El Conventual Santiaguista de Calera de León (Badajoz)
Calera de León es una pequeña población situada al sur de la provincia de Badajoz, en los confines mismos de lo que se denominó “provincia de León” de la Orden de Santiago y el reino de Sevilla. Cerca de este pueblo, en la cima de la sierra más alta del entorno, se encuentra la iglesia de Santa María de Tudía, centro espiritual de la devoción mariana de toda una comarca -situada a uno y otro lado de dicha “raya”- hacia la imagen que allí se venera desde los años centrales del siglo XIII; tanto es así que Alfonso X de Castilla dedicó cinco de sus cantigas a Santa María de Tudía.
No mucho más tarde, esta iglesia fue la cabecera eclesiástica de la vicaría del mismo nombre y a principios del siglo XVI se transformó en monasterio para que allí residiera una comunidad de religiosos. Pero las inclemencias meteorológicas reinantes en lo alto de aquella montaña sagrada hicieron que los dirigentes santiaguistas se replantearan la construcción de un nuevo conventual en Calera de León, sede de la encomienda conocida como Vicaría de Tudía.
No mucho más tarde, esta iglesia fue la cabecera eclesiástica de la vicaría del mismo nombre y a principios del siglo XVI se transformó en monasterio para que allí residiera una comunidad de religiosos. Pero las inclemencias meteorológicas reinantes en lo alto de aquella montaña sagrada hicieron que los dirigentes santiaguistas se replantearan la construcción de un nuevo conventual en Calera de León, sede de la encomienda conocida como Vicaría de Tudía.
En el Capítulo General que la Orden celebró en Valladolid en 1527, bajo la presidencia del emperador Carlos V, se aprobó ese traslado después que el concejo de Calera donara los terrenos donde se construiría el conventual y se comprometiera a levantar de nueva planta la iglesia del pueblo, que había de servir conjuntamente a los vecinos del mismo y a los clérigos del nuevo conventual, el cual había de llevar el nombre de Santa María de Tudía. Las trazas del mismo quedaron pendientes de la aprobación del conde de Osorno, presidente del Consejo de Santiago, y cuando ya se tuvieron –cerca de un año más tarde- se encargó al vicario Juan Riero que se hiciera cargo de la supervisión de las obras. Este hombre, natural de Bienvenida, informó al Consejo de las dificultades económicas de Calera para levantar la iglesia y aprovechó las circunstancias para proponer que el nuevo convento se levantara en su pueblo, donde no existían los mismos problemas; por si lo anterior fuese insuficiente, el vicario se ofreció para entregar al cenobio ciertas donaciones procedentes de sus rentas personales y de las de su hermana. Ante semejante oferta, se paralizaron las obras en Calera por real cédula extendida el 30 de enero de 1529 y comenzaron las obras en Bienvenida.
Fue entonces cuando los pueblos de aquella comarca -tanto los santiaguistas como los pertenecientes al reino de Sevilla- llevaron a cabo una protesta encabezada ante el Real Consejo, encabezada por los vecinos de Calera que fueron representados por un abogado de Fuente de Cantos llamado Fernán Mexías. La documentación de la protesta comarcal estaba en Toledo el 10 de junio y como era apoyada por la misma ciudad de Sevilla, en un documento firmado por las autoridades locales, surtió un rápido efecto. Tan rápido que la emperatriz Isabel -el emperador iba entonces camino de Italia- firmó una real provisión el 19 de junio ordenando que se paralizaran las obras de Bienvenida. El alegato del vicario Juan Riero no se hizo esperar y como consecuencia de aquella confusa situación el Consejo de la Orden de Santiago se llevó su tiempo para decidir con respecto al asunto.
No se tomaron medidas hasta el mes de noviembre de 1531, momento en el que se designó al prior de san Marcos, García de Herrera, para que encabezara una comisión que había de visitar los lugares afectados y emitir el informe correspondiente con el fin de tomar la decisión más conveniente. Algunos de los miembros de aquella comisión le fueron impuestos al prior y otros fueron designados por él; así que a finales de aquel año y principios del siguiente, la comisión –compuesta por caballeros de la Orden y religiosos de la misma, así como por médicos y maestros de cantería-, visitaron los lugares de Bienvenida y Calera, teniendo listo el informe en los primeros días de 1532. En el mismo se venía a decir que, además de los motivos devocionales que unían a Calera con el santuario de Tudía, motivo fundamental de la protesta de los pueblos de la comarca, el lugar elegido en Calera –en lo alto de la villa- era más sano y apropiado para un convento que el sitio buscado en Bienvenida, del que decían ser más bajo y húmedo.
Parece que las obras no se reanudaron en Calera hasta 1533; el motivo fue que hasta ese año no terminaba su periodo trienal el prior García de Herrera y a él precisamente le encargó el Consejo la supervisión de aquellas obras al nombrarlo nuevo vicario de Tudía. Con las rentas de dicha vicaría y con los fondos disponibles en Calera se fueron levantando la iglesia y el conventual, por ello su construcción duró unos treinta años. Entre sus últimas piezas, aparte de la galería que mira al mediodía, debemos considerar la puerta del Perdón de la iglesia parroquial de Calera, obra que has sido atribuida a Hernán Ruiz “el Joven” por la disposición de los elementos arquitectónicos de la misma.
Pero a mediados del siglo XVI, concretamente entre 1551 y 1554 la Orden de Santiago celebró otro Capítulo General y en el mismo se dispuso que el nuevo convento de Santa María de Tudía se destinaría a colegio de Gramática, Artes y Teología, al igual que los que ya tenían los santiaguistas en la universidad de Salamanca, autorizando al prior de san Marcos para que redactara las normas por las que habían de regirse religiosos y colegiales. No sabemos si se llevó a la práctica tal proyecto; lo que sí está documentado es que a partir de 1567 el conventual de Calera sirvió de residencia a los religiosos del convento de san Marcos hasta el traslado de éstos a Mérida en el año 1578. Desde entonces y hasta los tiempos de la Desamortización el nuevo edificio sirvió para alojar las dependencias de la vicaría de Tudía y como residencia de sus vicarios.
El monumento pasó a formar parte del Patrimonio Artístico Nacional en 1932 y hoy día, después de sucesivas restauraciones y especialmente de la que se concluyó a mediados de 2010, el conventual y la iglesia de Calera lucen como en sus mejores tiempos la mezcla de esos elementos arquitectónicos que le caracterizan, a caballo entre el Tardo-gótico y el Renacimiento, enriqueciendo con ello el patrimonio artístico de Extremadura y sorprendiendo a cuanto visitante llega a Calera de León.
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