Un nuevo asesinato de un sacerdote sacude Nigeria: «Quieren alcanzar el califato islámico total»
Hace escasos días, Religión en Libertad se hizo eco del recrudecimiento en la persecución a cristianos en Nigeria, donde 1.884 personas han sido víctimas de atentados islamistas en tan solo tres meses. Una de las últimas víctimas ha sido el sacerdote Joseph Aketeh Bako, secuestrado a mediados de abril, torturado y finalmente fallecido tras un mes de agonía.
Bako, cuyo fallecimiento fue confirmado por la archidiócesis de Kaduna este miércoles, pertenecía a la región norte del país, donde residían más de 1200 víctimas del total de los asesinados en el país africano.
"Con gran pesar en el corazón, pero con total sumisión a la voluntad de Dios, anunciamos la muerte del padre Joseph Aketeh Bako a manos de sus secuestradores entre el 18 y el 20 de abril de 2022", comunicó el sacerdote y canciller de la diócesis, Christian Okewu Emmanuel.
"Las circunstancias que llevaron a su muerte y la fecha del incidente se han verificado cuidadosamente" añadió, motivo por el cual el deceso no ha sido confirmado hasta pasadas las semanas.
Bako tenía 48 años cuando fue secuestrado por los atacantes a la parroquia de San Juan de la archidiócesis de Kaduna, donde se desempeñaba como párroco. Recientemente tuvo lugar otro gran atentado en el aeropuerto de esta ciudad.
Al parecer, un sacerdote que tuvo constancia de lo ocurrido reveló que el sacerdote "fue secuestrado con su hermano menor, que estaba de visita. El secuestro ocurrió alrededor de la 1:30 am. Lamentablemente, su guardia de seguridad fue asesinado", mencionó el religioso anónimo. Su hermano fue asesinado en presencia del sacerdote.
Otro sacerdote, Emmanuel Anyanwu, detalló a Ayuda a la Iglesia Necesitada los continuos sufrimientos a los que Bako hubo de enfrentar hasta el momento de su muerte.
"Fue torturado porque estaban obligando a pagar una gran cantidad de rescate por su liberación. Hubo torturas físicas y palizas que le causaron mucho dolor y agonía. Debido a sus problemas de salud, no pudo sobrevivir a la tortura", añadió Anyanwu.
El sacerdote nigeriano Joseph Aketeh Bako fue secuestrado después del asalto a su parroquia por islamistas. Tras un mes de torturas, fue asesinado.
Hacia el gobierno islámico total
El padre Anyanwu explicó que los secuestros eran parte del trabajo conjunto de islamistas para frenar el crecimiento del cristianismo en el país.
Hablando sobre la amenaza islamista, el sacerdote explicó que “Boko Haram ve el cristianismo y la educación occidental como algo prohibido" y por ello los ataques "se dirigen a los cristianos, especialmente a los sacerdotes católicos que están difundiendo el Evangelio en el norte de Nigeria”.
"Quieren conseguir el califato de Boko Haram y el gobierno islámico total en Nigeria”, añadió.
Por su parte, el sacerdote y director adjunto del Centro de Servicios de Medios de la Archidiócesis informó de que si bien conocían "las negociaciones y esfuerzos para su liberación", no recibieron noticias sobre lo sucedido, motivo por el cual no se emitió "ninguna declaración oficial de la archidiócesis".
“Los detalles de los arreglos de su funeral se comunicarán tan pronto como se preparen. Mientras tanto, sigan rezando por su descanso y por el consuelo de la dolida comunidad cristiana en la Arquidiócesis de Kaduna”, añadió el canciller de la diócesis.
La Iglesia no paga rescates
Pese a que los secuestros son un fenómeno recurrente sobre la población católica de Nigeria, el arzobispo Ignatius Ayau Kaigama reiteró que la Iglesia nigeriana no pagaría nunca los rescates solicitados por los secuestradores para no fomentar esta práctica.
“Los obispos de Nigeria aprobamos por unanimidad en la Conferencia Episcopal y dejamos en claro que no estábamos pagando rescates. Cuando un sacerdote es secuestrado, deja claro que su Iglesia no paga rescate", explicó.
Para los obispos de Nigeria, "pagar un rescate es poner en peligro a cada persona, que se convertirá en un objetivo potencial". Hacerlo, recoge La Croix África, "pondría en peligro a todos los sacerdotes, monjas y colaboradores de la Iglesia que se trasladan continuamente de pueblo a pueblo, sin gozar de ninguna comodidad, pero estando siempre dispuesto a sacrificarse por el amor de Dios y de su pueblo. [Pagarlo] fomenta la criminalidad e invita a los secuestradores a hacer aún más daño", declaró Kaigama.