El acto del domingo 15 defendiendo el belén en Barcelona no es anecdótico: 8 claves para entenderlo

La Corriente Social Cristiana convoca a un acto el domingo 15 de diciembre a las cinco de la tarde en la Plaza Sant Jaume de Barcelona, reclamando que haya un gran belén municipal en esta céntrica plaza, y protestando porque el alcalde socialista, Jaume Collboni, lo haya retirado, rompiendo una tradición de muchos años que otros alcaldes socialistas siempre respetaron. 

En ese acto se cantarán villancicos, se mostrarán belenes caseros de todos los tamaños y se leerán textos navideños, reclamando la visibilidad de la Navidad.

Pero Corriente Social Cristiana va más allá del caso concreto de Barcelona y ha difundido una reflexión sobre esta ocultación del belén, que se relaciona con muchos otros actos del poder político contra la presencia cristiana en entornos públicos. La reproducimos aquí.

Por qué el debate sobre el belén en la Plaza Sant Jaume no es una anécdota:

1) Hay un interés por parte del poder político, cultural y mediático, del establishment, en situar el debate sobre la cancelación del pesebre de la Plaza de Sant Jaume como un hecho anecdótico. Esta narrativa se enmarca dentro de una línea ya muy potenciada durante el mandato de la alcaldesa Ada Colau, que ha condicionado su naturaleza y percepción pública.

2) En este debate se oyen también opiniones de buena fe, favorables a la cancelación, que consideran que es adecuado sustituir el pesebre por una "estrella cósmica" sin raíces, tradición ni ningún sentido profundo para el pueblo.

3) Es necesario precisar por qué este hecho es grave y forma parte de una dinámica más amplia dirigida a la exclusión del hecho religioso de la vida y el espacio público, incluso como manifestación cultural. Tenemos otro ejemplo reciente en la exclusión de la referencia a la misa de la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad, en el programa de actividades de la fiesta mayor.

4) El pesebre tiene en Cataluña un triple alcance, como otros elementos simbólicos colectivos (Montserrat, Santa Eulalia, Poblet, etc.):

• Religioso: Para los cristianos de fe, es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo.
• Popular: Es una tradición arraigada que trasciende el ámbito de la fe, caracteriza al pueblo y fortalece el vínculo con nuestros antepasados, y contribuye así a la identidad colectiva y al arraigo en el territorio.
• Cultural y artístico: Es una manifestación cultural de gran belleza y valor patrimonial.

5) El pesebre en la Plaza Sant Jaume, en versiones más o menos acertadas, tiene una trayectoria que se remonta a 1940. Además, la tradición de poner el pesebre en la ciudad es muy anterior, excepto durante el periodo de la Segunda República.

6) Este símbolo popular, como otros, tiene que estar presente en el espacio público de manera destacada. No puede ser de otra manera, puesto que pertenece al pueblo, no a un gobierno o color político determinado, ni al Ayuntamiento, que solo es un servidor de la sociedad civil. Si, además, la cancelación proviene de un alcalde que solo dispone de 10 regidores sobre un total de 41, la gravedad del acto se intensifica por su arbitrariedad y carencia de legitimidad democrática.

La estrella de Collboni ha expulsado al Niño Jesús y sus padres de la Plaza de Sant Jaume; pero ¡el pesebre es del pueblo, no de los políticos, ni una gracia que concede el poder!

7) La cancelación del pesebre, sumada al precedente de la exclusión de la referencia a la misa en honor a la patrona del programa de las fiestas de la Mercè revela una voluntad de excluir del espacio público toda manifestación cristiana vinculada al municipio. Esto es una expresión de supremacismo cultural y político de concepciones secularizadoras y materialistas, que rechazamos en nombre del pluralismo democrático.

8) Reivindicar el pesebre en la plaza Sant Jaume, así como la inclusión de la misa en honor de la patrona de Barcelona en las fiestas de la Merced, significa defender un derecho esencial para la configuración de una sociedad verdaderamente democrática. Una sociedad en la cual no haya ciudadanos de primera (partidarios de visiones secularistas) y ciudadanos de segunda (portadores de visiones religiosas, de fe o de tradición cultural).

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