Investigación con embriones humanos
Autorizar la utilización de embriones, si estos son sobrantes de FIV, a la par que se prohíbe la de embriones que hayan sido producidos a propósito para investigar con ellos, me parece de una hipocresía supina: Es como darle una aspirina al reo de muerte antes de darle el tiro de gracia, o despertar al enfermo porque es la hora de tomarse la pastilla de dormir.»
por Agustín Losada
Seguro que si preguntamos a la mayoría de la gente, todos afirmarán conocer que Obama, el liberal, autorizó a su llegada al poder la investigación con células madre embrionarias, que Bush, el retrógrado, había paralizado. Probablemente muchos se alegrarán de esta decisión, que permitirá poder curar muchas enfermedades en el futuro. Sin embargo, la realidad es algo diferente. Lo que hizo en realidad Obama al llegar al poder fue solamente permitir la financiación pública al trabajo con células madre derivadas de embriones humanos producidos por fecundación in vitro, siempre que se tratase de embriones sobrantes, que hubieran sido producidos a propósito solamente con fines reproductivos. Los investigadores tienen que documentar que los padres habían donado voluntariamente los embriones, sin presiones y sin influencia del investigador interesado. Quedan excluidos de la financiación pública los trabajos con células madre procedentes de embriones creados exclusivamente para investigación, sea por métodos estándares de fecundación in vitro o por transferencia nuclear. Igualmente se excluye la financiación para las líneas derivadas de partenogénesis, una forma de reproducción asexual por la que se obtienen embriones directamente desde óvulos no fecundados.
Ahora acaba de saltar a la luz que el Juez Federal del Distrito de Columbia, Royce C. Lamberth, ha paralizado, por los daños irreparables que puede producir, este programa de financiación pública de la investigación con células madre procedentes de embriones humanos. Según la resolución del juez, “la investigación con células madre implica claramente la destrucción de embriones humanos”, lo que es contrario a la “The Balanced Budget Downpayment Act” (conocida como “Dickey-Wicker Amendment”), aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1996, que prohíbe utilizar fondos federales para la destrucción de embriones humanos. Porque, evidentemente, cuando se utiliza un embrión para investigar con él, se le destruye, impidiendo de forma definitiva cualquier posibilidad de desarrollo futuro.
Abro un paréntesis, para manifestar que siempre me ha resultado paradójico que se sea tan escrupuloso con las condiciones para poder investigar con embriones humanos. Si se fuera consecuente, la única limitación debería ser técnica, para garantizar la seguridad en los tratamientos que se obtuvieran a partir de esta práctica. Pero poner límites filosóficos, y autorizar la utilización de embriones si estos son sobrantes de FIV, a la par que se prohíbe la de embriones que hayan sido producidos a propósito para investigar con ellos, me parece de una hipocresía supina: Es como darle una aspirina al reo de muerte antes de darle el tiro de gracia, o despertar al enfermo porque es la hora de tomarse la pastilla de dormir. En mi opinión, o se está a favor de utilizar embriones humanos o no se está en contra. Y si uno es favorable, lo debe ser con todas sus consecuencias: La misma dignidad, o ausencia de ella, tiene un embrión producido con una finalidad que con otra. Si se le puede manipular en un caso, debería poderse hacer en todos.
Centrándonos en el caso que nos ocupa, la situación en nuestro país es parecida a la americana. En España la ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida autoriza que los embriones sobrantes de dichas técnicas puedan ser utilizados para investigación. Igualmente, la ley 14/2007, de 3 de julio, de investigación biomédica, si bien en su artículo 33.1 establece taxativamente que “se prohíbe la constitución de preembriones y embriones humanos exclusivamente con fines de experimentación” afirma sin embargo, en el siguiente punto (art. 33.2) que “se permite la utilización de cualquier técnica de obtención de células troncales humanas con fines terapéuticos o de investigación, que no comporte la creación de un preembrión o de un embrión exclusivamente con este fin, en los términos definidos en esta Ley, incluida la activación de ovocitos mediante transferencia nuclear.” Es decir, en nuestro país también se pueden utilizar legalmente para investigación embriones humanos, si son sobrantes de las clínicas de FIV. Y además, está autorizado, bajo condiciones estrictas, la clonación humana con fines terapéuticos (eso, y no otra cosa, es la activación de ovocitos mediante transferencia nuclear). La Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida ha autorizado ya varios casos de selección genética de embriones antes de ser implantados, con el fin de descartar a los embriones enfermos o a los no-compatibles con un hermano enfermo para el que el bebé seleccionado servirá de medicina. Andalucía lidera hoy por hoy los ensayos en laboratorio con células madre embrionarias humanas. Pero no existe aún ningún ensayo clínico autorizado en nuestro país con base de embriones humanos sobrantes de FIV o clonados, debido a los estrictos controles de seguridad que se exigen, y que las células embrionarias humanas no logran alcanzar.
Resulta difícil comprender la fijación de algunos, como el ex ministro de Sanidad Bernat Soria, por fomentar la investigación con células madre embrionarias, cuando éstas están siendo abandonadas en todo el mundo como herramienta para la terapia celular, en favor de las células madre adultas. La razón, además de los problemas éticos que plantea la destrucción de seres humanos en estado embrionario, es que las células embrionarias, al dividirse sin el control que les proporciona encontrarse en el medio natural (el útero materno), no frenan su desarrollo, sino que se multiplican rápidamente, porque son intrínsecamente carcinogenéticas y difíciles de instruir para producir únicamente el tipo de célula que se quiere utilizar. Y así, aunque pudieran curar inicialmente el órgano dañado, terminarían provocando un mal peor, al resultar ser el origen de un tumor. Este problema no lo plantean las células madre adultas, que resultan mucho más fáciles de utilizar y dirigir.
En todo el mundo hay hoy en día tan sólo 6 estudios sobre la base de células madre embrionarias, todos ellos aún no iniciados (excepto uno, que acaba de conseguir la aprobación de la FDA para iniciar el ensayo clínico en fase I, y con el único objetivo de confirmar que la terapia no es peligrosa, por la temida proliferación de tumores), localizados en EEUU e Israel. Por el contrario, a nivel mundial hay 3.045 ensayos clínicos registrados sobre la base de células madre adultas o IP’s (células similares a las embrionarias, conseguidas mediante reprogramación de células madre adultas), 76 de ellos en fase IV de ensayo clínico.
Siendo esto así, resulta evidente que la razón por la que algunos se empeñan en seguir investigando con embriones humanos es puramente de intereses económicos. La producción de estas nuevas células IP’s, no sólo consigue resultados superiores a la que prevé el uso de embriones humanos, sino que se funda en técnicas totalmente nuevas, que escapan al control de las patentes que actualmente explotan el uso de células madre derivadas de embriones.
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