Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Revolt de les Monges, hasta 10 grados más frío, y tiene una historia de fe y sangre

¿Harto de calor en Barcelona? Ven a rezar al único sitio fresco de la ciudad... ¡con mártires!

El historiador Daniel Cortijo, junto al monumento de las mártires dominicas de la anunciata
El historiador Daniel Cortijo, junto al monumento de las mártires, en el sitio más frío de Barcelona, el Revolt de les Monges

Pablo J. Ginés

Casi toda España está golpeada por una ola de calor, que en Barcelona se combina con su habitual humedad agobiante de verano. Se calcula que hay unas cien noches al año de calor tropical en Barcelona (cuando la temperatura mínima es de 20 grados).

Pero hay un lugar, un punto muy especial en la montaña, a la sombra de Collserola, donde la temperatura puede ser hasta 10 grados menos que en el Raval. Los que lo conocen, piensan en este sitio con deseo.

El único sitio fresco de Barcelona en verano, como recuerdan varias webs en estas fechas, es el llamado Revolt de les Monges. Es un espacio abierto y sombreado, al aire libre y de acceso libre.

También es tierra sagrada: allí derramaron su sangre como mártires cinco beatas, dominicas de la Anunciata. Un monolito lo recuerda con sus nombres. Tres eran catalanas, otra valenciana y la quinta, Otilia, la más joven, de 19 años, era asturiana. Cuando fueron beatificadas en 2007, Otilia se convirtió en la primera mujer asturiana en los altares.

Se puede ir a ese lugar especial para escapar del calor -quizá con la familia, amigos o parroquianos- y aprovechar para rezar. O ir allí para rezar, y aprovechar para escapar del calor (otra forma de presentarlo). Allí la sangre de las mártires habla cuando se conoce su historia.

El Revolt de les Monges marca el lugar donde fueron asesinadas 5 mártires en 1936... y el sitio más frío de Barcelona

Un monolito con cruz y los nombres de las 5 mártires marca el lugar del martirio en el Revolt de les Monges, en la carretera de Vallvidrera, Barcelona. (Foto de Roberto de Godos / MeteoRevolt).

Temperatura especial

Que era un lugar fresco siempre se ha sabido, pero en el último año hay un vecino del distrito de Nou Barris llamado Roberto de Godos que se dedica a medir sistemáticamente la temperatura del lugar y a publicar sus resultados. Lo ha comprobado: es el lugar más frío del término municipal, a veces hasta 10 grados menos que en el medidor del Raval. En 2021, en este sitio, ni una sola noche se superaron los 20 grados de temperatura mínima. La media mínima el pasado verano fue de 16 grados. Quien quiera dormir al raso, se habrá de tapar.

El lugar es un giro de 180 grados de la carretera que va de Vallvidrera a Les Planes, a poco más de 1 km de la plaza de Vallvidrera. Allí se juntan el torrente de la Budellera, el de Cardona y de la Vinassa (que la mayor parte del año están secos). Es una especie de hoyo a la sombra donde queda estancado el aire frío, que es más denso. Funciona como una "nevera" natural.

Este fue el lugar de martirio de 5 dominicas de la Anunciata el 27 de julio de 1936. El lugar vivió la maldad encarnizada de los asesinos, y la entrega, fe y perdón de las mártires. Una de ellas vivió hasta 24 horas después del fusilamiento y así pudo contar con detalle lo sucedido a personas que acudieron a asistirlas.

Religiosas humildes para educar a las niñas y en los pueblos

Las Dominicas de la Anunciata las fundó en 1856 el dominico San Francisco Coll y Guitart, natural de un pueblecito del Pirineo de Gerona. Quería que sirvieran a la educación de niñas pobres, y de niños en pueblos pequeños. Eran tiempos de anticlericalismo, pero en apenas 14 años las nuevas dominicas tenían ya 46 casas por Cataluña, muchas ligadas a escuelitas. La mayoría de las religiosas eran de origen humilde, pero estudiaban con tesón y se sacaban el título necesario para dar clases.

Ochenta años después, seguimos viendo estos orígenes humildes en las 5 mártires, que serían beatificadas en 2007 en Roma.

Se trata de las beatas Ramona Fossas (la superior, de 54 años), Adelfa Soro (49 años), Teresa Prats (41 años), Ramona Perramón (37 años) y Otilia Alonso (de 19 años).  Otilia había llegado a Cataluña tres años antes, al entrar en la congregación.

Las 5 dominicas beatas mártires del Revolt de les Monges

La superior, Ramona Fossas, era hija de un carpintero. Adelfa, valenciana de Villanueva de Castellón, era hija de un músico, que le enseñó canto y a tocar el piano. Teresa Prats era hija de labradores, estudió hasta los 13 años y destacaba como bordadora y costurera. Hasta cumplir los 21 años, sus padres no la dejaron entrar en la congregación.

Otilia, la asturiana, tenía 11 hermanos y sabía lo que era estar atendiendo niños sin cesar. Ramona Perramón también era hija de labradores y trabajó de obrera en una fábrica textil en Vic, organizándose para ir a misa diaria antes o después del trabajo (ayunando para poder comulgar). Como Teresa, sus padres no le dejaron entrar en vida religiosa hasta ser adulta.

Al empezar la guerra, esperaban pasar desapercibidas

La congregación fundó en 1909 una comunidad en la calle Trafalgar de Barcelona, en los números 50 y 52. Allí estaba su casa y el colegio. Cuando la II República, muy anticlerical, prohibió a las congregaciones religiosas tener escuelas, hicieron lo mismo que muchas otras escuelas católicas: reorganizarse como Mutuas Escolares a nombre de laicos y de grupos de familias. Además, en uno de los pisos tenían un pensionado para señoras. Así, cuando el 18 de julio de 1936 empezó la Guerra Civil, Ramona Fossas, como priora, estaba convencida de que no tendrían mayores problemas y las dejarían tranquilas.

Hasta el día 24 vivieron con cierta normalidad, con misa y comunión diaria en el oratorio del colegio. Pero entonces quedó claro que en las calles mataban a los sacerdotes y que los clérigos tenían que ocultarse. La Madre Provincial ordenó a la Madre Fossas que consumieran el Sacramento, algo que disgustó mucho a la religiosa. El 24 y 25 decidieron que la mayoría de las religiosas se vistieran de seglar y se fueran con familias amigas.

Quedaron 10 hermanas en los dos pisos de la comunidad, vestidas de seglar y viviendo entre las señoras de la pensión. Esperaban pasar desapercibidas y redistribuir algunas más. Pensaban enviar a la joven Otilia con su familia a Asturias un tiempo, mientras se "calmaban" las cosas.

El lunes 27, hacia las 9 de la mañana, llegaron milicianos armados del Frente Popular. Registraron ambos pisos. Cuando veían objetos religiosos los destruían enfurecidos y con saña. No actuaron contra la mujeres, pero avisaron que volverían.

Efectivamente, volvieron a las tres de la tarde. Encerraron a las mujeres en una habitación mientras registraban todo. Después las interrogaron. Al ver que no tenían documentación sindical, aumentaron sus sospechas. Y cuando una de las mujeres llamó "Madre" a la hermana Fossas, se convencieron.

- Vaya madre, con tantas hijas - dijo una miliciana.
- ¿Veis como son monjas? - añadió otro miliciano.

Después una mujer (parece que de la pensión) accedió a señalar quienes eran religiosas y quienes eran señoras seglares.

De un lado a otro

A las cinco religiosas, como a muchos mártires de esta época, y como al mismo Jesús, antes de ser ejecutadas se les llevó de una "autoridad" a otra, con interrogatorios, burlas y escarnios. Las llevaron en camión a varios comités, para mostrarlas como trofeo y burlarse de ellas. Luego las encerraron en un piso del barrio de Gracia. La Madre Fossas aprovechó ese momento para animarlas a mantenerse firmes.

En ese piso tuvieron la última oportunidad de salvar su vida. Los milicianos les explicaron que había llegado la revolución, y que debían renegar de la fe y dejar los hábitos. Pero todas se negaron a ello.

Los milicianos las hicieron luego subir al camión prometiéndoles que las devolvían al convento. Pero desde el vehículo, aunque no podían ver, notaron iba cuesta arriba, hacia la montaña, y no cuesta abajo, hacia su casa.

Algunas fuentes detallan que el jefe de la cuadrilla dedicó un rato a hablar con Otilia, la más joven. Le proponía "llevarla con sus padres". "¿Te vienes conmigo?", la animaba. Pero la joven se aferró a su superiora.

Cuando llegaron al lugar en Vallvidrera, les ordenaron bajar del camión. Enseguida mataron a las tres mayores, que murieron al instante. Pero la miliciana que iba con el grupo dijo que le dejaran a ella a las más jóvenes, Otilia y Ramona. Les disparó al vientre, "para que sepan lo que es sufrir", dijo. Efectivamente, una bala en el vientre era una forma segura, pero lenta y dolorosa, de morir. Las dejaron allí tendidas, entre gemidos, y se fueron en su camión.

Tiempo para contarlo

Allí cerca había una casa grande de campo, la quinta de San Salvador, propiedad del médico Luis Vilar. Un grupo de sanitarios había colocado allí los símbolos de Cruz Roja, porque sabían que traían cautivos para matarlos en la carretera de la montaña, lo habían visto en los días anteriores y trataban de salvar a los heridos. Incluso tenían algo de sangre para hacer transfusiones.

Los disparos atrajeron a una familia de panaderos, obradores de Vallvidrera, que acudieron al lugar. Vieron a las dos supervivientes malheridas y las llevaron a San Salvador con los médicos. Pero esta familia tuvo mala suerte. Al volver hacia el pueblo, se cruzaron con los milicianos. Según unas fuentes, discutieron con ellos, y los milicianos los mataron para no dejar testigos. Matar monjas era difícil de justificar incluso ante camaradas revolucionarios. Sin embargo, otras fuentes del pueblo consideran que no llegaron a matarles.

En San Salvador, el doctor Serra atendió a Otilia y el doctor Luis Vilar a Ramona. Un señor llamado Fernández tomó nota de lo que las religiosas iban diciendo. Otilia vivió aún dos horas y hablaba con el médico en castellano. Ramona, la que había sido trabajadora textil en su Vic natal, vivió casi 24 horas aún, y contó lo sucedido en catalán, con detalle.

Otilia, la joven asturiana, dijo al médico: "No sufra doctor, como muero por Dios estoy contenta". Según el Dr. Serra, también dijo que perdonaba a los asesinos "de todo corazón". "Murió como una santa, rezando y conformándose con la voluntad de Dios. Me dio la dirección de su casa, para que yo visitase a sus papás y les dijera que moría conformada y pura totalmente", explicó el médico. "Besaba el rosario y la medalla", añadió.

Lo que pasó después

Otilia no sabía que durante esos mismos días, su padre en Asturias, hombre devoto de Adoración Nocturna, había sido detenido por milicianos. Lo retuvieron en la cárcel de Nembra y le torturaron con palizas, hasta que un primo suyo que tenía contactos logró que lo liberaran temporalmente. Aprovechó para pasar a León, que era zona nacional. Cuando acabó la guerra en Asturias pudo volver a reunirse con su numerosa familia y conocer a su hijo que había nacido mientras estaba fuera. Cuando años después acabó la guerra en Cataluña, supo que su hija religiosa había muerto mártir.

Las Dominicas de la Anunciata levantaron en 1958 un monumento en el lugar del martirio, una cruz de piedra con el nombre de las cinco religiosas.

En 2007 las religiosas fueron beatificadas en Roma. Para entonces, le quedaban a Otilia -la más joven de las mártires- 9 hermanos vivos. Algunos eran aquellos niños que había cuidado antes de entrar en vida religiosa con 16 años. Cuatro la conocieron: la mayor tenía unos 4 años cuando se separaron, pero la recordaba. A otra de sus hermanas, que nació con posterioridad al martirio, también la llamaron Otilia. Ocho hermanos viajaron a Roma con gente de la diócesis de Oviedo en un vuelo especial desde Asturias. Como familia directa se sentaron junto a los cardenales y el ministro de Asuntos Exteriores en primera fila.

Vídeo de la ceremonia de beatificación de las dominicas de la Anunciata en2007 en Roma.

La historia contada en Barcelona TV (en catalán).

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