Jóvenes que resisten
Jóvenes que resisten. Testimonios de Irak, China, Camboya, Brasil: es el título que le hemos dado al Simposio de AsiaNews 2018 (Roma, 16 de octubre).
En el encuentro participan: el padre Paul Thabet Mekko, sacerdote en Karemlash, quien fue el primer sacerdote que regresó a la Llanura de Nínive (Irak) después de la derrota y expulsión de Estado Islámico; el padre Luca Bolelli, misionero del PIME en Kdol Leu (Camboya), que trabaja en la evangelización de los jóvenes en una sociedad casi completamente budista y que resurge de las cenizas de los jemeres rojos; Giovanni Pang Chun Yu, educador salesiano en la megalópolis de Hong Kong; el padre Marcelo Farías dos Santos, misionero del PIME destinado en Japón, que narra el modo en el cual nació su vocación misionera.
El encuentro quiere ser una contribución al Sínodo de los jóvenes que se está realizando en el Vaticano del 3 al 28 de octubre.
Es una contribución un poco contracorriente: antes y después del Sínodo se nos ha inundado de estadísticas sobre la religiosidad de los jóvenes, sobre la frecuencia de su asistencia a misas y eventos cristianos, sobre su aislamiento respecto a sus familias y al mundo de los adultos.
Esta mirada sociológica no nos satisface, como tampoco nos satisface el énfasis con el que se insiste en la “participación de los jóvenes en la vida de la Iglesia”, reducida a una cuestión política de mayores espacios que conquistar y de libertades que defender, como si la Iglesia fuese un esqueleto institucional viejo y asfixiante que oprime a los jóvenes y a los adultos.
Los testimonios que presentamos en el Simposio son de jóvenes que han encontrado en la fe en Jesucristo (no en la sociología ni en la política) su fuerza y su alegría. Ellos han encontrado en la compañía de la Iglesia una fraternidad que exalta sus cualidades: el impulso idealista, la valentía, el deseo de construir el futuro. Al mismo tiempo, la sabiduría de los adultos que los acompañan los ayudan a no convertirse en esclavos ni de las redes sociales ni de la opinión pública dominante, capacitándolos para ser constructores de la sociedad en la cual está insertos, marcada todavía por la guerra, la miseria y el anonimato.
Algunos comentaristas afirman que el Sínodo que se está celebrando en el Vaticano mira demasiado a Occidente y sus problemas y su visión es demasiado poco universal.
En Occidente estamos acostumbrados a contemplar a jóvenes caracterizados por la búsqueda y el individualismo, por las amistades virtuales y la soledad. En Oriente no es distinto. Sin embargo, las situaciones que presentamos en el Simposio, donde imperan la guerra, el subdesarrollo y la vida en las megalópolis demuestran que algo nuevo está creciendo, que la fe en Jesucristo se refleja en la vida de los jóvenes, en sus perspectivas vocacionales, en su compromiso con la sociedad por más destruida que esté. Esta “novedad” de Oriente, que es la fe vivida y testimoniada, puede inflamar también a Occidente.
Publicado en Asia News.
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