La arqueología del Santo Sepulcro con sus hallazgos recientes, en una ponencia de Cayetana Johnson
El Instituto Superior de Ciencias Religiosas (ISCCRR) de la Universidad San Dámaso (UESD), en Madrid, organizó el 25 de abril una jornada de Extensión Universitaria titulada “Arqueología de la Esperanza: El Santo Sepulcro de Jerusalén”, centrada en una presentación sobre arqueología del Santo Sepulcro a cargo de Cayetana Heidi Johnson, una experta arqueóloga gran conocedora de Tierra Santa y Jerusalén.
En su charla, de poco más de una hora, la arqueóloga se ayuda de imágenes y reconstrucciones del National Geographic («de quien soy colaboradora») y de fotos que ella misma ha hecho en el Santo Sepulcro para explicar cómo era la tumba en la que se enterró a Jesús.
Da muchos detalles sobre las costumbres funerarias de los judíos antiguos, muchas de las cuales se mantuvieron en los escritos rabínicos posteriores y hasta nuestros días, algunas de ellas a su vez heredadas «incluso del Calcolítico, es decir, de 4.000 años antes».
Así, había tradición entre los judíos ricos de facilitar sepultura a los pobres, como hizo José de Arimatea, a quien la literatura talmúdica recuerda como interesado en las curaciones (y quizá por eso se interesó en Jesús). La sepultura debía ser en cueva, en roca, donde el cuerpo, ungido en aromas y envuelto en vendas, se colocaba esperando la putrefacción de la carne, para luego recoger los huesos y colocarlos en osarios. La doctora Johnson detalla que durante tres días era costumbre esperar a la entrada de la tumba recitando salmos para acompañar al alma del difunto que, «angustiada», podía aún demorarse un tiempo.
Hallazgos recientes en el Santo Sepulcro
Los últimos 5 años han sido muy emocionantes para los arqueólogos de Jerusalén y el Santo Sepulcro.
En las labores de restauración del edículo donde estuvo la tumba, se ha encontrado la lápida de piedra que colocaron en época cruzada sobre la blanda roca caliza que es aquella en la que debió descansar el cuerpo de Cristo. «Nadie veía esa lápida desde el siglo XVI».
El edículo recién restaurado que cubre la tumba de Cristo en el Santo Sepulcro.
Un cristal ahora permite ver la roca en sí de la tumba. La arqueóloga considera asombroso que ese punto se conservara a pesar de tantos cambios, guerras y reconstrucciones.
También explica cómo en la roca viva que fue el Gólgota (una pequeña elevación donde estaban los palos verticales de las cruces) fue ocupado por una estatua pagana en época de Adriano, cuando tras la destrucción de Jerusalén los romanos construyeron encima en el año 131 Aelia Capitolina, una ciudad romana. El lugar de interés para los cristianos lo taparon (pero al mismo tiempo lo marcaron) con un templo pagano. Johnson cree -junto con la tradición arqueológica mayoritaria- que eso hace que la tumba del Santo Sepulcro sea la recordada por los cristianos.
Otro campo de tumbas, pero sin la tradición cristiana
Hay otro campo de tumbas judías en Jerusalén, en otra parte de la ciudad, con otra tumba antigua, del mismo tipo, que es la promocionada por algunos protestantes como la de Jesús, impulsada por arqueólogos anglicanos. Cayetana Johnson señala que es cierto que ahí hubo tumbas judías desde el siglo VIII a.C., pero sin la tradición que marca el lugar del Santo Sepulcro. Además, el Santo Sepulcro está bien orientado en marzo (mes de la muerte de Cristo) con el Monte de los Olivos, desde donde se esperaba la venida del Mesías como un nuevo amanecer.
Otro hallazgo -de hace 3 años pero presentado hace unas semanas- es un antiguo altar que usaron y diseñaron los cruzados para el Santo Sepulcro. La arqueóloga animó a los peregrinos a fijarse en los suelos de madera del Santo Sepulcro: bajo ellos están las piezas y piedras del templo bizantino previo. Igual que los ropajes sacerdotales viejos y Biblias viejas no se tiran, sino que se queman bajo un cierto ritual, también las piedras santas de edificios santos antiguos se mantienen y reutilizan para propósitos santos. «La iglesia de época cruzada reutilizó las enormes columnas bizantinas, pero recortándolas, porque el nuevo templo era más robusto», detalla.
Esta exposición, ágil y amena, es un viaje apasionante y muy bien ilustrado y detallado para entender el Santo Sepulcro y su posición dentro de Jerusalén.
(Publicado originariamente en el portal de la Fundación Tierra Santa)