"El Valle de los Caídos. Crónica de una persecución salvaje"
Ha salido el libro El Valle de los Caídos. Crónica de una persecución salvaje, de Pablo Linares y José María Manrique (Ap. de correos 156.166, Madrid 28080). Con prólogo mío:
Para entender la inicua y demencial persecución del actual gobierno socialista al Valle de los Caídos es preciso tener en cuenta varios hechos históricos concluyentes, pero sobre los que se ha querido establecer un tabú antidemocrático.
1.- El monumento tiene, en primer lugar, carácter religioso. Y rasgo esencial de la izquierda en España ha sido un odio exacerbado al cristianismo, es decir, al fundamento de la cultura española y occidental. Odio que ha causado terribles crímenes en tiempos aún recientes.
Efecto de ese odio fue el intento de erradicar hasta la memoria de la tradición cristiana en España, manifestado en el asesinato, auténticamente sádico, de unos siete mil clérigos (sacerdotes, monjas, monjes y obispos) y de miles de personas más por el mero hecho de confesar la fe católica; en la destrucción total o parcial, y saqueo de unas 20.000 iglesias, ermitas y capillas, muchas de ellas de extraordinario valor histórico o artístico; en el incendio de bibliotecas como la franciscana de Sarriá, con cien mil volúmenes, la de Igualada, con cincuenta mil, la del seminario de Barcelona o la de los capuchinos, con cuarenta mil, y las de muchos particulares tenidos por personas religiosas, que sumaban decenas de miles de libros más, esto solo en Barcelona. Algo semejante ocurrió en Madrid y, a menor escala, en muchas otras provincias, donde ardieron monasterios con sus bibliotecas, museos religiosos, archivos, retablos, pinturas, tallas… Todo ello acompañado de profanaciones y ultrajes de todo género. La cruz fue erradicada del espacio público y destrozada incluso en los cementerios.
La tradición de este tipo de ataques se remonta al siglo XIX, pero en la II República alcanzó un furor genocida ya mucho antes de la guerra, empezando por la quema, en 1931, de más de cien templos, bibliotecas y centros de enseñanza.
No sobra recordar estos hechos porque el actual presidente del gobierno se ha proclamado “rojo”, como los autores de aquel genocidio, y el gobierno se identifica ideológicamente con el Frente Popular, autor de la mayoría de aquellos crímenes. Quizá lo haga en parte por frivolidad e ignorancia, pero debe reconocerse que, a) jamás el gobierno ni nadie en la izquierda ha expresado el menor sentimiento o análisis autocrítico por la gigantesca masacre, y no es raro observar de su parte referencias burlonas o despectivas a ella; b) jamás ha expresado tampoco, desde un punto de vista laico, el menor pesar por los daños infligidos al patrimonio cultural, artístico e histórico del pueblo español; c) ese gobierno ha emprendido campañas para erradicar la cruz del espacio público y la enseñanza; d) alentada por tales campañas, ha resurgido en años recientes la vieja verborrea anticristiana, acompañada de agresiones, amenazas y violencias hoy por hoy menores, pero alarmantes, dados los precedentes.
El acoso al Valle de los Caídos, por tanto, solo puede entenderse como una nueva expresión de ese odio incivil y a menudo vesánico de la izquierda “roja” al cristianismo, que parecía superado desde la transición democrática.
2.- El monumento expresa la victoria histórica sobre una revolución de orientación totalitaria concretada en un Frente Popular capaz de barbarie como la mencionada. Un Frente Popular al que se sienten próximos, política y sentimentalmente, un gobierno y una izquierda de nuevo radicalizados después de más de treinta años de democracia. Parte de esa radicalización consiste en el intento de imponer desde el poder una versión fantástica de la guerra civil como enfrentamiento entre fascismo y democracia, según tesis de la antigua propaganda comunista. Una democracia encarnada por marxistas, stalinistas, anarquistas, golpistas republicanos y racistas del PNV, bajo la protección de Stalin. Tan burda falsificación, el “Himalaya de mentiras” de que hablaba el socialista moderado Julián Besteiro, entraña la reivindicación de los genocidas de entonces y de los chekistas, presentados como “víctimas” del franquismo e igualados a los inocentes. Desde esa tesis, el Valle de los Caídos solo podría ser una injuria permanente que debe borrarse del mapa o cambiar de carácter por completo. La versión gubernamental de la historia también supone la deslegitimación de la actual democracia, procedente del régimen de Franco “de la ley a la ley”. En tal sentido, el ataque al Valle de los Caídos lo es también a la democracia.
3.- El monumento simboliza asimismo la reconciliación entre los españoles. Si hubiéramos de buscar la causa esencial del fracaso de la república, la encontraríamos en los odios exacerbados de la época. Odios cultivados ante todo por unas izquierdas utópicas que creían llegado el momento de hacer tabla rasa de la historia anterior para establecer una “emancipación” humana simplista, contradictoria e intelectualmente huera. Pues bien, en el Valle de los Caídos están enterrados combatientes de los dos bandos de la guerra. Y no se trata de una mera intención, pues es un hecho que bajo el régimen anterior los odios republicanos se disolvieron, siendo esa reconciliación el cimiento que permitió la transición, sin muchos traumas, de un régimen autoritario a una democracia liberal. Democracia sometida en los últimos años a mil tensiones y a una involución, reflejada también en el hostigamiento al Valle de los Caídos.
4.- El monumento ha sido a lo largo de los años uno de los más visitados de España por nacionales y extranjeros, y ello se debe, aparte otras razones, a su sobresaliente calidad estética. Probablemente ningún otro monumento construido en el siglo XX en cualquier país pueda parangonarse con este por su carácter grandioso, armónico e integrado en el paisaje. El mismo historiador Paul Preston, antifranquista visceral, lo ha calificado de “maravilla”, y sin duda lo es, habiendo entrado a formar parte, con pleno derecho, del patrimonio histórico y artístico español. Pues bien, el desprecio por el arte, la belleza y la cultura demostrado por el Frente Popular vuelve a revelarse hoy en las asechanzas contra el Valle de los Caídos por parte de quienes se sienten herederos de aquel régimen. Su desdichado talante recuerda al de los talibanes, en un país europeo de tradición cultural tan destacada como España. Debe señalarse, además, el daño económico infligido al patrimonio español por unos políticos sectarios e irresponsables.
5.- Las persecuciones del Frente Popular fueron acompañadas por una masiva propaganda de falsedades: el clero se compondría de individuos pervertidos, delincuentes, explotadores y enemigos de la cultura (la destrucción de bibliotecas y centros de enseñanza por las izquierdas, un caso único en Europa occidental, expresa el sentido de la palabra “cultura” en su boca); los curas se dedicarían a convertir los templos en fortines de la “reacción” y a disparar desde ellos contra “el pueblo”, etc. etc.
De modo similar, el acoso al Valle de los Caídos ha venido envuelto en una nube de calumnias. El monumento lo habrían construido 20.000 (la cifra puede variar) presos de izquierdas sin paga, en trabajos forzados. Cientos o miles de ellos habrían perecido en la obra debido a las condiciones laborales esclavistas. Los restos de los combatientes izquierdistas habrían sido trasladados allí sin permiso o contra la voluntad de sus deudos… y otras falsedades por el estilo, repetidas incesantemente desde los medios de comunicación, explotando la ignorancia de la mayoría y negando los hechos reales por el método, de nuevo falsario y totalitario, de tildar de “fascistas” a quienes los exponen.
Quizá nada demuestre mejor el carácter del designio gubernamental que su necesidad de recurrir sin tregua a tales mentiras, en las que intenta sostener sus agresiones. La falsificación del pasado envenena el presente y nos devuelve, casi inconscientemente, a unos odios que parecían felizmente superados. En defensa de la reconciliación y de la paz civil, es preciso que todo el pueblo español conozca los hechos y lo que hay detrás de ellos, porque consentirlos por un falso espíritu de conciliación --en realidad de claudicación ante la injusticia-- solo puede empujarnos a todos en la peor dirección posible.
La ADVC obtuvo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el 7-II-2011, el reconocimiento de su legitimidad ante cualquier asunto o reclamación referente al Valle de los Caídos.
Apdo Correos 156.166 – 28080 MADRID
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Título: | El Valle de los Caídos: Crónica de una persecución salvaje | Formulario de pedido | ||
Autor: | José María Manrique y Pablo Linares (Prólogo de Pío Moa) | libros@elvalledeloscaidos.es Tfno: 91 128 77 88 |
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Editorial: | Asociación para la defensa del Valle de los Caídos. ISBN 978-84-15043-29-4 | |||
Páginas: | 138 | |||
Precio | 15 € + gastos envío (6€ en todo el territorio nacional) | |||
La Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos se marcó desde el primer minuto de su existencia los siguientes objetivos fundamentales:
1. Defensa del monumento denominado “Monumento Nacional a los Caídos”, sito en el Valle de Cuelgamuros, término municipal de San Lorenzo del Escorial (Madrid) en su conjunto monumental, arquitectónico, ecológico, histórico artístico y religioso.
2. Promoción desarrollo y divulgación de la construcción del Valle de los Caídos, y su carácter de reconciliación entre los españoles.
3. La promoción y divulgación de un mayor conocimiento de la función, composición, técnicas y doctrina que dieron lugar a la obra de la Basílica del Valle de los Caídos y del conjunto entero del Valle.
4. Atención a quienes soliciten información sobre los enterramientos en el Valle de los Caídos y gestión de la localización de los restos en la Basílica.
La ADVC obtuvo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el 7-II-2011, el reconocimiento de su legitimidad ante cualquier asunto o reclamación referente al Valle de los Caídos.
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