GUZMÁN CARRIQUIRY, EN EL CURSO «LA IGLESIA Y LA CRISIS ECONÓMICA» DE LA UNIVERSIDAD ABAT OLIVA CEU
«El laicismo agresivo tilda de extremistas a los que toman en serio su cristianismo»
Guzmán Carriquiry (Montevideo, 1944) ha dejado auténticas perlas de la óptica cristiana ante la crisis en su última conferencia en el curso de verano «La Iglesia y la crisis económica» de la Universitat Abat Oliba CEU (UAO). El evento ha tenido como objetivo buscar desde un enfoque práctico soluciones para revertir la situación no basadas solamente en principios.
(R.B./ReL) «El laicismo agresivo tilda de extremistas a los cristianos que se toman en serio su cristianismo. Quieren cristianos light», afirma Guzmán Carriquiry, el laico más importante en la esfera vaticana. El vicesecretario del Pontificio Consejo para los Laicos subrayó en el curso de verano «La Iglesia y la crisis económica» de la Universidad Abat Oliva CEU de Barcelona que «el poder quiere acomodar al cristianismo en base a sus intereses, no tolera que se reivindique la moral cristiana». Carriquiry ha opinado que los «estados éticos» atentan contra la libertad y ha aclarado que los cristianos «no queremos estados teocráticos, ideológicos ni éticos», ya que el verdadero laicismo es el que se encuentra en la línea del «dar de a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César». El peligro que observa el uruguayo es que la Iglesia «tiende a colocarse en un terreno de dialéctica con el poder» y eso la convierte en «agente político», sin embargo, advierte, «la Iglesia no debe perder su verdadera misión». La conferencia ha partido de la denuncia de que los cristianos no se encuentran a la altura de las necesidades de la sociedad y por lo tanto la Iglesia pierde una oportunidad en lo que ha definido «un tiempo propicio para que Iglesia y cristianos se demuestren custodios de la esperanza de los hombres», informa Forumlibertas. Carriquiry cree que la Iglesia necesita de una revitalización de la experiencia cristiana a través de tres principios fundamentales: «la dignidad de la persona, la subsidiariedad y la solidaridad», principios que a su entender «se convierten en abstracción si no hay sujetos que lo lleven a la realidad», por ello se debe «suscitar una nueva generación de católicos coherentes con su fe, comprometidos con la vida pública, el rigor moral, la competencia y el fragor en la lucha con su pueblo». Carriquiry advierte de que esa presencia de los cristianos «no ha logrado encontrar cauces incisivos todavía». La crisis es una oportunidad para la Iglesia y los cristianos El ponente ha afirmado que «estado y mercado necesitan sujetos con anhelos libres» y ha recordado que el camino cristiano es siempre «ir de condiciones menos humanas a condiciones más humanas». «La crisis no se supera sólo desde el poder político ni la mano invisible del mercado, sino a través de la participación democrática consultiva de las personas, una sociedad activa, abierta y emprendedora de las personas», ha dicho, recordando que ese bien común «para que todos seamos responsables de todos» necesita de «solidaridad para los más pobres». En este sentido ha puesto énfasis en la agresión que está sufriendo actualmente la institución familiar recordando el origen etimológico de patria (paternidad) y nación (nacimiento y por lo tanto maternidad): «En la aldea global de las comunicaciones falta la comunión social y sin embargo vence el extrañamiento. Por eso la Iglesia promueve el bien del matrimonio –célula de la sociedad y amortizador social- que está sufriendo una profunda agresión lo cual se traduce en un duro golpe para la sociedad». Además ha alertado que «el hombre se ha manipulado a sí mismo convirtiéndose en producto de sí mismo». En este sentido, ha explicado cuál debe ser la percepción de un cristiano en este contexto: «nosotros no estamos definidos por la circunstancia sino por el encuentro y seguimiento de Cristo» y ha constatado que «Cristo está implicado en la crisis que estamos viviendo», por eso «la Iglesia tiene algo que decir». Carriquiry ha puesto de relieve la identidad del laico cristiano y la importancia de su incidencia en la sociedad sin pudores ni complejos, y ha denunciado que venimos de un tiempo «en el que a la securalización de los clérigos le ha seguido la clericalización de los laicos». El ponente ha recordado la necesidad de que los políticos actúen con responsabilidad ante la crisis y ha citado las palabras del cardenal Ratzinger cuando afirmó que «la política es el arte del compromiso»: «Se debe rehabilitar la política como forma de solidaridad» que actúe conjuntamente con «un compromiso de los cristianos con la vida pública». Cristianismo público «Si hemos encontrado a Cristo, Cristo nos cambia la vida» ha asegurado Carriquiry que ha explicado la importancia de que un verdadero encuentro con Cristo signifique un cambio en todas las parcelas de nuestra vida ya que el cristianismo «es totalizante, no disocial». «La pertenencia a la Iglesia es un don capital que arquitectura nuestra vida», ha asegurado preguntándose: «¿Cómo redescubrir la alegría de ser cristiano en la actualidad? ¿Cómo la conveniencia de ser cristiano en un mundo postcristiano?, lo prioritario es más originario y profundo: el acontecimiento cristiano en la vida de las personas es un hecho históricamente acaecido».
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