Martes, 03 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

KIKO ARGüELLO, NOMBRADO DOCTOR HONORIS CAUSA POR EL INSTITUTO JUAN PABLO II

«El Camino promueve una nueva cultura de la familia, abierta a la vida»

Con motivo de este reconocimiento el responsable internacional del Camino Neocatecumenal explica cómo en este camino de iniciación cristiana se vive da la transmisión de la fe a los hijos. La forma de hacerlo es, por ejemplo, en celebraciones domésticas y mediante la participación de los hijos en el Camino. Kiko recuerda que la Iglesia de hoy necesita un proceso serio de formación cristiana.

(Álvaro de Juana/La Razón) El pasado mes de mayo, el Instituto Pontificio Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia, con sede en la Universidad Lateranense de Roma, ha otorgado a Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, el Doctorado Honoris Causa como reconocimiento a la contribución que el Camino está llevando a cabo a favor de la familia. -¿Qué importancia tiene este reconocimiento? -El Camino Neocatecumenal ha ayudado a la reconstrucción de familias y a que los matrimonios tengan numerosos hijos. Además, en el Camino han surgido muchas vocaciones a la vida contemplativa y al sacerdocio. Todo ello gracias a esta obra de reconstrucción de la familia. El Instituto Pontificio Juan Pablo II ha reconocido «una fecundidad muy especial por la plena valoración de la familia como sujeto eclesial y social, en plena consonancia con la forma de pensar de Juan Pablo II, a través del itinerario de formación cristiana post-bautismal iniciado que ha generado frutos abundantes en todo el mundo». Esto se logra educando a las familias en la oración y en la transmisión de la fe a los hijos. Son los padres, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, quienes «han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos». -¿Se podría decir que el Camino promueve una nueva cultura de la familia? -El Papa Benedicto XVI y la Universidad Lateranense, al otorgarme este Doctorado, en el fondo han querido subrayar la importancia que el Camino ha tenido hoy para la Iglesia, porque promueve una nueva cultura de la familia, abierta a la vida, donde a través del paso a la fe en una celebración doméstica y la participación de los hijos en el Camino se ayuda a resanar el tejido social. Estamos sorprendidos de la obediencia y la libertad de estos jóvenes que ahora están en las universidades y de las que surgirán arquitectos, ingenieros, etc. En definitiva, una sociedad nueva en la que sus valores profundos están basados en el Evangelio, en la nueva creación que hace en nosotros el Bautismo. Por ejemplo, han acompañado al Papa en su viaje a Israel 7.000 jóvenes y nos hemos quedado sorprendidos por la alegría que han tenido durante la peregrinación. En un encuentro vocacional que celebramos se levantaron para el sacerdocio 400 chicos. -¿Cómo realizan concretamente esto las familias neocatecumenales en el día a día? -Tal y como expresaba la Laudatio académica del Doctorado Honoris Causa, las familias del Camino han entendido rápido y han adoptado una forma de liturgia doméstica. Sobre todo en la celebración de los laudes del domingo, vivida como un espacio donde favorecer el diálogo con Dios en un diálogo familiar. Así, la gran misión de trasmitir la fe a los hijos ha encontrado el ámbito propio del testimonio de los padres, los cuales ayudan a los hijos a comprender la relevancia de la Palabra en la propia historia concreta. En esta celebración, los padres rezan los salmos de laudes con los hijos, leen las Sagradas Escrituras y les preguntan: «¿qué te dice en tu vida esta palabra?». Al final el padre y la madre dicen una palabra, partiendo de su experiencia, e invitan a los hijos a rezar por el Papa, por la Iglesia, por los que sufren, etc. -El Camino Neocatecumenal recupera el catecumenado de los primeros cristianos; una iniciación cristiana para redescubrir el bautismo. ¿Qué necesidad hay hoy día de un catecumenado? -Durante siglos la Iglesia primitiva ha tenido un catecumenado serio, donde debían mostrar que tenían fe, porque comenzaban a hacer obras de vida, obras que mostraban que en ellos actuaba Cristo Resucitado. El bautismo era la gestación a una nueva creación dónde la síntesis del anuncio del Kerigma, la buena noticia, el cambio de vida moral y la liturgia, eran una sola cosa. La Iglesia de hoy necesita esta formación: que se forme el hombre nuevo, el hombre celeste, en un itinerario serio de formación cristiana.
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