Caminar, edificar, confesar…con el Papa
Respecto al hecho de no confesar a Jesucristo me viene a la memoria la frase de León Bloy: "Quien no reza al Señor, reza al diablo". Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del demonio.
En este domingo, por ser el más próximo a la fiesta de San Pedro y San Pablo, celebramos el Día del Papa. Es una buena ocasión, especialmente en este Año de la Fe, para renovar nuestra comunión con el obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal, nuestro Papa Francisco, que tantas esperanzas y adhesiones ha suscitado en estas primeras semanas del comienzo de su ministerio. El sucesor de San Pedro es sobre todo un testigo de la fe en Jesucristo y en este sentido está llamado a “confirmarnos en la fe”, misión que el Señor confió a Pedro.
En este Día del Papa como expresión de nuestra comunión con él, he pensado glosar los tres verbos que Francisco comentó en la misa que concelebró con los cardenales electores en la misma Capilla Sixtina el pasado 14 de marzo, al día siguiente de su elección. En una homilía breve –ésta es una de sus cualidades: ser conciso y concreto- glosó estos tres verbos: caminar, edificar, confesar.
En primer lugar, caminar. “Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor” (Is 2,5). Esta es la primera cosa que Dios dijo a Abrahán: Camina en mi presencia y sé irreprochable. Nuestra vida es un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a Abrahán, en su promesa.
A continuación, edificar. Se refiere a edificar la Iglesia. A menudo se utiliza la imagen de las piedras: las piedras son consistentes; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.
Y en tercer lugar, confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo falla. Acabaríamos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre cuando construyen castillos de arena, que muy fácilmente se vienen abajo. Todo se derrumba por falta de consistencia. Respecto al hecho de no confesar a Jesucristo me viene a la memoria la frase de León Bloy: “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del demonio.
Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces se producen temblores, existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder.
El Papa Francisco dijo en aquella homilía: “Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz, y de confesar la única gloria: Cristo crucificado y resucitado. Y así la Iglesia avanzará.
Queridos diocesanos: en el Día del Papa, me ha parecido proponeros –y proponerme a mi mismo como obispo vuestro y cristiano con vosotros- que nos examinemos sobre si caminamos por la ruta que nos señalan estos tres verbos comentados por el Papa Francisco, para el que pedimos que Dios le guarde y le sostenga en su servicio a la Iglesia y al mundo de hoy por muchos años.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
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