Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Frente a la ideología de género (y II)


Precisamente teniendo en la más alta estima a la mujer y al varón, por sí mismos, en la igualdad de su dignidad y de sus derechos como personas diferenciadas, es por lo que no puedo aceptar esta ideología sin traicionar a la mujer o al varón.

por Cardenal Antonio Cañizares

Opinión

La ideología de género, excluyendo en su base toda referencia a la dimensión trascendente del hombre y de la sociedad, excluyendo a Dios, creador del hombre conforme a su imagen y semejanza –«hombre y mujer los creó»– y que ama a cada hombre por sí mismo como Él lo creó, comporta una dimensión o visión laicista de la vida que trata de imponerse normativamente a todos, en la que no caben ni Dios, ni verdad del hombre, ni verdad de la familia, ni verdad alguna. El relativismo radical es otro de los soportes en que se asienta, y el asentamiento en la mentira es su compañero inevitable. Y como nos dice el Papa Francisco, «no caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos criaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don.

Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 56). Es lo que el Papa Francisco, en total continuidad con los anteriores Papas y coherente con su propio pensamiento inalterado viene manteniendo, de manera muy clara y determinante, por ejemplo en su gran encíclica, verdaderamente «revolucionaria», Laudato Sí, en la que pide promover una «ecología integral», con la que es incompatible absolutamente la ideología de género. De esta ideología de género destructiva de la familia –por tanto del hombre– afirmó que se pretende imponer como una verdadera «colonización ideológica de las conciencias»; y decir «colonización» es apuntar a épocas pasadas superadas en las que las colonizaciones eran verdaderas imposiciones, esclavitudes, privaciones de derechos.

Cito a este respecto, una vez más, textualmente al Papa Francisco, dirigiéndose, a finales de julio del pasado año 2016, a los obispos de Polonia: «En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de éstas –lo digo claramente con nombre y apellido– ¡es la ideología de género! Hoy a los niños –¡a los niños!– en la escuela se les enseña esto: que el sexo cada uno lo puede elegir… Son las colonizaciones ideológicas sostenidas también por países muy influyentes. Esto es terrible» (Papa Francisco). Y terrible que estas leyes de género hijas de la ideología de género están siendo impuestas por los motores del Nuevo Orden Mundial, que, a su vez, mueven organismos de la ONU o de la Comunidad Europea. Y en el vuelo de regreso de Azerbayán a Roma, señaló además que «las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona tiene esta condición homosexual, lesbiana o transexual, llega hasta Jesús, Jesús no le dirá seguramente ‘‘vete’’ porque eres homosexual. No. Lo que yo he dicho es esa maldad que se hace en el adoctrinamiento de la ideología de género» (Papa Francisco). Consecuentemente, lo que dice el Papa es que adoctrinar a los niños en esa ideología es una maldad, algo malo.

Y que conste que no aceptar la ideología de género nada tiene que ver con la igualdad de la dignidad de la mujer y del varón; que no se confunda, como se hace con frecuencia, «ideología de género» con «igualdad de género» precisamente teniendo en la más alta estima a la mujer y al varón, por sí mismos, en la igualdad de su dignidad y de sus derechos como personas diferenciadas, es por lo que no puedo aceptar esta ideología sin traicionar a la mujer o al varón. Con esta ideología «corremos el riesgo de dar un paso hacia atrás, es una equivocación de la mente humana. La remoción de la diferencia es el problema, no una solución» (Papa Francisco). Y por eso «colonizar ideológicamente» por medio de la enseñanza, o «adoctrinar a los niños en ideología de género es una maldad» (Papa Francisco), y un retroceso humano de graves consecuencias. Mi posición es muy neta: Un SÍ rotundo a favor de la mujer y del hombre; y por eso un NO absoluto a esta ideología.

Pincha aquí para leer la primera parte de este artículo.
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