La «Humanae Vitae» y el negocio de la píldora
Algo me queda cada vez más claro del catolicismo, y es su genialidad, como dijo Chateaubriand. La Humanae Vitae es una de esos toques de su genio, en sentido romano: el espíritu guía de una persona, familia (gens) o lugar (genius loci). Me asombra cómo esta encíclica, tan incomprendida e insultada, ha protegido a la humanidad desde 1968.
Muchos ateos y agnósticos defendieron en sus obras el mensaje de la Humanae Vitae, como Pier Paolo Pasolini o Alessandro D'Alatri. ¿Cómo entender la "trilogía de la vida" sino como una defensa de la edad media precapitalista y la inocencia de su sexualidad? ¿Quién no se emociona con Comprométete [Caso mai] (2002) y su maravilloso sacerdote?
Esta encíclica, publicada con el subtítulo "Sobre la regulación de la natalidad", define la doctrina de la Iglesia católica sobre el aborto, los métodos anticonceptivos y otras medidas que se relacionan con la vida sexual humana. Debido al hecho de que la encíclica declara ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad, su publicación resultó muy controvertida.
Es un texto extraordinario de una lucidez insuperable, en forma y contenidos, una obra maestra imposible de generarse con ChatGPT ni por ninguna "caja de resonancia ideológica de Google" (James Damore). Sólo genialidades como ésta pueden salvar a la humanidad de su descomposición definitiva.
Una de sus reivindicaciones más recientes de la Humanae Vitae viene de la mano de el feminismo woke. ¿Sorprendidos? Pues no tenéis más que visionar el documental El negocio de la píldora (Abby Epstein, 2022) para comprobarlo.
Tráiler de 'The business of birth control'.
El documental, realizado desde la izquierda woke, es una denuncia de la industria anticonceptiva hormonal. Pone sobre la mesa las verdades incómodas que esa industria censura: estadística de mujeres muertas a causa de las píldoras anticonceptivas, depresiones endógenas derivadas de su uso, enfermedades mentales, psicopatías, desarreglos hormonales y, por supuesto, incremento del riesgo de cáncer.
Para romper con el control de las multinacionales y su lavado de cerebro el documental aboga por el uso de los métodos naturales del control de la fertilidad. Da un poco de risa comprobar cómo el documental propone los métodos naturales del control de la fertilidad como si fueran la vanguardia del feminismo. Sin saberlo, su directora está haciendo suya la crítica y la propuesta que la Humanae Vitae realizó medio siglo antes.
Este documental denuncia lo que Pablo VI denunció en la Humanae Vitae: al tolerar los anticonceptivos los hombres terminan atrapados en las garras de multinacionales anticonceptivas sin escrúpulos, dispuestas a destruir la libertad humana, la familia, el amor o, incluso, la vida, con tal de incrementar sus beneficios en el despiadado mercado capitalista.
Desde una perspectiva moral greco-romana, Pablo VI propuso una alternativa genial a este sistema inhumano. La Iglesia católica se opone a todo tipo de anticoncepción, sea cual sea su naturaleza. Aun así, cuando existen serios motivos, la encíclica propone como lícito el uso de los métodos naturales para espaciar temporalmente los nacimientos, limitando las relaciones conyugales a los períodos naturales de infertilidad de la esposa.
Los métodos naturales no son los "anticonceptivos católicos". La Humanae Vitae se opone a toda mentalidad anticonceptiva. No se trata de no tener hijos, sino de espaciar los nacimientos por causas graves. El control de la fertilidad se basa en el respeto a los ritmos naturales del cuerpo femenino, el amor a su cuerpo y su integridad personal, a través del conocimiento y la ayuda mutua de los cónyuges, en unos tiempos de abstinencia que son ocasión para obtener virtudes como la templanza o la castidad, a través de unos medios tan humildes como son: el conocimiento, la continencia y el cuidado mutuo.
Como siempre el mundo cree haber descubierto el Mediterráneo. Pero cuando ellos van descubren que la Iglesia estaba ya de vuelta. Esto debería confirmar a la Iglesia en su posición, pues la verdad no puede ir contra la verdad. La diga Agamenón o su porquero. El documental tiene fallos, propios de su ideología woke, pero eso no empaña sus aciertos. Después de todo, hasta un reloj roto da bien la hora dos veces al día.