SU TERCERA ENCÍCLICA, «CARITAS IN VERITATE», HA SIDO PRESENTADA HOY EN LA SALA DE PRENSA DEL VATICANO
El Papa propone una «nueva síntesis humanista» para salir de la crisis
En la que será la primera encíclica social de Benedicto XVI, el Papa ha resaltado que «no basta progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral» y recuerda que sólo una economía basada en la caridad puede acabar con los problemas actuales.
(ReL/Agencias) La tercera encíclica del Papa «Caritas in veritate» («La caridad en la verdad») ha sido publicada hoy en la Sala de Prensa del Vaticano. En ella, Benedicto XVI plantea una nueva síntesis humanista que permita superar los desafíos de la globalización y explica cómo la caridad es el pilar sobre el que debe reedificarse la sociedad. «Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia ni responsabilidad social, y el actuar social cae en manos de intereses privados y lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales», indica en el texto. Al referirse a los desafíos que plantea la situación global actual, el Pontífice indica que «los aspectos de la crisis y sus soluciones, así como la posibilidad de un futuro nuevo desarrollo, están cada vez más interrelacionados, se implican recíprocamente, requieren nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista». Señala que la actual crisis económica «ha nacido de un déficit de ética en las estructuras económicas». El Papa recuerda que «no basta progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre, ni en los países protagonistas de estos adelantos, ni en los países económicamente ya desarrollados, ni en los que todavía son pobres, los cuales pueden sufrir, además de antiguas formas de explotación, las consecuencias negativas que se derivan de un crecimiento marcado por desviaciones y desequilibrios». El Santo Padre resalta asimismo que «desde el punto de vista social, a los sistemas de protección y previsión, ya existentes en tiempos de Pablo VI en muchos países, les cuesta trabajo, y les costará todavía más en el futuro, lograr sus objetivos de verdadera justicia social dentro de un cuadro de fuerzas profundamente transformado». El desprecio a la vida, una nueva forma de pobreza El Santo Padre ha recordado que una de las peores formas de pobreza actual es el aborto: «Uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida, que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos. Es un aspecto que últimamente está asumiendo cada vez mayor relieve, obligándonos a ampliar el concepto de pobreza y de subdesarrollo a los problemas vinculados con la acogida de la vida, sobre todo donde ésta se ve impedida de diversas formas». Respetar los derechos de los trabajadores «La invitación de la doctrina social de la Iglesia, empezando por la «Rerum novarum», a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser respetada, hoy más que ayer, dando ante todo una respuesta pronta y de altas miras a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local». El Papa Benedicto XVI señala luego que «la movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada» es un desafío que exige una adecuada respuesta para que no suceda que «la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación» se haga «endémica» generando «formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para crear caminos propios coherentes en la vida, incluido el del matrimonio». «Se sigue produciendo ‘el escándalo de las disparidades hirientes’. Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres. La falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores es provocada a veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción local. Las ayudas internacionales se han desviado con frecuencia de su finalidad por irresponsabilidades tanto en los donantes como en los beneficiarios». Por ello, recalca el Santo Padre dirigiéndose especialmente a los gobernantes, «el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: ‘Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social’». Sostiene que «el nuevo contexto económico-comercial y financiero-internacional» requiere de una revalorización del rol de los Estados. Por ello, invita a los sindicatos a «instaurar nuevas sinergias a nivel internacional» para enfrentar «la reducción de las redes de seguridad social». El hambre y libertad religiosa Al hablar después del desafío del hambre en el mundo, el Pontífice precisa que hace falta un sistema de instituciones capaces de asegurar el alimento, así como la maduración de una «conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones. Es importante destacar, además, que la vía solidaria hacia el desarrollo de los países pobres puede ser un proyecto de solución de la crisis global actual, como lo han intuido en los últimos tiempos hombres políticos y responsables de instituciones internacionales». El Papa precisa también que existe un aspecto de la vida de hoy «muy estrechamente unido con el desarrollo: la negación del derecho a la libertad religiosa». «La violencia frena el desarrollo auténtico e impide la evolución de los pueblos hacia un mayor bienestar socioeconómico y espiritual. Esto ocurre especialmente con el terrorismo de inspiración fundamentalista, que causa dolor, devastación y muerte, bloquea el diálogo entre las naciones y desvía grandes recursos de su empleo pacífico y civil». Ante grandes novedades, nuevas soluciones «Las grandes novedades que presenta hoy el cuadro del desarrollo de los pueblos plantean en muchos casos la exigencia de nuevas soluciones. Éstas han de buscarse, a la vez, en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad», dice Benedicto XVI en la «Caritas in veritate». «Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres». El Papa subraya también la «convergencia entre ciencia económica y valoración moral. Los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos» y explica que «reducir el nivel de tutela de los derechos de los trabajadores y renunciar a mecanismos de redistribución del rédito con el fin de que el país adquiera mayor competitividad internacional, impiden consolidar un desarrollo duradero». «La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización”, resalta el Papa y expresa que “una de las pobrezas más hondas que el hombre puede experimentar es la soledad. Ciertamente, también las otras pobrezas, incluidas las materiales, nacen del aislamiento, del no ser amados o de la dificultad de amar». Después de precisar que «el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro», Benedicto XVI afirma que el «desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz». Al hablar entonces del papel de las religiones para el desarrollo integral, el Pontífice reitera que «la religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa ‘carta de ciudadanía’ de la religión cristiana». Evitar la especulación El Papa también plantea, en términos económicos, una regulación «del sector capaz de salvaguardar a los sujetos más débiles e impedir escandalosas especulaciones, cuanto la experimentación de nuevas formas de finanzas destinadas a favorecer proyectos de desarrollo, son experiencias positivas que se han de profundizar y alentar, reclamando la propia responsabilidad del ahorrador». Al hablar sobre las migraciones y su relación con el desarrollo, el Papa considera que la política que sirva de la mejor manera a responder a este desafío «hay que desarrollarla partiendo de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos (…) Ningún país por sí solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales». «El verdadero desarrollo no consiste principalmente en hacer. La clave del desarrollo está en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser», alerta luego el Santo Padre. El Pontífice también habla del lugar de los medios de comunicación ante el desarrollo y explica que estos deben estar «centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural». Se sumerge en la tradición católica El texto retoma las temáticas sociales de la encíclica «Populorum progressio», citada por el Santo Padre en las primeras páginas, escrita por el Siervo de Dios Pablo VI en 1967 y firmada también el día de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo del mismo año.Por otro lado, «Caritas in veritate» conmemora también la encíclica social de Juan Pablo II, «Sollicitudo rei socialis», publicada en 1988 y que abordaba el drama de la desigualdad y del desarrollo social. Se sitúa en la misma línea del magisterio marcada pro León XIII en 1891, con la redacción de «Rerum Novarum» sobre el capital y el trabajo, continuada 40 años después con la «Quadragesimo Anno» de Pío XI y otros 30 años más tarde con la «Mater et Magistra» de Juan XXIII. El mismo Juan Pablo II escribió otras dos encíclicas sociales, además de la ya citada, conmemorando el centenario de «Rerum Novarum» con su «Centessimus Annus» en 1991. Benedicto XVI continúa ahora esa gran tradición, enmarcando la Doctrina social a los tiempos actuales. El Papa Benedicto XVI ha afirmado, en relación a su nueva obra: «Es una ulterior contribución que la Iglesia ofrece a la humanidad en su compromiso por un progreso sostenible, en el pleno respeto de la dignidad humana y de las reales exigencias de todos», afirmó. También declaró que ha sido necesaria su reelaboración «precisamente para ofrecer un mensaje a la humanidad en esta nueva coyuntura». «Caritas in veritate» es la tercera encíclica de Benedicto XVI. El 25 de enero de 2006 publicó su primera encíclica, sobre el tema de la caridad y del amor divino, titulada «Deus caritas est» («Dios es amor»). Su segunda encíclica de fue lanzada en noviembre del 2007 con el título «Spe salvi» («Salvados por la esperanza»), en la que analiza sobre todo el pesimismo y el materialismo que sacude a los europeos. Esta tercera encíclica será la número 296 de la historia de la Iglesia Católica. A diferencia de sus anteriores encíclicas, redactadas de principio a fin por el propio pontífice, «Caritas in veritate» es fruto del trabajo de distintos obispos y cardenales expertos en temas de pobreza y desarrollo. A pesar de ello, se sabe que la huella del Sumo Pontífice será evidente. El viaje que el pasado mes de marzo realizó Benedicto XVI a África (el continente más pobre del planeta) se especula que podría haberle ayudado a sacar conclusiones y a finalizar el documento.
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