Es preciso aclarar el tema de El Yunque
Y en cuanto a la contaminación yunquera de Hazte Oír, ¿hay certeza concreta de que esta organización está trufada de "yunqueros"? Porque si no es así se incurre en falso testimonio
Hace ya más de un mes, exactamente el 3 de marzo último, el periódico Libertad digital, que dirige Federico Jiménez Losantos, reprodujo un amplio reportaje sobre la “sociedad secreta El Yunque”, publicado por el portal “Aleteia” que dirige desde Roma Jesús Colina.
Luego no se ha vuelto a suscitar el tema ni por otros medios de información religiosa ni de carácter general, pese a las acusaciones formuladas en este reportaje por el obispo auxiliar de Getafe, mons. José Rico Pavés, anteriormente director del secretariado de la comisión episcopal de la Doctrina de la Fe.
El obispo getafense parte de un informe del actual secretario de esta comisión, Fernando López Luengos, según el cual, El Yunque está presente en España a través de miembros de Hazte Oír y un consejero de Ayuda a la Iglesia Necesitada, entre otras asociaciones. Esta es una historia vieja que Hazte Oír ha negado siempre.
¿Cuál es el pecado de El Yunque, sociedad secretar que se dice católica? Según mons. Rico Pavés, “la pertenencia al Yunque desencadena un círculo vicioso del que es imposible escapar. Quien se vincula a una asociación mediante juramento, tarde o temprano tendrá que recurrir al engaño para mantener en secreto la pertenencia a la asociación”.
El Yunque es una organización de origen mexicano, y México es un país carcomido por la masonería fetén, la de la escuadra y el compás. Durante décadas estuvo gobernado por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), de nuevo en el poder, un partido totalmente masón desde sus ancestros, perseguidor de la Iglesia y siempre laicista radical.
Por lo tanto no sería nada extraño que haya nacido allí El Yunque, que vendría a ser una especie de masonería antimasónica, o sea, que actuaría con métodos masónicos, en especial el secretismo, para luchar contra la influencia laicista de aquella.
Esta manera de enfrentarse al laicismo agresivo de origen masónico, tiene el inconveniente de actuar con el mismo secretismo que el enemigo, una de las razones –el secretismo- por el que todos los papas han condenado siempre a la masonería. De ahí el anatema lanzado por el obispo auxiliar de Getafe. Ahora bien, si se conoce la identidad de personas pertenecientes al Yunque y al mismo tiempo miembros de asociaciones católicas o en sintonía con la Iglesia, quiere decirse que El Yunque no es tan secreto.
En todo caso, si un obispo considera que la pertenencia al Yunque es peligrosa para la fe, como sin duda lo es la adhesión a la masonería, la alarma o prevención no puede quedar limitada a una sola diócesis, sino que deberían tomar cartas en el asunto el pleno de la Conferencia Episcopal y dar un dictamen de alcance nacional, perdón “estatal”.
Y en cuanto a la contaminación yunquera de Hazte Oír, ¿hay certeza concreta de que esta organización está trufada de “yunqueros”? Porque si no es así se incurre en falso testimonio.
Personalmente tengo mis dudas sobre los fines de esta última organización. No veo clara su actuación. No sé qué objetivos persigue. Firmo algunas de sus demandas en defensa de causas nobles, como la liberación de la pakistaní católica Asia Bibi, encarcelada y condenada a muerte por una falsa acusación de blasfemia contra la fe musulmana.
Pero otras me parecen extrañas y fuera de lugar para una asociación que, aun siendo civil –aunque ignoro cuál es su estatuto jurídico-, dice querer actuar en sintonía con la Iglesia. Por ello, sería conveniente que Ignacio Arsuaga hiciese algunas precisiones sobre los objetivos de su “movimiento”, especialmente en cuestiones políticas.
La doctora Joya, abanderada de “Derecho a la Vida”, integrada en Hazte Oír, me decía días atrás que hay mucha gente que les pregunta a quién votar. Eso nos lo preguntan a todos los que tenemos alguna intervención en la plaza pública. Eso me lo ha preguntado a mí una alcaldesa por el PP de un pueblo serrano muy amiga mía, quizás afecta a la Obra a juzgar por el colegio en el que estudian sus cuatro hijos. Eso quisiera saber yo, porque es la pregunta, mejor dicho, la respuesta del millón. Eso es la prueba de la gran confusión que reina en el mundo que nos es más próximo, aunque algunos lo vean todo clarísimo. Pues que Santa Lucía les conserve la vista.
Luego no se ha vuelto a suscitar el tema ni por otros medios de información religiosa ni de carácter general, pese a las acusaciones formuladas en este reportaje por el obispo auxiliar de Getafe, mons. José Rico Pavés, anteriormente director del secretariado de la comisión episcopal de la Doctrina de la Fe.
El obispo getafense parte de un informe del actual secretario de esta comisión, Fernando López Luengos, según el cual, El Yunque está presente en España a través de miembros de Hazte Oír y un consejero de Ayuda a la Iglesia Necesitada, entre otras asociaciones. Esta es una historia vieja que Hazte Oír ha negado siempre.
¿Cuál es el pecado de El Yunque, sociedad secretar que se dice católica? Según mons. Rico Pavés, “la pertenencia al Yunque desencadena un círculo vicioso del que es imposible escapar. Quien se vincula a una asociación mediante juramento, tarde o temprano tendrá que recurrir al engaño para mantener en secreto la pertenencia a la asociación”.
El Yunque es una organización de origen mexicano, y México es un país carcomido por la masonería fetén, la de la escuadra y el compás. Durante décadas estuvo gobernado por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), de nuevo en el poder, un partido totalmente masón desde sus ancestros, perseguidor de la Iglesia y siempre laicista radical.
Por lo tanto no sería nada extraño que haya nacido allí El Yunque, que vendría a ser una especie de masonería antimasónica, o sea, que actuaría con métodos masónicos, en especial el secretismo, para luchar contra la influencia laicista de aquella.
Esta manera de enfrentarse al laicismo agresivo de origen masónico, tiene el inconveniente de actuar con el mismo secretismo que el enemigo, una de las razones –el secretismo- por el que todos los papas han condenado siempre a la masonería. De ahí el anatema lanzado por el obispo auxiliar de Getafe. Ahora bien, si se conoce la identidad de personas pertenecientes al Yunque y al mismo tiempo miembros de asociaciones católicas o en sintonía con la Iglesia, quiere decirse que El Yunque no es tan secreto.
En todo caso, si un obispo considera que la pertenencia al Yunque es peligrosa para la fe, como sin duda lo es la adhesión a la masonería, la alarma o prevención no puede quedar limitada a una sola diócesis, sino que deberían tomar cartas en el asunto el pleno de la Conferencia Episcopal y dar un dictamen de alcance nacional, perdón “estatal”.
Y en cuanto a la contaminación yunquera de Hazte Oír, ¿hay certeza concreta de que esta organización está trufada de “yunqueros”? Porque si no es así se incurre en falso testimonio.
Personalmente tengo mis dudas sobre los fines de esta última organización. No veo clara su actuación. No sé qué objetivos persigue. Firmo algunas de sus demandas en defensa de causas nobles, como la liberación de la pakistaní católica Asia Bibi, encarcelada y condenada a muerte por una falsa acusación de blasfemia contra la fe musulmana.
Pero otras me parecen extrañas y fuera de lugar para una asociación que, aun siendo civil –aunque ignoro cuál es su estatuto jurídico-, dice querer actuar en sintonía con la Iglesia. Por ello, sería conveniente que Ignacio Arsuaga hiciese algunas precisiones sobre los objetivos de su “movimiento”, especialmente en cuestiones políticas.
La doctora Joya, abanderada de “Derecho a la Vida”, integrada en Hazte Oír, me decía días atrás que hay mucha gente que les pregunta a quién votar. Eso nos lo preguntan a todos los que tenemos alguna intervención en la plaza pública. Eso me lo ha preguntado a mí una alcaldesa por el PP de un pueblo serrano muy amiga mía, quizás afecta a la Obra a juzgar por el colegio en el que estudian sus cuatro hijos. Eso quisiera saber yo, porque es la pregunta, mejor dicho, la respuesta del millón. Eso es la prueba de la gran confusión que reina en el mundo que nos es más próximo, aunque algunos lo vean todo clarísimo. Pues que Santa Lucía les conserve la vista.
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