Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

De dónde viene tanto subsahariano


Esta falta de buena información acrecienta la indiferencia de los batuecos con los recién llegados, entre otras razones porque no se sabe a quién culpar, que es lo más cómodo y socorrido de esta descomunal tragedia humana.

por Vicente Alejandro Guillamón

Opinión

Se ve que en la época estival la mar se muestra más calmada que en otras épocas del año, porque en estos meses ha aumentado mucho la llegada de pateras cargadas de “subsaharianos”, o sea, de morenitos de labios prominentes.

Como no se puede hablar de negros, porque al parecer es políticamente incorrecto, la jerga administrativa ha puesto de moda eso de “subsahariano”, y los plumillas siempre perezosos, se limitan a repetirlo como papagayos, creyendo que dicho así, está todo explicado.

Sin embargo, nada dice este gentilicio, que sólo indica que se trata de emigrantes de la amplísima región del África negra, que comprende una cuarentena de países, en situación político-económico-social muy diversa. Probablemente, tampoco la Policía y la Guardia Civil tengan mucha certeza de la procedencia de la mayoría de ellos. Y si la tienen, el Ministerio del Interior no la facilita. Vamos, eso creo yo.

Esta falta de buena información acrecienta la indiferencia de los batuecos con los recién llegados, entre otras razones porque no se sabe a quién culpar, que es lo más cómodo y socorrido de esta descomunal tragedia humana. Qué temen estos emigrantes en sus países, de qué huyen para asumir los enormes riesgos a los que se exponen.

A simple vista, los que llegan a nuestras costas no parecen famélicos ni desnutridos. Simplemente agotados de un viaje tan peligroso y puede que largo, hecho en condiciones inhumanas. En todo caso, ¿a qué vienen? Porque trabajo aquí no hay, y menos para personas sin preparación profesional alguna. Entonces, ¿a qué vienen? ¿A mendigar en las puertas de los supermercados o a ejercer la venta ambulante y seguramente ilegal de “cosas” en las playas y lugares turísticos, como años atrás hacían los “manteros” perseguidos por la policía?

La mejor manera de afrontar el problema sería crear riqueza en ese abigarrado mundo subsahariano, pero ¿quién debería hacerlo? Quizás los Estados “ricos” mediante programas de ayuda exterior. Pero, ¿a quién se facilita la ayuda? ¿A los gobernantes? ¡Si son una panda de mangantes, o de tiranuelos además de chorizos...! Y en medio, las bandas islamistas imponiendo acá y allá su enloquecida manera de entender el islam, que por su naturaleza da pie a ello.

No veo nada claro qué pueda hacerse para mitigar este tremendo problema humano, más allá del buenismo candoroso de las personas de buen corazón, tan “bueno” como inútil, y más allá también de la demagogia perversa de los que no tienen otra obsesión que destruir, desde dentro, el mundo occidental.

En resumen, que mientras no se solucione el problema en su origen –y no se ve que ello vaya a lograrse en un futuro previsible-, seguirán arribando a nuestras costas, cáscaras de nueces de los traficantes musulmanes cargadas de negros desesperados. El tráfico de esclavos no ha cesado. Pienso que no ha dejado nunca de existir, y por lo que al África negra se refiere, con las mismas víctimas de siempre, y en buena parte, con los mismos negreros de todos los tiempos. Y la ONU mirando a otro lado. Y la Unión Europea también. Eso sí, cobrando todos sus políticos y funcionarios sueldos de fábula.

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