«La pobreza más grande es no conocer a Dios», señala el arzobispo Osoro desde Santander
El Arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, ha asegurado que “la pobreza más grande es no conocer a Dios misericordioso que abre nuestra vida a todos los hombres y muy especialmente a los más pobres”.
Osoro es también Gran Canciller de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, en el marco de cuyo curso de verano ha pronunciado estas palabras en su ponencia, que clasuraba estas jornadas sobre evangelización y pobreza, que se desarrollan desde el lunes 5 de agosto en el Seminario Monte Corbán de Santander.
Sin Dios, el hombre es más pobre
En su intervención, el prelado ha subrayado que “cuando falta Dios, el ser humano no solo se empobrece él mismo, sino que no tiene capacidad para dar todo lo que Dios nos entrega, entre otras cosas, la vida”. “Y uno da vida a los demás cuando la tiene”, ha añadido.
Precisamente, el arzobispo Carlos Osoro ha lamentado la situación actual en la que “el hombre se come al prójimo”.
“Hoy se da el canibalismo social, comernos al otro, más que darle vida”, ha expresado.
“Todo ha sido convertido en objeto consumible y, por tanto, destruible”, ha incidido.
Monseñor Osoro ha detallado que la pobreza se manifiesta en todas las dimensiones, tanto a nivel personal, como social y en todas las culturas.
Así, ha aseverado que a nivel personal, la pobreza se manifiesta “no reconociendo toda la dignidad que tiene el ser humano y consintiendo que esa dignidad se rompa, se maltrate. Vemos como hay pisoteos por todos los sitios y lugares del mundo”.
Hombre cerrado, sociedad cansada
En su ponencia también se ha referido a que cuando el “hombre se encierra” en una “sociedad que está cansada” se “rompe la fraternidad y entrega más pobreza a los demás”.
Asimismo, el Arzobispo también ha manifestado que la mayor pobreza es “no conocer la misericordia de Dios, que es ese amor que es capaz de extraer de cualquier situación de mal un bien”. Algo para lo que la misericordia capacita al hombre.
“Una misericordia que se presenta a través del hombre, que muestra el rostro de Jesucristo”, y de “la Iglesia, como expresión de su misericordia”, ha apuntado.
Al respecto, Monseñor Osoro ha dicho que “el Papa Francisco nos recuerda que una Iglesia cerrada en sí misma no es la Iglesia del Señor. La Iglesia del Señor es aquella que Él construyó”, en la que en el inicio, “los Apóstoles salieron a todas las regiones de la Tierra del mundo conocido, y ha animado a “seguir haciendo lo mismo”.
“Cuando la Iglesia empieza a preocuparse solo de sí misma, no es la Iglesia del Señor. La Iglesia siempre se preocupa y mira a los demás para ofrecer el rostro de Cristo” a los hombres, ha añadido.
El hombre, el rostro de Dios
De igual forma, el Arzobispo de Valencia ha incidido en que “el rostro de Dios se manifiesta en la imagen que Dios ha puesto en medio del mundo, donde tenemos que contemplarlo, que es el hombre. Y entonces, en la medida en la que yo le sirvo y le doy la dignidad que tiene, y promuevo esa dignidad, estoy adorando a Dios. Ese hombre es capaz de ver a Dios mismo”.
Por este motivo, ha recordado el mensaje reciente del Papa Francisco a los jóvenes en Brasil cuando les ha indicado que hay “dos páginas fundamentales” del Evangelio de San Mateo, como son las Bienaventuranzas y el pasaje en el que el Señor juzga a los hombre según lo que han hecho al prójimo.
Finalmente, Monseñor Carlos Osoro ha exhortado a los cristianos a “hacer una oferta a la humanidad”, como es “hacer que nuestra vida sea una obra de arte, seamos trasunto de Dios como lo fue Jesucristo”.
“Una obra de arte realizada por Dios mismo, que es el diseño que hizo del ser humano. Ese ser humano que hace posible que este mundo sea capaz de quitar todas las pobrezas”, ha asegurado.
La propiedad privada sirve al hombre
Otro de los oradores en la jornada final de la escuela veraniega fue el doctor José Luis Sánchez García, Vicerrector de Extensión Universitaria y Cultural y Capellán Mayor de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, quien recordó que “la Iglesia permite la propiedad privada siempre y cuando esté abierta a que el mundo tenga la posibilidad de ser ayudado por la misma”.
“Esto es una gran revolución, pues no hay ninguna otra institución que defienda que sus miembros pueden tener bienes pero que sus bienes han de estar abiertos al progreso de la humanidad”, ha asegurado.
Sánchez García analizó la cuestión de si “se trata de vender los bienes y darlos a los pobres o de elevar a los pobres a que sean ricos ante Dios teniendo las mismas oportunidades que los demás”.
En este sentido, este experto ha afirmado que “nos encontramos con la respuesta de la Iglesia Católica a nivel global, que no solamente tiene ‘Cáritas’, religiosos y religiosas en todo el mundo en la misión ‘ad gentes’ o congregaciones que sirven a los más excluidos y necesitados, sino también laicos, especialmente tras el Concilio Vaticano II, que tienen la misión especial, en la familia, de ser signo de la Iglesia para acercarse a los pobres y de educar a los hijos en el compartir”.
Asimismo, se ha referido a otras iniciativas en las que la Iglesia se “hace presente, no solo con la Palabra de Dios sino con todo lo que la persona necesita para su promoción humana”.
Escuchar el grito del hombre
La Iglesia tiene la “necesidad vital de escuchar el grito del hombre, porque si no lo escucha se incapacita para amar”, ha argumentado en su ponencia.
Sánchez García ha realizado unas propuestas enmarcadas en la cita evangélica “los últimos serán los primeros” (Mt 20, 16) y “en la propuesta revolucionaria que encierra la Palabra de Dios de vencer el mal con el bien, que supone que si tienes que hacer el bien incluso al que te hace mal, mucho más al que está necesitado, con el que tienes que compartir todo”.
En este sentido, el Vicerrector de Extensión Universitaria y Cultural de la UCV ha aseverado que “el Papa Francisco nos invita con toda claridad a distinguir entre pecado y corrupción”. “La corrupción es estar instalados en el pecado, no querer salir de él”.
Por el contrario, ha recordado que “la limosna te saca de la tristeza, del egocentrismo, da sentido a tu vida porque tienes alguien a quien ayudar y te capacita para crear vida y esperanza a tu alrededor; es una terapia personal que nos hace mejores”.