Historias de la Segunda República
El santo del pueblo se libró del fuego: tenía carnet de UGT
La imagen de San Antonio Abad no fue profanada gracias a una ocurrencia de los vecinos de Trigueros.
El diario El Mundo recoge este domingo una vieja tradición que tiene lugar en el pueblo onubense de Trigueros y se remonta al siglo XVIII: el patrón, San Antonio Abad, sale en procesión y desde los balcones se arrojan jamones a su paso, para que los coja quien esté debajo. Este año serán doscientos, pero en otras épocas llegó a lanzarse dinero, para continuar la costumbre de alimentar así a los más necesitados.
San Antonio Abad vivió entre los siglos III y IV y se desprendió de todos sus bienes, que repartió entre los pobres, para irse a penar y rezar como ermitaño en el desierto de Egipto. Esa generosidad es la que conmemora esta fiesta, que se mantuvo incluso en los difíciles tiempos antirreligiosos de la Segunda República.
Para salvar a la imagen del santo de la segura destrucción a manos de la izquierda, como estaba sucediendo en muchos pueblos vecinos incluso a manos de sus mismos compañeros, los militantes de la UGT de Trigueros tuvieron una idea: afiliar a San Antonio de Abad al sindicato.
Así que entre 1932 y 1936, el santo salió en procesión con un carnet prendido en las ropas: "Nombre: Antonio Abad. Edad: 101 años. Profesión: Santo. Vecino de Trigueros". Al parecer, socialistas, comunistas y anarquistas, implacables en tantos otros lugares con el patrimonio cultural de la Iglesia, respetaron esa militancia y la tradición pudo conservarse.
San Antonio Abad vivió entre los siglos III y IV y se desprendió de todos sus bienes, que repartió entre los pobres, para irse a penar y rezar como ermitaño en el desierto de Egipto. Esa generosidad es la que conmemora esta fiesta, que se mantuvo incluso en los difíciles tiempos antirreligiosos de la Segunda República.
Para salvar a la imagen del santo de la segura destrucción a manos de la izquierda, como estaba sucediendo en muchos pueblos vecinos incluso a manos de sus mismos compañeros, los militantes de la UGT de Trigueros tuvieron una idea: afiliar a San Antonio de Abad al sindicato.
Así que entre 1932 y 1936, el santo salió en procesión con un carnet prendido en las ropas: "Nombre: Antonio Abad. Edad: 101 años. Profesión: Santo. Vecino de Trigueros". Al parecer, socialistas, comunistas y anarquistas, implacables en tantos otros lugares con el patrimonio cultural de la Iglesia, respetaron esa militancia y la tradición pudo conservarse.
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