LLEGA EL BEST SELLER DE W. PAUL YOUNG
«La cabaña» responde a millones de lectores por qué Dios permite el mal y el sufrimiento
Es una novela sorprendente, que parte de lo emotivo para llegar a lo teológico y contestar a un interrogante que inquieta por igual a ateos y creyentes, aunque unos y otros lo vean de forma tan diferente: el sentido del dolor.
(Luis López/ReL) Precedida por un éxito arrollador en Norteamérica, acaba de publicarse en España «La cabaña» (Espasa), una novela-alegoría con la que W. Paul Young busca trasladar al lector el sentido del sufrimiento. O, más bien, el sentido de la vida en general, pero es muy cierto que los seres humanos sólo interrogamos a Dios por lo que nos sucede cuando lo que nos sucede no se ajusta a nuestros deseos. La trama El protagonista de la novela, Mack, tiene motivos sobrados para el dolor. Su vida era casi perfecta, felizmente casado y con unos hijos sanos y alegres. Pero un verano, durante unos días de descanso en un campamento de las montañas de Oregón, la pequeña de la casa, Missy, desaparece. No pasan muchas horas sin que la policía deduzca primero, y confirme después, que ha sido víctima de un asesino en serie largamente buscado. Pero el cuerpo no aparecerá jamás. Comienza entonces para la familia lo que el autor denomina “la gran tristeza”, una enfermedad que corroe el alma y a la que Mack no consigue adaptarse. Le carcome el dolor por la ausencia de la niña, pero también preguntas que dirige a Dios y para las que no consigue respuesta: ¿por qué ella?, ¿por qué yo?, ¿por qué la inocencia perece a manos de la iniquidad? Años después de una tragedia que siente aún vivísima, Mack es convocado misteriosamente a un lugar maldito para él: la cabaña, el lugar donde se encontraron las evidencias físicas del crimen. Acude con el temor de que sea el mismo asesino quien le llama, pero intrigado porque al mismo tiempo la forma de la convocatoria apuntaría a que podría ser Dios. Y lo que se encontrará, tras un emotivo episodio de evocación de su hija y de rebelión contra el Creador por su muerte, es a tres personas: una «enorme y espléndida mujer negra», un hombre que «parecía de Oriente Medio e iba vestido como un obrero, con mono de trabajo», y una «mujer menuda de rasgos asiáticos». La reflexión teológica Si decimos que en «La cabaña» esos tres personajes representan a las tres personas de la Santísima Trinidad, respectivamente Padre, Hijo y Espíritu Santo, podrá pensarse que estamos ante una obra irreverente y blasfema. No es así, aunque desde luego pueda cuestionarse la oportunidad de la caracterización, la necesidad de semejante choque, e incluso (salvo en el caso de Jesucristo) la legitimidad de esa antropomorfización. El autor explica, por boca del «Padre», que trata de romper los esquemas sobre lo que pensamos que Dios es. La trama continúa entonces con las conversaciones entre las tres Divinas Personas, y de ellas con Mack, para explicarle en qué consiste la vida intratrinitaria y también cómo interviene Dios en la vida de los hombres. Lo hace conforme a un plan que los hombres desconocen y por tanto no pueden ni deben valorar, pero que siempre está guiado por el amor infinito de quien es Creador, Redentor y Santificador. «Tratas de dar sentido al mundo en el que vives a través de una visión incompleta de la realidad... El verdadero error de vuestras vidas es que no pensáis que soy bueno. Si supierais que soy bueno y que todo (los medios, los fines y las vidas individuales) está cubierto por mi bondad, entonces quizá confiaríais en mí. Pero no lo hacéis», le dice Dios Padre a Mack. Dos virtudes y un pero En líneas generales la forma en la que W. Paul Young explica estos complicados fundamentos teológicos es satisfactoria a ojos de un católico. No así los párrafos en los que equipara todas las religiones y censura la existencia de estructuras intermediarias entre Dios y los hombres: ahí se aprecia que el autor, padre de seis hijos, es protestante y contrario a la existencia de la autoridad en la Iglesia. Millones de lectores están encontrando en «La cabaña» una explicación coherente (por más que pueda chocar la forma) a problemas que el ser humano se plantea desde que el mundo es mundo. Ésa es la gran virtud del libro, pero sin desdeñar su valor como novela. La tragedia de Missy toca el corazón del lector con eficacia, resultando una narración de hondos sentimientos por la relación rota entre padre e hija. También para esa historia hay un final en estas páginas. Si triste o alegre, no lo desvelaremos, aunque sí que Mack lo recibirá con el alma en paz. W. Paul Young, La cabaña. Traducción de Enrique C. Mercado González. Espasa. Madrid, 2009. 271 pp. 16,90 €
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