PODRÍA PRESIDIR LA BEATIFICACIÓN DEL FUNDADOR DEL «MOVIMIENTO DE OXFORD», EL CARDENAL JOHN HENRY NEWMAN
El Papa aprueba el milagro necesario para beatificar al cardenal Newman
Este milagro fue producido por Newman cuando todavía era sacerdote anglicano, antes de su conversión al catolicismo en 1845. Igual que Juan Pablo II, Benedicto XVI es un gran admirador suyo por su trabajo para armonizar la fe y la razón. Gordon Brown le ha invitado a su beatificación en el Wembley Stadium.
(Juan Vicente Boo/ABC) Benedicto XVI aprobó el viernes pasado el reconocimiento del milagro que permitirá beatificar al cardenal John Henry Newman (18011890), fundador del «movimiento de Oxford» en su etapa como sacerdote anglicano previa a su conversión al catolicismo en 1845. El primer ministro británico Gordon Brown invitó el pasado mes de febrero al Papa a celebrar personalmente la beatificación, que podría tener lugar en el Wembley Stadium, durante su visita al Reino Unido el próximo año. Como tantos millones de católicos, anglicanos y evangélicos, Benedicto XVI es un admirador de Newman, cuyo pensamiento conoció en los años cuarenta a través del profesor Theodor Haecker, uno de los inspiradores del movimiento de resistencia al nazismo «la Rosa Blanca», en la Universidad de Munich. Los escritos de Newman eran una fuente de inspiración para Sophie Scholl, luterana como la mayoría de sus compañeros de resistencia pacífica contra el régimen de Hitler. El Papa aprecia al gran intelectual británico por ser uno de los pioneros en el rescate de la armonía entre fe y razón, un tema clave para el futuro del cristianismo, objeto de la encíclica «Fides et Ratio» de Juan Pablo II en la que también colaboró Joseph Ratzinger. El milagro reconocido ayer es la curación inexplicable de Jack Sullivan, un diácono de 70 años en Marshfield, cerca de Boston, Massachussets, aquejado de una lesión incurable de la columna vertebral. Según su biógrafo Ian Ker, «Newman era claramente un santo y un santo muy inglés. Tenia un gran sentido del humor, como santo Tomas Moro, y un gran sentido de la amistad, que se ha perdido en nuestra época». Aunque la fama de santidad de John Henry Newman, a quien el Papa León XIII llamaba «mi cardenal» después de imponerle la birreta en 1879 en contra de buena parte de la Curia romana, ha sido siempre muy extensa, el milagro necesario para llevar a buen término su causa de beatificación ha tardado mucho en llegar. Hace unos años, el cardenal Cormack Murphy O´Connor, arzobispo de Westminster, manifestó haber explicado a Juan Pablo II, quien tenía también un gran interés en la beatificación de Newman, que «nosotros los ingleses no somos muy prácticos con los milagros. No es que no seamos devotos. Es que más bien consideramos a Dios como un «gentleman» al que no hay que molestar». Quizá por eso el milagro lo disfruta hoy un norteamericano.
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