MARÍA LOZANO, DE AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA, ANALIZA LA CRISIS DE HONDURAS
«Rodríguez Madariaga quiere ejercer un papel neutral, pero llamando a las cosas por su nombre»
La periodista María Lozano, colaboradora de Ayuda a la Iglesia Necesitada, está siguiendo muy de cerca la crisis institucional en Honduras y conoce de primera mano el pensamiento y la acción de la Iglesia católica en el país hispanoamericano.
(Javier Fariñas/ReL) La periodista María Lozano, colaboradora de Ayuda a la Iglesia Necesitada, analiza las causas del derrocamiento del presidente Zelaya y la postura de la Iglesia católica. - ¿Es cierto que la Iglesia en Honduras respalda la decisión de la Corte Suprema de Justicia de que el Presidente Manuel Zelaya no regrese al país? -Aquí habría que diferenciar dos cosas. Por una parte, la Conferencia Episcopal ha estudiado detalladamente los fundamentos jurídicos de lo que está sucediendo en Honduras y ha llegado a la conclusión de que las instituciones estatales han actuado realmente de conformidad con la Constitución. Sin embargo, el hecho de que los obispos recomienden al presidente Zelaya que de momento no regrese no tiene nada que ver con esta valoración jurídica. La propuesta de la Conferencia Episcopal pretende evitar el estallido de la violencia en el país. La prudencia de esta postura se ha puesto de manifiesto el domingo, cuando Zelaya intentó regresar al país y hubo dos muertos. Pero no creo que los obispos estén por principio en contra del retorno del depuesto presidente. Por lo demás, la Conferencia Episcopal ha exigido una aclaración detallada sobre las circunstancias de la salida forzada de Zelaya a Costa Rica el 28 de junio. - Sobre este hecho se oyen explicaciones contradictorias. De hecho, ¿fue el presidente depuesto por un golpe militar? - En todos los medios de comunicación, incluso en los de más prestigio, se sigue hablando realmente de un golpe militar. Pero esta afirmación es discutible, y quizá incluso falsa. La deposición del presidente no fue decidida por los militares, sino por el Parlamento, y decretada por el Tribunal Supremo. La mayoría parlamentaria fue de 124 votos a favor y 4 en contra, con el propósito de preservar la Constitución. Es decir, los militares no pretendieron asumir el poder, sino que sólo ejecutaron las órdenes de la Fiscalía General y la Corte Suprema. Es extraño que muchos políticos, también en países occidentales, aún no lo hayan advertido, y que tampoco los medios de comunicación lo hayan destacado. Yo no pretendo juzgar sobre si la deposición de Zelaya estuvo bien o mal. Pero es un hecho que ha sido una decisión legítima dentro de un sistema democrático. Lo que no puedo entender es que Zelaya haya sido enviado a Costa Rica. Este me parece ser el único punto antidemocrático e ilegal. - ¿Por qué ha depuesto el Parlamento al presidente Zelaya? - Antes de llegar a esta situación ha habido una serie de escándalos de corrupción en torno a Zelaya. La gota que parece colmó el vaso y la razón de que el presidente haya sido depuesto es que pretendió enmendar la Constitución valiéndose de un referéndum, y conseguir así una prolongación de su mandato presidencial. Este concluye dentro de unos pocos meses, y la Constitución no prevé una reelección directa. A pesar de la prohibición por el Tribunal Supremo, Zelaya insistió en celebrar el referéndum. La situación se agravó cuando Zelaya dio orden a las fuerzas armadas de apoyarle en el desarrollo logístico de este referéndum opuesto a la Constitución. La jefatura militar reaccionó democráticamente, rechazando la orden presidencial, lo cual fue apoyado por la Corte Suprema de Justicia. Zelaya reaccionó con la deposición de la jefatura militar. Llegado este momento, estaba claro que el Parlamento tenía que actuar. - ¿Cuál es el papel de la Iglesia en este conflicto? - He hablado estos días con el cardenal Rodríguez Maradiaga, quien es presidente de la Conferencia Episcopal. El destacó especialmente que quiere jugar un papel neutral, sin tomar partido. Desea ante todo que se llegue a un diálogo entre las partes implicadas y ha hecho un llamamiento para la reconciliación. Esto no impide que intente clarificar y llamar las cosas por su nombre. Pero también esto ha sido frecuentemente mal entendido e interpretado de modo unilateral en los medios de comunicación. - ¿Cree Usted que este diálogo en Honduras tiene posibilidades de éxito? - Yo pienso que ese diálogo sólo será posible si el mundo reconoce la realidad política en Honduras. El presidente depuesto no puede regresar sin más ni más, como si nada hubiera ocurrido, querer eso es una utopía sin fundamento. ¿Y por qué se permite que países como Venezuela o Nicaragua amenacen a los gobernantes de Honduras con medidas militares, sin que la comunidad internacional diga nada? Mientras no se llegue a una situación de tranquilidad, el diálogo va a ser difícil. - ¿Se sienten amenazadas las iglesias ante la posibilidad de un nuevo mandato del presidente Zelaya? - Manuel Zelaya se había orientado últimamente en la dirección del presidente venezolano Hugo Chávez. De Venezuela llegaron incluso las urnas y papeletas para el proyecto de referéndum ilegal. Esto es preocupante -no sólo para los cristianos- sino para todos los demócratas. En cuanto al tema de la reelección, muchas Constituciones de países de América Latina preveían o prevén que un presidente sólo puede ser elegido por dos períodos electorales. Es esta una lección aprendida del pasado, que frecuentemente ha sido marcado por dictaduras, y esto es algo que debe mantenerse. Pero por otra parte, la relación de la Iglesia con el Gobierno de Zelaya no ha estado hasta ahora nada mal. Es verdad que la Iglesia se ha manifestado en contra de la corrupción en el país y ello no ha gustado al Gobierno, pero verdaderas dificultades no las ha habido. - ¿Qué cabe esperar, si el presidente Manuel Zelaya no regresa? - Pienso que él debería regresar, de lo contrario la situación en Honduras nunca será estable. La única pregunta es cómo y cuándo debe ser el regreso. ¿Como víctima y acompañado de políticos extranjeros que quieren verlo de nuevo en el poder? ¿O con acompañamiento de observadores neutrales, dispuestos a encontrar una solución justa y pacífica? Esto es lo que sería de desear. - ¿Cómo podría ser esta solución? - Para noviembre están previstas las elecciones. Quizá se podrían anticipar, o quizá también establecer un Gobierno de transición. Habría que aclarar también cómo y por qué Zelaya fue llevado fuera del país. Si ello hubiese sido anticonstitucional, debe haber alguien que asuma la responsabilidad. En todo caso, conviene llegar en Honduras mismo, sin interferencia desde el exterior, a una solución democrática. La anunciada mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, podría aportar una solución al conflicto. Arias recibió en 1987 el Premio Nobel de la paz por sus esfuerzos en pacificar América Latina, quizá las negociaciones que se planean para el jueves sean una medida esperanzadora. - ¿Han dejado de tener presencia la Iglesia católica y de iglesias evangélicas en las comisiones gubernamentales que trabajan para tratar de solucionar los problemas de Honduras? - Espero que no sea así. Dos problemas crónicos son la corrupción y la injusticia social. La Iglesia debe seguir observando la situación y actuar enérgicamente. Y a nosotros en Europa nos incumbe rezar por la paz en el país, manteniéndonos además bien informados sobre la situación, aunque sea difícil. De modo especial sugiero que se rece por el cardenal Rodríguez Maradiaga, pues sobre él pesa, como representante de la Iglesia en Honduras, una gran responsabilidad.
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