LA ESCRITORA MERCEDES SALISACHS, A LOS 91 AÑOS, SIGUE REDACTANDO NOVELAS
«Sin fe sería una peonza que baila y cae»
Con más de treinta libros publicados, fue una de las pocas mujeres nacidas en las primeras décadas en España que recibió educación universitaria. Algunos de sus libros fueron censurados por la Dictadura. En esta entrevista la veterana escritora habla de su fe y de sus preferencias literarias, entre otras muchas cosas.
(Isabel Molina/Isis Barajas) Con gesto amable, como quien ha vivido mucho y, sobre todo, ha reflexionado mucho sobre lo que ha vivido, Mercedes Salisachs no duda en atender nuestra invitación. Nos abre sin reservas su corazón, sus recuerdos y la experiencia que sabiamente refleja en sus libros y en su agilidad a la hora de conversar. - ¿Con qué género literario describiría su vida? - Todas las vidas son novelas sin editar. También la mía puede serlo. - Una novela con un comienzo difícil… ¿Cómo superó las burlas y las críticas con las que le bombardearon en los inicios de su carrera? -La vocación pudo más que los ataques y los desprecios ajenos. También el apoyo de algunas personas muy valiosas que confiaron en mí: Eugenio d’Ors, Enrique Jardiel Poncela, Rafael Borrás y el editor Luis de Caralt. - Algunos de sus libros fueron incluso censurados durante la Dictadura… - Fui censurada porque tras la guerra todo suscitaba suspicacia. Tuve libros prohibidos que hoy serían considerados dignos de ser leídos por adolescentes. - Sin embargo, fue una de las pocas mujeres de la época que recibió educación universitaria. ¿Se considera pionera en este campo? - Tal vez. Mis amigas de entonces no estudiaban. Fueron educadas para formar parte de una sociedad muy frívola y poco dada a los estudios. - Ahora está escribiendo una biografía novelada de los recuerdos de la reina Victoria Eugenia cuando ya es anciana, ¿cuál cree que fue su memoria más feliz? ¿Y la más desgraciada? - Creo que su mayor felicidad fue casarse con Alfonso XIII. Y también creo que fue esa gran felicidad, su mayor desgracia. - En muchos de sus libros la referencia al sentido trascendente de la existencia humana es casi obligada… ¿qué papel juega la fe en su vida? - La fe es mi único pedestal que nunca se ha tambaleado. Sin fe yo no entendería la vida. Sería únicamente una peonza que baila y cae. - Siempre dice que quiere que el lector de sus libros reflexiones… ¿Se nos ha olvidado mirar «hacia dentro»? - Hacia dentro y hacia fuera. Vivir sin reflexionar es beber con un vaso vacío. - ¿Quién más hay en el mundo y en España con ese criterio suyo, ese peso en sus valores, que haya permanecido inmune a los elogios y los triunfos? - Muchos escritores que casi nunca se citan. Interesa más airear libros con criterios destructivos, aunque estén escritos con los pies. - Usted recibe abundante correspondencia de sus lectores. ¿Qué último testimonio le ha llegado más hondo? - De Estados Unidos. Son muchas las universidades que ofrecen a sus graduados mis obras para que hagan su tesis doctoral con ellas. - Asegura que no le resultó difícil compaginar sus facetas de madre, esposa y escritora mientras sus hijos eran pequeños porque dejó de escribir un tiempo. ¿Qué diría a las mujeres de hoy que están «obligadas» a trabajar mientras sus hijos son pequeños? - Que procuren pensar en sus hijos antes que en su trabajo y traten de ordenar ambas tareas con disciplina y mucho amor. - Ahora dicen que el amor tiene fecha de caducidad. Después de casi 60 años de matrimonio con su esposo, usted tendrá una opinión muy distinta… - El amor verdadero dura más allá de la muerte. El enamoramiento dura más o menos cuatro años. Pero la gente no sabe distinguir entre el sentimiento y el instinto. Consideran que los impulsos sexuales pueden ser causa de amor. En realidad el amor verdadero está más allá del sexo. - ¿Esperan demasiado hoy los jóvenes para casarse? - Me casé a los 18 años. A los 19 tuve mi primer hijo. Hoy la gente no se casa; se prepara para divorciarse. - Una mujer que ha dado siempre tanta importancia a la familia como usted, ¿cree que esta institución se encuentra en crisis? ¿Qué tipo de ayudas necesitaría para fortalecerse en nuestra sociedad? - Todas las que los gobiernos excesivamente materialistas van minando y anulando poco a poco. A veces pienso que, lejos de vivir una democracia, España vive una «dictocracia» llena de desafueros que nunca disminuyen. - Ha vivido la República, la Guerra Civil, la Dictadura y la llegada de la Democracia. Con esta amplia perspectiva, ¿cree que hemos aprendido algo con el tiempo o hemos vuelto a caer en los mismos errores? - En casi todos. Sólo que de un modo solapado. Durante la República los desafueros no se ocultaban y causaban reacciones contrarias con derecho a defenderse. Ahora se destruye en silencio y las reacciones se convierten en motivos de complicidad para no ser tachado de retrógrado. Por eso mucha gente considera que el progreso que nos proponen, legitima la libertad. No comprenden que la libertad sin límites es pura anarquía. Y que las anarquías, lejos de liberar, esclavizan. Jamás se ha vivido con tanto miedo como ahora. Progresar no consiste en recobrar daños y sufrimientos retrógrados y claramente anticuados, sino en buscar la forma de suprimir delitos y vivir en paz. No obstante, los delitos aumentan día a día. Incluso algunos han sido legalizados. - Para una mujer que habla siete idiomas, ¿qué opinión le merece la educación lingüística que impulsa la Generalitat? - Sería preferible que aprendieran el único lenguaje que se precisa para no caer en la tontería de la soberbia. - Cuando uno vive la muerte de cerca (de padres, hermanos, amigos, incluso de un hijo)… ¿en qué le cambia la perspectiva sobre la vida? - A mí me sirvió para comprender que lo importante no consiste en apurar los dones de la Tierra, sino en prepararse para ingresar en la vida eterna. - ¿Qué le dice la palabra soledad? - La soledad es mi gran amiga. Mis coloquios con ella se convierten en libros. - Si desde la otra vida pudiera interceder con su oración por algo de este mundo… ¿en qué gastaría sus fuerzas? - En pedir que la gente reflexione y no se deje llevar por modas que, por serlo, pronto pierden vigencia. Guía de lectura - ¿Cuál de sus libros salvaría primero en un incendio? - Aquel que no chamuscara mis manos ni ensuciara mis creencias. - ¿Qué libro de los suyos hubiera preferido no escribir nunca? - Muchos libros que no figuran en mi currículo. - ¿Cuál le ha dado más satisfacciones? - Todos los que figuran en él. - Su escritor español favorito: - José Mª Cabodevilla. - El libro que nunca leería: - El Código Da Vinci. Sería perder el tiempo. - ¿Qué libro recomendaría a un joven enamorado? - Las Moradas de Santa Teresa. - ¿Y a una madre de familia con el tiempo justo para leer? - El Silencio del Mar de Vercors. - No quisiera abandonar este mundo sin escribir sobre… - Lo que estoy escribiendo. A veces me encuentro tan enferma que temo no terminarlo. - Un libro que no se cansa de releer: - Muchos. No podría nombrarlos todos, pero la Biblia supera cualquier lectura. - ¿Nunca hubo segundas partes mejores? - Y terceras, y cuartas, y seguramente muchas más. Todo es susceptible de mejora. - ¿Góngora o Quevedo? - Quevedo. - ¿Cervantes o Shakespeare? - Cervantes. - ¿Harry Potter o Crónicas de Narnia? - No he leído ninguno de esos libros. - ¿Se fía de las críticas literarias? - Depende de quién las escriba. Hoy día pesa más la política que la literatura que se examina. - ¿De qué personaje público diría que tiene mucho cuento? - Son tantos que no cabrían en la respuesta. «Una novela sin editar» A sus 91 años, Mercedes Salisachs sigue escribiendo su vida –«una novela sin editar», como ella dice– con esa imperturbable viveza y agilidad que ha sabido reflejar en una treintena de libros publicados. Nació el 18 de septiembre de 1916 y, animada por su padre, se convirtió en una de las pocas mujeres españolas de la época con titulación universitaria: estudió en la Escuela de Comercio de Barcelona y se graduó como perito mercantil. En 1935, se casó con José María Juncadella Burés, con el que tuvo cinco hijos. El segundo, Miguel, murió con 21 años, un trágico suceso que inspiró uno de sus libros más conocidos: La gangrena, Premio Planeta en 1975. Su primera novela –«Primera mañana, última mañana»– apareció en 1955 con el seudónimo de María Ecín. En 1956 ganó el Premio Ciudad de Barcelona con «Una mujer llega al pueblo» e inició así una prolífica carrera literaria, que incluye títulos como «Adagio confidencial» (finalista del Premio Planeta, 1973), «El volumen de la ausencia» (Premio Ateneo de Sevilla, 1983), y «El último laberinto» (2004), ganadora del Premio Fernando Lara. El último, «Entre la sombra y la luz», apareció hace apenas unos meses y Salisachs ya está preparando el próximo: una biografía novelada sobre la reina Victoria Eugenia. Parece insaciable –apenas ha parado de escribir en su larga carrera–; por ello, no duda de que sus 19 nietos y 23 bisnietos la recordarán como la abuela a la que no se le quitó nunca «la manía de escribir». * Entrevista publicada en el Núm. 1 de la Revista Misión
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