidad jurídica en España. Los bebés nacidos sin vida, y con más de seis meses de gestación, pueden ser inscritos como tal en el Registro Civil. Y esta norma tiene carácter retroactivo durante los primeros dos años. Es decir, que se pueden registrar estos hijos, aunque hayan nacido hace unos meses o unos años.
También desde hace ya dos años, esta dura experiencia tiene su hueco en los servicios ofrecidos por una funeraria, En Vela. Este proyecto surge para acompañar a los padres cuando su hijo nace sin vida, o cuando fallece a las pocas horas o pocos días. En muchas ocasiones ya se conoce durante el embarazo que el bebé vivirá pocas horas, o pocos días, y hay padres amantes de la vida, y respetuosos de este don, que quieren vivir en plenitud y con generosidad esta singular paternidad. Es duro, cierto, pero escuchar algunos testimonios te esponja el alma de admiración y amor por la vida.
Es el caso, por ejemplo, de Estefanía, madre joven, quien cuenta cómo recibió un diagnóstico demoledor a las 10 semanas de embarazo: el feto no llegará a término, y si vive, lo hará pocas horas. Un dolor que crees que no vas a soportar, según cuenta ella misma. Pero a la vez te convences de que “la vida no te pertenece”. “Seis maravillosos meses dentro de mi vientre”. “He disfrutado de mi embarazo”. Son frases que conmueven, más cuando la escuchas de alguien que constata, médico a médico y prueba a prueba, que el diagnóstico es demoledor. "Lo velamos en casa", recuerda Estefanía, "en el sofá donde le hubiera dado el pecho, en nuestra cama, en nuestro hogar".
Confiesa que no habla desde la fe, un don que de momento no ha recibido. Habla desde el amor a la vida. Ahí hicieron familia, se entregaron a su hijo, incluso con una donación mayor que la generosidad de muchas madres para con sus hijos. Han disfrutado cada momento, confiesa uno de los miembros de En Vela. Han vivido intensamente, llenos de cariño, de mimo, incluso dentro de la dureza de la situación.
Toda vida es digna, más allá de sus posibilidades y capacidades. En Vela sabe acompañar a estos matrimonios, escucharles, amarles, y también (¿por qué no?) admirarles y felicitarles.
Otros artículos del autor
- El misterio del bien y el mal, siempre presente
- Médicos humanos, para niños y mayores
- Buceando en el matrimonio, un iceberg con mucho fondo
- La fecundidad social del matrimonio
- Cuarenta años de la reproducción «in vitro» en España
- Una bola de nieve llamada Belén de la Cruz
- Hakuna, la Carta a Diogneto del siglo XXI
- El drama de los «likes»: ¿qué diría Juan Pablo II?
- Procesiones y profesiones
- ¿Qué pasa con la natalidad?