Fernando Sebastián: «En la Iglesia no caben revoluciones»
La solución no es «que cambie la Iglesia», sino «ayudar a cambiar a quien se marchó» de ella
En una entrevista concedida a José Beltrán publicada este domingo en La Razón, Fernando Sebastián, quien será investido cardenal el próximo 22 de febrero, cuenta que se enteró de su nombramiento en la catedral, el pasado domingo: alguien había escuchado en la radio el Angelus del Papa, donde Francisco hizo pública la lista de los nuevos purpurados, y se lo contó durante la misa que estaba concelebrando con el obispo de Málaga, Jesús Catalá. (Tras ser sustituido en 2007 al frente de la archidiócesis de Pamplona, monseñor Sebastián se retiró a la Casa de Espiritualidad de la ciudad andaluza.) Se sintió "un poco mareado de la emoción" cuando su hermano en el episcopado lo anunció y los fieles prorrumpieron en un cariñoso aplauso.
A monseñor Sebastián le "alivia" no poder participar en un cónclave por la edad (tiene 84 años) "porque es una gran responsabilidad", pero está dispuesto a rendir los servicios que el Papa le demande: "A estas alturas, no me voy a echar atrás. Ser cardenal implica servir a la Iglesia hasta derramar la sangre, algo que por otra parte es exigencia para todos los cristianos".
Renovación, no revolución
Pero el prelado aragonés rechaza el término Revolución Francisco: "En la Iglesia no caben las revoluciones, hay que hablar de renovación, de entusiasmo... Cada Papa trae a la Iglesia un impulso nuevo que responde a su carisma y a la providencia de Dios. Él sabe muy bien qué necesita la Iglesia en cada momento y nos manda al hombre que mejor puede actuar según sus designios. Todos los Papas han supuesto una gran novedad: de Pío XII a Benedicto XVI".
Eso sí, el Papa Jorge Mario Bergoglio aporta "una cercanía, autenticidad y una capacidad de adivinar lo que los fieles están esperando y necesitando". Por eso "está impulsando una renovación espiritual dentro de la Iglesia, una renovación misionera cuyo éxito depende de nosotros más que de él. La Iglesia que quiere renovar el Papa somos nosotros. Si nos dejamos renovar, todo seguirá adelante".
En particular, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium promulgada el 24 de noviembre define "su nuevo estilo": "Es muy personal, práctico, refleja las preocupaciones y el deseo de autenticidad y de acercamiento a la problemática real de las muchas buenas personas que hoy viven angustiadas. Las encíclicas y las exhortaciones de los demás Papas eran más doctrinales. Las de Francisco han sido como una conversación, una catequesis práctica, como si tuviera a un grupo de cristianos delante".
Y es que Francisco, afirma el neocardenal, "tiene el don de personalizar sus intervenciones: habla delante de 100.000 personas y la gente tiene la sensación de que está hablando personalmente de cada uno, porque se acerca mucho con la mirada y es muy persuasivo en sus gestos, en la expresión del rostro. Todo expresa la sinceridad de su corazón".
Monseñor Sebastián responde a quienes quieren arrimar a su sardina el ascua de las novedades de Francisco, "como si diera la razón a los disidentes": "Si el Papa dice que hay que tener misericordia con los divorciados o con los homosexuales, interpretan que está defendiendo la homosexualidad, pero es una manipulación del magisterio del Santo Padre".
En el caso de los divorciados vueltos a casar, "la situación se resuelve confesándose y volviendo a la vida santa de la Iglesia. El Papa ha mostrado compasión, deseo de acercamiento, de hacerse cargo de lo que una persona en esas condiciones puede estar sufriendo": "Pero la solución no está", añade, "en que cambie la Iglesia, sino en ayudar a cambiar a aquel que se marchó de la Iglesia".
La frase de Alfonso Guerra
Cuando se le recuerda su papel en la Transición y su colaboración con el cardenal Vicente Enrique y Tarancón (19071994), evoca alguna anécdota: "Recuerdo que cuando tuvimos una entrevista con Don Gabino Díaz [arzobispo de Oviedo 1969-2002, n.n.] y yo con los dirigentes del PSOE en la víspera de que viniera Juan Pablo II a España, Alfonso Guerra muy solemnemente dijo: «¿Se dan cuenta de que esta es la primera vez que se sientan alrededor de una mesa los dirigentes de la Iglesia y del partido socialista?». Teníamos el peso de la guerra y del anticlericalismo secular y comenzó a solucionarse. Poco a poco íbamos buscando respuestas a los problemas".
"No tengo la sensación de ser especialmente valiente", afirma quien se ofreció a celebrar los funerales por las víctimas de ETA a los que otros se negaban: "Siento el compromiso de que, cuando uno habla, es para decir algo que sea verdadero... He tratado de decir siempre lo que mi conciencia y en la presencia de Dios me parece que es la verdad dicha con sencillez, con respeto, con amor y con ganas de hacer el bien. Sólo la verdad sana. Salir al público para decir algo que no es verdadero es estropear más la situación".
Y así, sin pelos en la lengua defiende a la Iglesia de la acusación de gozar de privilegios: "Privilegios son las subvenciones que tienen los partidos y los sindicatos, muchos más que los que dicen tener la Iglesia. Por desgracia, hay quien se divierte dándole pataditas a la Iglesia. Para bien de España, la izquierda española debe reconocer la libertad religiosa de una vez, la historia católica de este país y que nos considere a los católicos ciudadanos comunes de la sociedad española a los cuales hay que atender con la misma solicitud que a los demás".
Pincha aquí para leer el texto completo de la entrevista.
A monseñor Sebastián le "alivia" no poder participar en un cónclave por la edad (tiene 84 años) "porque es una gran responsabilidad", pero está dispuesto a rendir los servicios que el Papa le demande: "A estas alturas, no me voy a echar atrás. Ser cardenal implica servir a la Iglesia hasta derramar la sangre, algo que por otra parte es exigencia para todos los cristianos".
Renovación, no revolución
Pero el prelado aragonés rechaza el término Revolución Francisco: "En la Iglesia no caben las revoluciones, hay que hablar de renovación, de entusiasmo... Cada Papa trae a la Iglesia un impulso nuevo que responde a su carisma y a la providencia de Dios. Él sabe muy bien qué necesita la Iglesia en cada momento y nos manda al hombre que mejor puede actuar según sus designios. Todos los Papas han supuesto una gran novedad: de Pío XII a Benedicto XVI".
Eso sí, el Papa Jorge Mario Bergoglio aporta "una cercanía, autenticidad y una capacidad de adivinar lo que los fieles están esperando y necesitando". Por eso "está impulsando una renovación espiritual dentro de la Iglesia, una renovación misionera cuyo éxito depende de nosotros más que de él. La Iglesia que quiere renovar el Papa somos nosotros. Si nos dejamos renovar, todo seguirá adelante".
En particular, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium promulgada el 24 de noviembre define "su nuevo estilo": "Es muy personal, práctico, refleja las preocupaciones y el deseo de autenticidad y de acercamiento a la problemática real de las muchas buenas personas que hoy viven angustiadas. Las encíclicas y las exhortaciones de los demás Papas eran más doctrinales. Las de Francisco han sido como una conversación, una catequesis práctica, como si tuviera a un grupo de cristianos delante".
Y es que Francisco, afirma el neocardenal, "tiene el don de personalizar sus intervenciones: habla delante de 100.000 personas y la gente tiene la sensación de que está hablando personalmente de cada uno, porque se acerca mucho con la mirada y es muy persuasivo en sus gestos, en la expresión del rostro. Todo expresa la sinceridad de su corazón".
Monseñor Sebastián responde a quienes quieren arrimar a su sardina el ascua de las novedades de Francisco, "como si diera la razón a los disidentes": "Si el Papa dice que hay que tener misericordia con los divorciados o con los homosexuales, interpretan que está defendiendo la homosexualidad, pero es una manipulación del magisterio del Santo Padre".
En el caso de los divorciados vueltos a casar, "la situación se resuelve confesándose y volviendo a la vida santa de la Iglesia. El Papa ha mostrado compasión, deseo de acercamiento, de hacerse cargo de lo que una persona en esas condiciones puede estar sufriendo": "Pero la solución no está", añade, "en que cambie la Iglesia, sino en ayudar a cambiar a aquel que se marchó de la Iglesia".
La frase de Alfonso Guerra
Cuando se le recuerda su papel en la Transición y su colaboración con el cardenal Vicente Enrique y Tarancón (19071994), evoca alguna anécdota: "Recuerdo que cuando tuvimos una entrevista con Don Gabino Díaz [arzobispo de Oviedo 1969-2002, n.n.] y yo con los dirigentes del PSOE en la víspera de que viniera Juan Pablo II a España, Alfonso Guerra muy solemnemente dijo: «¿Se dan cuenta de que esta es la primera vez que se sientan alrededor de una mesa los dirigentes de la Iglesia y del partido socialista?». Teníamos el peso de la guerra y del anticlericalismo secular y comenzó a solucionarse. Poco a poco íbamos buscando respuestas a los problemas".
"No tengo la sensación de ser especialmente valiente", afirma quien se ofreció a celebrar los funerales por las víctimas de ETA a los que otros se negaban: "Siento el compromiso de que, cuando uno habla, es para decir algo que sea verdadero... He tratado de decir siempre lo que mi conciencia y en la presencia de Dios me parece que es la verdad dicha con sencillez, con respeto, con amor y con ganas de hacer el bien. Sólo la verdad sana. Salir al público para decir algo que no es verdadero es estropear más la situación".
Y así, sin pelos en la lengua defiende a la Iglesia de la acusación de gozar de privilegios: "Privilegios son las subvenciones que tienen los partidos y los sindicatos, muchos más que los que dicen tener la Iglesia. Por desgracia, hay quien se divierte dándole pataditas a la Iglesia. Para bien de España, la izquierda española debe reconocer la libertad religiosa de una vez, la historia católica de este país y que nos considere a los católicos ciudadanos comunes de la sociedad española a los cuales hay que atender con la misma solicitud que a los demás".
Pincha aquí para leer el texto completo de la entrevista.
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