Premios civiles a la labor de los capellanes en las cárceles: cumplen estos 3 mandatos de la Iglesia
“Venid, benditos de mi Padre…, porque estuve en la cárcel y me visitasteis”, proclama Jesús en el Juicio Final en Mt 25. “Acordaos de los encarcelados, como si estuvierais en prisión con ellos”, exhorta la Carta a los Hebreos.
Cristo y muchos apóstoles pasaron por prisión y el cristianismo, que siempre ha creído que Cristo puede salvar y dar vida nueva a cada hombre, nunca ha dejado de servir en las cárceles.
La Iglesia anuncia su vocación a servir en prisión cada 24 de septiembre, día de la Virgen de la Merced, liberadora de los cautivos.
La Pastoral Penitenciaria que realiza la Iglesia en las prisiones se traduce en una triple misión:
- El anuncio de la Palabra, que ayuda a transformar al hombre, también al preso
- La celebración de los sacramentos, para mantener el contacto íntimo, incluso amoroso, entre la persona y Dios
- El servicio de la caridad, atendiendo con amor a los presos y sus familias, respetando sus ritmos
La Virgen de la Merced es la patrona de los privados de libertad y de quienes los ayudan
Premios civiles a la pastoral de prisiones
Este año, la Secretaría de Estado de Asuntos Penitenciarios ha concedido la ‘Medalla de plata al mérito social’ a la Pastoral Penitenciaria de las diócesis aragonesas, que cuenta con 24 programas de formación, más de 100 voluntarios y un equipo específico —conocido como ‘Salida Digna’— que acoge a las personas con menos recursos cuando quedan en libertad para facilitar su reinserción en la sociedad.
Instituciones Penitenciarias también han concedido la Medalla de bronce al Mérito Social Penitenciario a José Antonio García Quintana, capellán de prisiones en Asturias, y la Medalla de plata al Mérito Social Penitenciario a Martin Iriberri, jesuita, capellán de Martutene en San Sebastián.
Isabel Escartín, delegada de Pastoral Penitenciaria en Zaragoza, ha agradecido “el estímulo que este reconocimiento supone para quienes intentamos llevar esperanza, fe y calor a los internos”. La fe es lo que mueve a todo un tejido de voluntarios, “esos hombres y mujeres que dan su tiempo, su ciencia, su dinero, su coche, todo para que las personas privadas de libertad reciban la paz, el amor y la esperanza de Dios”, explica en Iglesia en Aragón.