Martes, 03 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

LA CAUSA PRO VIDA PUEDE SER SU TALÓN DE AQUILES

Obama pierde apoyo popular en EE.UU por su radical postura a favor del aborto y contra la familia

El aparente apoyo masivo que cosechó Barack Obama al comienzo de su mandato se ha ido diluyendo. A ello ha contribuido su actitud respecto a la economía y la política exterior, pero, sobre todo, su postura en los asuntos relacionados con la defensa de la vida y de la familia.

Jorge E. Mújica/ReL

Obama en Notre Dame
Obama en Notre Dame
Barack Hussein Obama llegó a la Casa Blanca con un aparente apoyo masivo. La toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, en un despliegue de fuerzas mediáticas que le dieron al acto un áura de evento histórico, ciertamente fue un espectáculo político sin precedentes.
 
Una encuesta de HarrisInteractive mostraba, en febrero de 2009, que el señor Hussein Obama era más admirado que Jesucristo (quien ocupaba el segundo lugar de la encuesta realizada en la Unión Americana). La encuesta también reflejaba cierta actitud reverencial hacia el nuevo presidente y una percepción del mismo como remedio universal a los males de todo el mundo.
 
Sin embargo, conforme han ido pasando los meses, aquella fascinación ha venido a menos. En ello ha incidido notablemente la postura y manejo de Hussein Obama sobre temas nodales como la economía, la política externa del país que gobierna y, decisivamente, la defensa de la vida y de la familia.
 
El primer acto como presidente fue firmar un decreto que posibilitaba la financiación del aborto (política Ciudad de México) y, semanas más tarde, acabó con las restricciones de fondos federales para la experimentación con células madre embrionarias, es decir, con células procedentes de seres humanos en sus primeras fases de desarrollo y cuyas vidas son desechadas después. La primera firma tenía lugar en el aniversario número XXXVI de la sentencia Roe vs. Wade, un fallo judicial que justificaba el aborto como una consecuencia del supuesto “derecho” a la privacidad y a «decidir» de la mujer.
 
La medida conocida como «Ciudad de México» se remontaba a la década de los 80 y consiste en destinar recursos para promover y practicar abortos en el extranjero. Ronald Reagan la prohibió en 1984, Bill Clinton la levantó en 1993 y George Bush la volvió a vetar en 2001.
 
Y por entonces lo «pronosticó» en un artículo en Il Corriere della Sera el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, monseñor Rino Fisichella: «Si este es uno de los primeros actos del presidente Obama, con todos mis respetos, creo que el camino hacia la decepción habrá sido corto». El mismo Fisichella puntualizó también que «el problema no es científico sino ideológico y económico». La realidad de aquellas palabras no parece diferir de los acontecimientos más recientes.
 
Ya en un mensaje de finales de enero de 2009, a nombre del episcopado americano, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, cardenal Francis George, arzobispo de Chicago, afirmó que se abría una etapa nueva y difícil para su país. Y en ese mensaje planteó ocho retos al presidente, dos de ellos claramente pro vida: defensa de la vida en todas sus etapas y defensa del matrimonio.
 
El mismo día que Hussein Obama juró como presidente de los Estados Unidos, un video colgado en www.CatholicVote.org le recordó que había podido llegar a ese momento gracias a que su madre no lo había abortado.
 
Hispanidad.com reproducía en enero de 2009 (cf. 19.01.2009) una investigación que ponía de manifiesto la deriva abortista del presidente Obama, mientras que Human Life International, por boca de su presidente, el sacerdote Thomas J. Euteneuer, recordaba que la decisión de Obama para financiar abortos con dinero público era un orden ejecutiva y que, por lo tanto, «no responde a ninguna voluntad del pueblo de Estados Unidos».
 
Hacia el declive de Obama
Hay quién se pregunta: «¿Y cómo ganó este señor si el pueblo americano se oponía mayoritariamente a sus dictados jurídicos en temas de familia y vida?». Durante su campaña rumbo a la presidencia, Obama se decantó por evadir los temas éticos en esos campos y se centró en los económicos y de política exterior que, aparentemente, le alejaban de la imagen del entonces presidente, George W. Bush.
 
La deriva actual de Hussein Obama tiene un claro origen en aquellas elusiones que hicieron que la gente «votara un color» y no auténticos principios. Pero Barack Obama conoció por poco tiempo la cúspide de la reverencia gratuita. Un primer revés en la relación de Hussein Obama con los medios de comunicación fue el protagonizado apenas entrar en relación directa con ellos, dejando atrás el mundo idílico de la campaña presidencial.
 
El primer día de trabajo del presidente en el despacho oval, los periodistas recibieron fotografías, en lugar de poder tomar por su cuenta las propias, como había venido siendo tradición. Por entonces la agencia EFE reportó cómo otras agencias como Associated Press (AP), Reuters y Agencia France Presse (AFP) se negaron a publicar las fotos.
 
Y cuando Obama tuvo que repetir su juramento, Bill Plante de la CBS emplazó a Robert Gibb, portavoz de la Casa Blanca, a explicar «¿Cómo puede ser esto transparencia si controláis la única imagen de la segunda jura? No hubo nadie allí dentro. Sólo cuatro periodistas de medios escritos, pero ninguna televisión o radio para distribuir las imágenes o el sonido». El motivo de su cuestionamiento nacía del descontento producido por la distribución de imágenes del fotógrafo de la Casa Blanca y el no haber permitido que la prensa tomara las suyas, como hubiera sido lo mejor.
 
Con el pasar de los meses la situación no ha mejorado mucho y, al parecer, las críticas gustan cada vez menos al gobierno actual de los Estados Unidos. A finales del pasado mes de octubre de 2009, la Casa Blanca calificó como no grata a la cadena de televisión FOX, de Rupert Murdoch, a quien suelen calificar como brazo armado del partido republicano, y advirtió que sería tratada como «la oposición».
 
Otro punto que no se puede pasar por el alto es el de las convicciones de Hussein Obama. Barack fue bautizado en la United Church of Christ, una denominación «cristiana» en la que, según el informe Clergy Voices 2008, el 79% de los clérigos cree que el aborto debe ser legal, mientras que el 83% está a favor de entregar niños en adopción a parejas homosexuales.
 
Al parecer las iglesias «progresistas» como ésta a la que pertenece Obama no es precisamente un reflejo del sentir común del pueblo creyente americano. De suyo, la United Church of Christ pasó de contar con 1,3 millones de feligreses en 2001, a 736.000 adeptos en 2008, debido a sus posturas morales: 46% menos (cf. La iglesia de Obama, a favor del aborto y el matrimonio homosexual, baja un 46%. Las iglesias progresistas de EE UU pierden un tercio de sus fieles, Pablo J. Ginés, La Razón, 11.03.2009).
 
Uno de los momento de clara discrepancia frontal entre el episcopado católico estadounidense, promotor y firme defensor del derecho a la vida, fue la concesión del doctorado honoris causa de la universidad «católica» de Notre Dame a Barack Obama. Al menos ocho decenas de obispos manifestaron una abierta inconformidad ante un premio venido de una institución que reconocía a quien contradecía los principios que la universidad, por su ideario y confesionalidad, se supone debía defender.
 
La decisión del sacerdote y presidente de la universidad de Notre Dame, John Jenkins, no tuvo marcha atrás. Pero sí dio marcha atrás Mary Ann Glendon, por entonces todavía embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede y presidenta de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales, quien en la misma ceremonia de investidura del honoris causa para Obama iba a recibir la medalla Laetere, y a cual renunció. ¿Motivos? Ella misma lo expresó en una carta dirigida a Jenkins. En esa carta recordó un documento de 2004 en el que los prelados pedían “no premiar a aquellos que actúan en desacuerdo con los principios morales fundamentales”.
 
El «reconocimiento» al presidente Obama le costó a la universidad una pérdida de al menos 8 millones de dólares en donativos de personas que se oponían y son contrarias al aborto y que habían sido bienhechores.
 
Pero la primera prueba para el nuevo presidente de fuego vino a los cien días de la nueva administración. A finales del mes de abril de 2009, la agencia Reuters dio a conocer los índices de aprobación que ya eran sintomáticos: al inicio Hussein Obama contaba con un nivel de aprobación del 68%, pero apenas cien días después el índice bajaba a 65% (cf. Gestión de Obama tras cien días: la aprueba un 65% de estadounidenses, pero ha bajado 3 puntos, ForumLibertas.com, 01.05.2009).
 
Unas semanas más tarde, a mediados del mes de mayo de 2009, diferentes medios de comunicación hicieron eco de los reveladores resultados del grupo demoscópico americano Gallup: por primera vez, desde 1995, los pro vida o contrarios al aborto eran mayoría en la Unión Americana (51% pro vida contra el 42% que es pro aborto).
 
En un artículo de ACE PRENSA sobre los resultados de Gallup (cf. 18.05.2009) se resaltaba también que «El cambio a favor de la postura pro vida se atribuye sobre todo a que entre los seguidores del Partido Republicano los pro vida han aumentado un 10% respecto al año pasado (del 60 al 70 por ciento), mientras que entre los demócratas no se ha advertido ningún cambio». Obama pertenece al partido demócrata.
 
Y agregaba el artículo: «La tendencia contrasta con las posturas adoptadas por la Administración Obama respecto al aborto, que ha levantado el veto a la financiación federal de organizaciones de planificación familiar que promueven el aborto en el extranjero, y ha declarado su intención de retirar la protección de la objeción de conciencia de los médicos que rehúsan participar en abortos».
 
A finales del mes de julio, Hispanidad.com reprodujo los resultados de una encuesta de Rasmussen Reports sobre una hipotética contienda electoral para la presidencia de U.S.A. entre Barack Obama, por el bando demócrata, y Mitt Romney, por el bando republicano. ¿El resultado? Un empate técnico pues los dos tendrían un 45% de votos, lo que haría más evidente la caída en popularidad del actual presidente.
 
No es todo. Según datos de otra encuesta de Gallup, el 49% de los estadounidenses desaprueban la política económica de su presidente actual. Como decía Gabriel López en un artículo de publicado por Hispanidad.com, «estos datos son muy significativos, ya que se puede observar cómo se ha acabado la luna de miel del presidente Obama tras seis meses cumplidos en la Casa Blanca y le comienzan a llover las críticas».
 
La reforma sanitaria ha sido otro foco de disgustos y no es extraño que en ella se mezcle el cada vez mayor apoyo pro vida, dado que le reforma prevé huecos para financiar más abortos: sólo un 44% de americanos aprueban la reforma, mientras que el 50% la rechazan.
 
Otro sector donde la caída de popularidad de Obama es significativa es el de los jóvenes cuyas edades oscilan entre los 18-29 años. Según Gallup, el apoyo en este sector de la población habría pasado de 71% en julio de 2009 a 60% en agosto del mismo año. Así, en general, Obama ha pasado en apenas ocho meses, del 69% de aprobación al 51% de los que hoy aplauden su gestión.
 
De la visita a Benedicto XVI al premio Nobel: falsas promesas y mentiras
El 10 de julio de 2009, Benedicto XVI recibía en el Vaticano a Barack Obama. En la audiencia que concedió el Papa se abordó la defensa y promoción de la vida así como el derecho a la objeción de conciencia.
 
A mediados de julio de 2009, los Caballeros de Colón y el Marist Institute Opinion dieron a conocer los resultados contundentes de otra encuesta: más del 80% de los estadounidenses se muestra partidario de poner restricciones al aborto  y de proteger el derecho a la objeción de conciencia por parte de los agentes sanitarios. Estos resultados venían a confirmar los datos arrojados por Gallup, semanas atrás.
 
Siendo que el presidente Obama  manifestó al Papa la decisión de reducir el número de abortos en Estados Unidos, Carl Anderson, líder de los Caballeros de Colón, enfatizó en declaraciones recogidas por la agencia zenit (cf.14.07.2009) qué puntos podría tomar en cuenta para cumplir los prometido: 1) la adopción de una cláusula federal que regule la objeción de conciencia y que dé una protección real a los católicos y a sus instituciones; 2) programas de reducción del aborto que respeten los embarazos de riesgo y la abstinencia en los jóvenes; 3) preservación de cláusulas pro vida existentes en la legislación actual; 4) evitar codificar por ley la rescisión presidencial de la «política Ciudad de México» que permite la financiación internacional de aborto por parte de Estados Unidos. Tristemente, un artículo de Juan Claudio Sanahuja en NoticiasGlobales nos dejaba ver qué significaba para Barack Obama reducir abortos.
 
En varias ocasiones Hussein Obama ha querido manifestar un «simpatía» hacia la doctrina social católica. Los hechos no se corresponden con las palabras, pero, ¿hay algo de verdad? Un artículo de monseñor Charles Chaput, arzobispo de Denver (cf. Il Floglio, 06.10.09), decía al respecto: «Se ha hablado mucho, en algunos círculos religiosos, sobre la simpatía del Presidente hacia la enseñanza social católica. Pero la defensa del niño por nacer es una exigencia de justicia social. No hay justicia social si los más jóvenes y los más débiles de entre nosotros pueden ser legalmente asesinados. Los buenos programas para los pobres son vitales, pero nunca se puede justificar esta violación fundamental de los derechos humanos».
 
El artículo de mons. Chaput fue más allá pues ahondó en ese «terreno común» al que alude frecuentemente Barack Obama, y que muchas veces se puede confundir con el término «bien común» que tanto defiende y promueve el catolicismo: la búsqueda de un terreno común y la atención al bien común «a menudo puede coincidir, pero no son la misma cosa. Pueden diferir considerablemente en la práctica. […] Las llamadas políticas abortistas de terreno común pueden atentar de hecho contra el bien común porque implican una falsa unidad; crean una cornisa de acuerdo público compartido demasiado estrecho y demasiado débil para sostener el peso de un consenso moral real. Nunca se sirve al bien común con la tolerancia hacia el matar a los más débiles, comenzando por los no nacidos». El texto completo, fue difundido por la Catholic News Agency.
 
Ciertamente la postura de Obama respecto al aborto va más allá pues abarca una «educación sexual» que, en definitiva, promueve el libertinaje. Ya en una entrevista con el periódico italiano Avvenire, en los días anteriores a la vista al Papa, el presidente estadounidense declaró: «Mi posición personal es que se debe conjugar una sólida educación moral y sexual para la disponibilidad de anticonceptivos, para prevenir embarazos no deseados. Reconozco que ello contradice la doctrina de la Iglesia católica, por lo tanto no espero que quien asume fuertemente el punto como materia de fe pueda coincidir conmigo respecto a este punto, pero ésta es mi opinión personal».
 
Una reforma sanitaria que beneficia a los abortistas
Volviendo al tema de la reforma sanitaria en Estados Unidos, los obispos norteamericanos han expresado la necesidad de una reforma del Sistema Nacional de Salud, pero también han pedido que el aborto sea excluido de la legislación.
 
Al respecto, el 29 de julio de 2009, el cardenal Justin Rigali, arzobispo de Filadelfia, reiteró su petición al Congreso: «La reforma, muy necesaria, no debe volverse un instrumento para promover un programa de “derecho al aborto”, ni para revocar la prohibición de cobertura obligatoria del aborto y su financiación con fondos públicos». Todavía el 11 de agosto, el cardenal Rigali envió una carta a cada uno de los miembros de la Cámara de Representantes, enfatizando que la nueva legislación sobre salud debe respetar la vida desde la concepción.
 
Según Vida Humana Internacional, la reforma del sistema de salud incluye el aborto sin restricciones, la eutanasia encubierta, niega el derecho a la objeción de conciencia y crea un comité que puede tomar decisiones por los pacientes. La evidenciación de estos puntos llevó a Hussein Obama a declarar que «algunos están diciendo que con esta reforma la cobertura del aborto será obligatoria. Falso. En lo que se refiere a la actual prohibición de utilizar dinero público para el aborto, nada va a cambiar con esta reforma».
 
Sin embargo, como decía Ignacio Aréchaga en un artículo publicado en ACE PRENSA (cf. 28.08.2009), «fuentes no partidistas piensan que en su versión actual la reforma permitiría la financiación del aborto. La web FactCheck.org, de la Universidad de Pennsylvania, llega a la conclusión de que “a pesar de lo que dice Obama, la ley preparada en la Cámara de Representantes permitiría que los abortos fueran cubiertos por un plan federal y por planes privados subsidiados por fondos públicos”. También la revista Time escribe que si se aprueba esta legislación “de hecho marcaría un cambio significativo en el papel del gobierno federal respecto a la financiación del aborto”».
 
Una encuesta de Rasmussen Reports refleja que el 48% de los estadounidenses piensa que el Estado debe prohibir cualquier financiación de abortos bajo cualquier supuesto, mientras que sólo un 13% estaría a favor de una cobertura estatal para estos asesinatos.
 
El 9 de septiembre parecía que las palabras de «no» al aborto iban en serio. De hecho, el director asociado de actividades pro-vida de la Conferencia de Obispo Católicos de Estados Unidos, Richard Doerflinger, aplaudió públicamente el supuesto rechazo de Obama al aborto en la Reforma Sanitaria.

 
Los datos se polarizan aún más si se considera que de los demócratas la defiende sólo un 68%, mientras que de entre los republicanos la reprueba un 71% y, lo que influye más todavía, en el sector independiente únicamente la ve con simpatía un 28%, mientras que un 44% la rebate.
 
Días más tarde, pese a las palabras públicas de Obama sobre no incluir el aborto en la reforma sanitaria, el Senado volvió a incluirlo y a negar la objeción de conciencia (la mayoría de los senadores pertenecen al mismo partido que Hussein Obama). Inmediatamente, el cardenal Daniel DiNardo y los obispos William Murphy y John Wester, de los comités de la conferencia episcopal de obispos católicos sobre desarrollo humano, justicia, migración y vida, enviaron una carta al Senado. La carta iba acompañada de una ficha con la enmienda Stupak-Pitt, aprobada por la Cámara de Representantes, que impide la financiación del aborto con fondos públicos en la mayoría de los supuestos para abortar.
 
Si bien las conclusiones aún no son definitivas y las discusiones siguen abiertas, el pasado 9 de diciembre el Senado volvió a rechazar una enmienda que impedía la financiación de abortos con dinero público.
 
Ante todo esto, quizá la envestida más importante contra la deriva abortista del actual gobierno de los Estados Unidos fue la histórica Declaración de Manhattan. A ella se refirió la Catholic News Agency como «coalición sin precedentes». Y lo es.
 
La Declaración de Manhattan (Manhattan Declaration: A call of Christian Consciense) es un pronunciamiento de seis páginas firmado por líderes religiosos católicos, ortodoxos y cristianos evangélicos, para reafirmar verdades en torno a la vida y la familia, y que apela a los ciudadanos para defender esos valores. Fue dada a conocer el 20 de noviembre de 2009, si bien fue acordada en el mes de octubre y discutida inicialmente a finales de septiembre.
 
Al inicio de la misma se dice claramente: «Mientras la opinión pública se ha movido en una dirección pro vida, fuerzas poderosas y decididas están trabajando para expandir el aborto, la investigación que destruye embriones, el suicidio asistido y la eutanasia».
 
En poco tiempo se han multiplicado las adhesiones cada vez más numerosas. Entre los signatarios católicos se puede encontrar a los obispos de Detroit, Nueva York, Newark, Minneapolis, Kansas City, Louisville, Colorado, Oakland, Portland y Pittsburg.
 
Pero la inclusión del aborto en la reforma sanitaria también ha pasado factura a la administración Obama. Otra encuesta de Gallup expone que el 39% de los americanos rechaza la reforma, mientras que el 37% la aprueba.
 
No es sólo la cuestión de la vida, también es la familia
Es verdad que todo este movimiento ideológico no se «reduce» al tema de la vida, abarca también una desprotección hacia la familia auténtica.
 
Preguntado sobre cómo concilia su fe cristiana con el tema de la homosexualidad, la respuesta del presidente de Estados Unidos al diario Avvenire (cf. 06.07.2009) fue que la comunidad gay y lésbica de Estados Unidos «es ofendida por algunas de las enseñanzas de la Iglesia católica y de la doctrina cristiana en general».
 
Las palabras de Obama tienen sus antecedentes: un mes antes de su respuesta al Avvenire había declarado el mes de junio de 2009 como el «mes del orgullo lésbico, gay, bisexual y transgénero».
 
«Queda mucho camino por recorrer en la aceptación del movimiento homosexual», dijo Barack Obama en un documento oficial que circuló a inicios del mismo mes de junio de 2009. ¿Cuáles están siendo las medidas? Las enumeraba Houssein Obama: 1) en el plano internacional, en las Naciones Unidas, se ha unido a los esfuerzos para despenalizar la homosexualidad en el mundo; 2) En el país, «seguiremos con medidas de apoyo a la igualdad de derechos de los LGBT norteamericanos». Estas medidas incluyen: a) mejorar las leyes sobre los crímenes de odio; b) apoyar las uniones civiles y los derechos federales que prohíben la discriminación en el lugar de trabajo para las parejas LGTB; c) comprometerse en la lucha contra la epidemia de VIH/SIDA, para reducir el número de infecciones y aumentar la prestación de servicios de atención y apoyo a las personas enfermas de VIH/SIDA.
 
La medida número uno de Obama parece que halló prontamente eco en la ONU. El 27 de agosto de 2009 se hizo pública la «Guía de educación sexual para el empoderamiento de los jóvenes» o «Directrices Internacionales para la Educación Sexual» (98 páginas), elaborada por la UNESCO, en trabajo conjunto con la UNICEF, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
 
La guía o directriz mentaliza en los roles de género como apologías de la homosexualidad, a partir de que los niños cumplen cinco años; a los nueve años se les insiste machaconamente en luchar contra la homofobia.
 
Fue también el director de NoticiasGlobales.org quien unas semanas después (cf. boletín telemático 02.07.2009) dio a conocer las palabras que el 29 de junio ofreció el presidente de Estados Unidos a los líderes de la comunidad gay, en lo que ha tenido a llamarse «día del orgullo gay»: «Todos somos testigos de los cambios monumentales que se están operando en este país. Esto nos da esperanza, pero no podemos descansar. Hay que seguir avanzando paso a paso, ley por ley, cambiando cada conciencia».
 
Y añadió casi al final de su discurso: «Quiero que sepan que yo en esta tarea no sólo seré su amigo, voy a seguir siendo un aliado y un campeón, un presidente que lucha con ustedes y para ustedes».
 
En este caso, las obrasfueron antes que las palabras: el 17 de junio de 2009, el presidente de Estados Unidos firmó un decreto presidencial otorgando a los empleados federales que conviven maritalmente –ya sean parejas heterosexuales u homosexuales– los mismos beneficios sociales que a los agentes de la administración casados legalmente. Y en las palabras del día del orgullo gay se comprometió a revocar la Defence of Marriage Act (DOMA), a derogar la prohibición de que sirvan en el ejército homosexuales declarados y a impulsar la legislación antidiscriminatoria en el trabajo y la nueva legislación federal sobre crímenes de odio, entre otras cosas.
 
Un premio Nobel de fantasía
La concesión del Nobel de la paz ha sido fuente de más polarizaciones que han hecho un flaco favor al señor Obama.
 
Un artículo de Lucetta Scaraffia en L´Osservatore Romano recordaba que «la guerra más larga, y con el mayor número de caídos, es la práctica del aborto, legalizando y facilitando las estructuras internacionales». Y enfatizaba también cómo otro premio Nobel de la paz, Madre Teresa de Calcuta, llamó al aborto «el gran destructor de la paz hoy, porque es una guerra directa, una matanza directa, un asesinato directo por parte de la propia madre».
 
A inicios de diciembre de 2009 Obama recibió y agradeció el premio y envió 12,000 militares más a luchar en Afganistán. De suyo, en la ceremonia para entregar el Nobel de la paz defendió abiertamente el concepto de «guerra justa». Buen tema. Mal lugar y momento.
 
Ya a finales de noviembre de 2009, la secretaria de Estado norteamericana hizo pública la negativa de Hussein Obama para firmar la convención que rechaza el uso de minas anti-persona (cf. Avvenire, 26.11.2009). Además, se reservaba el derecho de volver a usar o producir ese tipo de armamento, «si las circunstancias lo exigen». Resulta paradójico que justamente los promotores de la convención que rechaza el uso de minas anti-personas hayan sido también galardonados con el Premio Nobel de la Paz.
 
Un artículo de Daniel Henninger en The Wall Street Journal (cf. 10.07.2009) ahondaba en la capacidad retórica del presidente Obama. Henninger concluye que, salvo en el tema de la sanidad, «hay una desconexión entre la magnitud de las ideas y las acciones». Es decir: habla mucho –y bien– pero hace poco y no siempre con buenos resultados.
 
¿Quiénes está detrás de la administración Obama?
Barack Obama y los medios de comunicación afines se han dado a la tarea de gritar el grupo de apoyo presuntamente católico que forma parte de su equipo de trabajo más cercano. Pero, otra vez, Juan Claudio Sanahuja se encargó de mostrar quiénes son en realidad esas personas en un artículo titulado USA: los católicos de Obama.
 
Otra pregunta frecuente es por qué tanto interés por promover el aborto. A veces se pasa desapercibido las jugosas sumas de millones de dólares que están en juego. Tan solo en 2005, el gobierno de los Estados Unidos destinó la cifra record de 288,3 millones de dólares a la «planificación» familiar bajo el Título X. Detrás de Título X hay una gran beneficiaría: Planned Parenthood, quien se quedó con más de un tercio de esta asignación.
 
Yendo a hechos, Planned Parenthood fue uno de los organismos que financiaron la campaña hacia la presidencia, de Barack Obama, por lo que no sorprende la ayuda y deriva del actual presidente hacia esta multinacional de la muerte.
 
Detrás de las decisiones de Obama se encuentran potentes lobbies de presión como los que ya en un comentario de finales de enero de 2009 publicó Juan José García Noblejas en su blog.
 
Pero, ¿los resultados de las encuestan tienen alguna repercusión real?
La interrogante final podría ser: ¿y qué signos reales manifiestan que las encuestan repercuten verdaderamente? Y más aún, ¿cómo se evidencia que el tema pro vida no es intrascendente?
 
La región de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos, ha sido de las receptivas al gaymonio, si se le compara con cualquier otra zona de la Unión Americana. A inicios del pasado mes de noviembre de 2009, el Estado de Maine dio un rotundo «no» a la consideración de uniones de personas del mismo sexo como matrimonios. Se unía así a los 31 estados que han vetado el «matrimonio» homosexual mediante referéndum. Un artículo de Abby Goodnough para The News York Times decía que «el resultado en Maine confirma que los votantes son reacios a respaldar el “matrimonio” homosexual, como muestran las encuestas nacionales, aunque la diferencia se está acortando. Y los partidarios reconocen que preferirían claramente evitar referendos».
 
No es todo. El pasado 3 de noviembre hubo elecciones para gobernador en Virginia y Nueva Jersey, estados donde Barack Obama ganó cuando fueron las elecciones presidenciales de 2008, y donde los candidatos republicanos no tenían esperanzas. Aparentemente.
 
A pesar de que los candidatos demócratas contaron con el apoyo explícito del actual presidente, los vencedores fueron los republicanos: se trata de Bob Mc Donell (Virginia) y Chris Christie (Nueva Jersey), dos católicos del ala conservadora (Great Old Party) del partido republicano. El primero es ampliamente conocido por su postura pro vida. Mientras fue legislador, Mc Donell introdujo enmiendas que limitaban el aborto.
 
Christie es contrario a reconocer las uniones de personas del mismo sexo como matrimonios y su postura para limitar el aborto es ampliamente conocida. Durante la campaña llegó a declarar: «Todo el mundo sabe cómo pienso. La primera vez que escuché el corazón de mi hija no nacida supuso un fuerte impacto en mis creencias».
 
Por su parte, Mc Donell respondió así a la pregunta «¿cómo aconsejaría a una de sus hijas sobre un embarazo no deseado?», durante un debate público con su entonces contrincante, Creigh Deeds: «Soy provida, me educaron en una familia católica de clase media en el Condado de Fairfax en la que mis padres me enseñaron a respetar la vida y la importancia de la familia. Mi mujer y yo hemos educado a nuestros hijos de la misma manera, así que le diríamos a nuestra hija que la amamos a ella y a su hijo y que la ayudaremos a criarlo».
 
Pocos días después de asumir la presidencia de Estados Unidos, Hussein Obama escribió una carta a sus hijas Malia y Sasha, publicada también en la revista Parade, donde, entre otras cosas, les dice: «Quiero que cada niño tenga esas mismas oportunidades de aprender y soñar, y por eso he llevado a nuestra familia a esta gran aventura».
 
Por como están las cosas, no queda claro a qué niños se refiere el señor presidente. Aquellas palabras de Fischella –«Si este es uno de los primeros actos del presidente Obama, con todos mis respetos, creo que el camino hacia la decepción habrá sido corto»– no sólo fueron atinadas, sino proféticas. Es un hecho: la mayoritaria causa y sensibilidad pro vida pasan factura. Y las cuentas ya están comenzando a llegar.
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