BENEDICTO XVI SOLICITA ORACIONES POR LA CUMBRE DEL G8 EN LAQUILA
El Papa pide «hombres rectos» en la política y la economía para velar por el bien común
En medio de miles de interpretaciones suscitadas tras la publicación de la carta encíclica «Caritas in veritate», el propio Benedicto XVI ha aprovechado la audiencia general de hoy para predicar una primera catequésis sobre el texto.
(Nicolás de Cárdenas/ReL) En la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, Benedicto XVI habló sobre su tercera encíclica «Caritas in veritate», que se presentó ayer. El Santo Padre explicó que el documento pone de relieve que «la caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de la persona y de la humanidad» y que «sólo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible alcanzar objetivos de desarrollo dotados de valor humano». La encíclica, continuó, «profundiza la reflexión eclesial sobre cuestiones sociales de gran interés para la humanidad de nuestro siglo, teniendo en cuenta, de modo especial, lo que escribió Pablo VI en 1967 en la Populorum progressio». Benedicto XVI subrayó que «Caritas in veritate» «no desea ofrecer soluciones técnicas a los grandes problemas sociales del mundo actual (...), pero recuerda los grandes principios indispensables para construir el desarrollo humano en los próximos años, entre los que destaca, en primer lugar, la atención a la vida del hombre, núcleo de todo progreso auténtico; el respeto del derecho a la libertad religiosa; (...) el rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considere artífice absoluto del propio destino». «Son necesarios -continuó- hombres rectos tanto en la política como en la economía, que estén sinceramente atentos al bien común». Refiriéndose en concreto a «las emergencias mundiales», el Papa dijo que «es urgente llamar la atención de la opinión pública sobre el drama del hambre y de la seguridad alimenticia», que «hay que afrontar con decisión, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres». El Santo Padre señaló que «la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; de recuperar la contribución importante del principio de gratuidad y de la lógica del don en la economía de mercado, donde la regla no puede ser solo el provecho. Pero esto es posible únicamente gracias al compromiso de todos, economistas y políticos, productores y consumidores y presupone una formación de las conciencias que refuerce los criterios morales en la elaboración de los proyectos políticos y económicos». «Es necesario -añadió- un estilo de vida distinto por parte de toda la humanidad, en el que los deberes de cada uno con respecto al ambiente se entrelacen con los de la persona considerada en sí misma y en relación con los demás». Frente a «los problemas enormes y profundos del mundo actual -dijo- es necesaria una autoridad política mundial regulada por el derecho, que respete los principios de subsidiariedad y solidaridad y se oriente firmemente a la realización del bien común, respetando las grandes tradiciones morales y religiosas de la humanidad». El Papa pidió a los fieles que rezaran para que «esta encíclica ayude a la humanidad a sentirse una única familia comprometida en realizar un mundo de justicia y de paz». Asimismo invitó a rezar «por los jefes de Estado y de Gobierno del G-8, que se encuentran en estos días en LAquila, para que en esta importante cumbre mundial se tomen decisiones y salgan orientaciones útiles al verdadero progreso de todos los pueblos, especialmente de los más pobres».
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