Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Feminismo de barricada


La verdadera fobia al cristianismo no obedece a esta visión de las "clases" sociales, sino a la incapacidad del marxismo para sostener la mirada al cristianismo, sin recurrir a la violencia.

por Vicente Alejandro Guillamón

Opinión

En puridad no habría que llamarlo feminismo, que es una expresión muy fina, sino hembrismo, que viene de hembra, en contraposición a machismo, derivado de macho, tan del gusto de las féminas feministas, que utilizan el término de machismo como arma arrojadiza contra todo aquel, cristiano, moro o anfibio que se ponga por delante. Pero no voy a enredarme ahora en una batallita semántica, aunque no deja de tener su sentido, sino ir al fondo de la cuestión.

En los últimos altercado cristofóbicos, como el asalto a la capilla de la Universidad Complutense de Madrid (CAM) con la exhibición de carne fresca de hembra airada dentro del templo, o la procesión blasfema que cierta gentuza ha programado para el Jueves Santo en Madrid, se pone de relieve el espíritu de barricada de este feminismo radical –no sé si existe otro- propio de la más rancia ideología de la lucha de clases, santo y seña del marxismo más genuino, y por ello, más demodé o apolillado.

La lucha de clases, expresada de formas y pelajes distintos según las circunstancias de cada momento, viene a ser como la médula o esencia del pensamiento revolucionario que puso a rodar el filósofo prusiano de Tréveris, Carlos Marx, para mantener la guerra permanente contra le “burguesía”, hasta su total extinción, por aniquilamiento, junto a la Iglesia católica y demás expresiones cristianas, por considerarlas parte y sostén de la clase burguesa dominadora y opresora.

Pero la verdadera fobia al cristianismo no obedece a esta visión de las “clases” sociales, sino a la incapacidad del marxismo para sostener la mirada al cristianismo, sin recurrir a la violencia. Mientras este último es la quinta esencia del amor, la doctrina de Carlos Marx es el precipitado químico del odio. Cristo dijo, repitiendo consejos del Antiguo Testamento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”; el marxismo, en cambio, se empeña en mantener viva la guerra civil permanente por uno u otro motivo.

Marx, sus epígonos y derivados, en una interpretación maniquea del proceso histórico –social, político, económico, cultural, etc.-, donde siempre tienen necesidad de un enemigo al que combatir, “inventaron” inicialmente, sin reparar en medios, la lucha de clases: el proletariado versus la burguesía, las clases desposeídas contra las clases poseedoras o capitalistas, etc. Pero a medida que el capitalismo se desarrolló, ofreció mejores retribuciones, los asalariados subieron de nivel social y las barreras clasistas en buena parte se difuminaron, pasó lo del chiste. Saben aquel que dice, diu, según el inolvidable Eugenio: un currito fue generosamente afortunado en un sorteo de lo que fuese, y de inmediato agarró el teléfono para comunicar a su jefe político: “Pepe, bórrame del partido, que me ha tocado la lotería”. Este chiste, convertido en realidad, lo vio con absoluta clarividencia el fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramci, que recomendó a los suyos olvidarse de la tropa de a pie y esforzarse por penetrar en los medios culturales, sobre todo prensa y sistema educativo. Y en esas estamos, especialmente en la Universidad y la enseñanza en general, de donde parten ahora los mayores ataques a la Iglesia y a sus instituciones.

Los marxistas, sus variantes “revolucionarias” y demás busca ruidos o tocanarices (troskos, anarcos, ecologetas, feministas, anfibios y tornasolados, etc.), desdeñando al proletariado que en el mundo desarrollado en gran medida ha dejado de existir, se han dedicado a descomponer moralmente a grupos sociales vulnerables. Primero vino la revolución cultural del sesenta y ocho (“sexo, drogas y rock and roll”), en la que trataron de enfrentar a los jóvenes, especialmente universitarios, con sus padres y profesores, según el modelo de las famosas revueltas del Mayo francés. Luego vino el ecologismo de trinchera, con sus feroces campañas antinucleares, a veces bien engrasadas por algunos países productores de crudo. Y aún estamos en esas, en particular después del tremendo maremoto del Japón. Más reciente o al mismo tiempo, da igual, hizo acto de presencia con furia, el feminismo radical y sus colegas viceversa, que quieren imponer a toda costa –o sea, por las buenas o por las bravas- su credo contra natura al resto del personal. En fin, que por una u otra razón, siempre están en guerra contra alguien. Los niñatos de la gauche divine se aburre, y busca emociones fuertes embistiendo a la Iglesia, con el consentimiento de las propias autoridades que tenemos la desdicha de soportar. Este es el panorama.
 

Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda