Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Distintas formas de repartir las tierras reconquistadas


Si no hubiesen muerto prematuramente los herederos directos de ambos reinos (Fernando, primogénito de Alfonso IX de León, y el joven rey de Castilla, Enrique I, hermano de doña Berenguela, segunda esposa del rey leonés, de cuyo matrimonio nació San Fernando), éste no se hubiese posesionado de los dos tronos

por Vicente Alejandro Guillamón

Opinión

Castilla no hizo España... (3)

Mientras la repoblación de los nuevos territorios conquistados por Castilla se hizo a base de un reparto de la tierra en pequeñas parcelas, de manera que alcanzaba a todos los colonos y, en muchas ocasiones, haciendo donación de amplias extensiones para usufructo o explotación en régimen comunal, en León se inició la sustitución del minifundio por el latifundio, entregando grandes superficies de tierra a nobles, monasterios y órdenes militares, cuya práctica se extendió con el tiempo a los demás reinos peninsulares.

Aunque el paso de los siglos y las desamortizaciones del XIX hayan podido alterar el mapa de la propiedad rústica que debió de configurarse a raíz de la Reconquista, es poco probable que las transformaciones hayan sido tan profundas como para borrar toda huella de aquel pasado,

Si trazáramos a grandes rasgos un mapa actual de las zonas de latifundio –excluidos los antiguos reinos de Navarra, Aragón, Barcelona y Valencia, que no son objeto directo de estas consideraciones-, observaríamos que las propiedades agrarias de gran extensión nacen en los campos de Salamanca, bajan hacia el sur por Extremadura, y a partir de los montes de Toledo, se extienden por amplias zonas de la Mancha, alcanzan a parte del primitivo reino de Murcia e incluyen todas las comarcas andaluzas que fueron conquistadas por Fernando III y su hijo, Alfonso X.

Es decir, que mientras la Castilla histórica es región de minifundio, cuyo régimen de propiedad lo volvemos a encontrar en las actuales provincias de Granada y Almería, últimos reductos de la dominación árabe, el latifundio progresa merced a la acción de reyes tenidos nominalmente por castellanos, pero que tienen una forma de actuar propia de León.

No podemos olvidar, a este respecto, que San Fernando estaba destinado a ser un simple infante de León, en cuyo reino vivió y fue educado. Si no hubiesen muerto prematuramente los herederos directos de ambos reinos (Fernando, primogénito de Alfonso IX de León, y el joven rey de Castilla, Enrique I, hermano de doña Berenguela, segunda esposa del rey leonés, de cuyo matrimonio nació San Fernando), éste no se hubiese posesionado de los dos tronos. Aunque el papa Inocencio III anuló este matrimonio por razones de parentesco, reconoció sin embargo, la legitimidad de los hijos habidos del mismo, por lo que doña Berenguela y los infantes continuaron viviendo en León.

Desde León acudió don Fernando con tropas leonesas a liberar a su madre, tutora del joven rey Enrique I, cuando el conde de Lara, Álvaro Núñez, trató de apresar a doña Berenguela para hacerse con la tutoría. La reina madre se hallaba refugiada en Autillo, lugar cercano a Carrión, protegida por el conde Gonzalo Ruiz de Girón. También desde León acudió don Fernando más tarde, tras la muerte por accidente (le cayó una teja en la cabeza) de su tío, el incipiente rey, al heredar su madre el trono de Castilla. Doña Berenguela llegó a Valladolid con su hijo, y allí fue reconocida como reina, pero la prudente mujer renunció al trono, abdicando a favor de don Fernando, infante, después de todo, leonés, si hemos de atenernos a los nominalismos que han querido hacer prevalecer los defensores de las tesis castellanistas, que a partir del reinado de Alfonso VIII no ven más que hegemonía de Castilla por todas partes. Ya veremos en próximas entregas, qué hay de cierto en ello.

(Continuará)
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