Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Un sevillano fue a Tierra Santa y «se trajo» la Casa Pilatos: un viaje memorable y visitas guiadas

Una actriz vestida de romana en la Casa Pilatos de Sevilla
La Casa Pilatos de Sevilla es del siglo XVI, pero su gran constructor sí visitó Jerusalén

Hay en Sevilla un hermoso y famoso palacio del siglo XVI que se puede visitar, con guías que ofrecen una visita teatralizada de 90 minutos. Se trata de la llamada “Casa Pilatos”, que fue el palacio de la familia Ribera. Hoy es Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico.

Hace 5 siglos, en 1519, el marqués Fadrique Enríquez de Ribera salió de Sevilla hacia Tierra Santa en un viaje histórico. Un actor ataviado como él contará a los visitantes de “Casa Pilatos” su experiencia en los Santos Lugares y su aventura de 14.500 km. En otros años, los actores interpretaban otros enfoques (en 2018, por ejemplo, eran actrices representando a “las mujeres de Pilatos“).

Fadrique: noble, riquísimo y culto

El marqués Fadrique Enríquez de Ribera (1476-1539) fue nombrado caballero por el príncipe don Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, justo a tiempo para participar en la guerra contra el reino nazarí y la conquista de Alhama. Participó también en la flota que en 1496 llevó a Juana la Loca a Flandes para casarla con Felipe el Hermoso. Acumuló títulos y señoríos en Andalucía. Había tenido una educación esmerada y fue un mecenas de de las artes y ciencias.

Pero lo que más se recuerda de su biografía es su viaje a Tierra Santa, que empezó en 1518, cuando tenía 42 años. Preparó el viaje con detalle, le acompañaban una docena de servidores y amigos y escribió a mano sus andanzas, que no se publicarían en imprenta hasta 1580, con el título ‘Viaje que hizo a Jerusalén’.

Visitas teatralizadas a la Casa Pilatos de Sevilla

El título ‘largo’ en la versión impresa sería: “Este libro es del viaje que yo don fadrique enriquez de Ribera, marqués de tarifa hize a Jerusalén de todo y quantas cosas en el me pasaron, desde que salí de mi casa de Bornos miércoles veyntiquatro de noviembre de quinientos y diez y ocho, hasta veynrte de octubre de quinientos y veynte que entre en Sevilla”.

El viaje duró 2 años y cuenta sus etapas minuciosamente: Andalucía, Murcia, Valencia, Cataluña, Pirineos, Alpes, norte de Italia, Venecia en mayo de 1519. Allí tomaron un barco por el Egeo, hasta Turquía, donde se les sumó el poeta Juan del Encina, que escribió versos sobre el periplo.

Finalmente, llegaron a Jerusalén y visitaron los Santos Lugares: Betania, Josafat, Monte Sion, el río Jordán, etc.

Su experiencia en el Santo Sepulcro

Cuando describía lugares sagrados y sus reliquias, era meticuloso. Así, del Santo Sepulcro, escribió:

“Otro día, sábado seis de agosto, una ora antes de noche, entramos en la iglesia del Santo Sepulcro, que es de cinco naves, de largo cincuenta y nueve varas, y de ancho, cuarenta y seis varas […] entramos dentro […] y luego fuemos derechos a la capilla de nuestra Señora, a donde se dice haberle aparecido allí nuestro Señor después de la Resurrección, y en esta capilla hay dos altares, uno de la mano derecha y otro en la mano izquierda del altar mayor; hay un pedazo de la cruz, y a mano izquierda una ventanilla que tiene una red de palo donde esta un pedazo de la columna donde a nuestro Señor azotaron, y en ella están señalados los ramales de lotes. En esta capilla hizo un breve sermón un fraile de Monte Sión, en que contó todos los misterios de esta capilla y los que nos había de enseñar. Esta capilla tienen los frailes de Monte Sión, y por aquí entran a su aposentamiento, que, aunque parece poco, es harto, que habrá más de seis cámaras altas y bajas y su pozo y todo los demás necesario. Y en esta misma capilla, santa Elena hizo traer las cruces y las hizo poner sobre un muerto para ver cual era la verdadera, y en allegando a la de nuestro Señor luego resucitó. Y aquí dicen que apareció nuestro Señor a su madre después de la Resurrección; la llaman la Capilla de la Aparición”.

Otros temas que trató con detalle fueron:

– una ceremonia en la que algunos peregrinos fueron armados caballeros del Santo Sepulcro
– «la manera que se solemnizan las fiestas en Tierra Santa»
– «las estaciones que hay en la Tierra Santa» con sus respectivas indulgencias
– y un informe muy detallado, que luego se divulgaría mucho, sobre «las naçiones que ay en Iherusalem de cristianos», es decir, los distintos tipos de cristianos del país

En agosto de 1519 emprendieron la vuelta a España, con escala en Chipre, Rodas, Venecia y un detallado recorrido por casi todas las ciudades de Italia, de Asís y Florencia a Nápoles y Génova. Volvieron a España por Bayona y recorriendo el norte (San Sebastián, Vitoria, Burgos, Valladolid) arribando a Sevilla el 20 de octubre de 1520. Toda una odisea.

Un Via Crucis sevillano pasa por la Casa Pilatos

Fadrique escribió de lo visto en su viaje: arte, economía, vida cotidiana, religiosidad... De las ciudades italianas escribió mucho. De las españolas, casi nada. Sólo una cuarta parte del libro habla de Tierra Santa.

Trajo un botín de libros, notas e ideas que se plasmaron en 3 instituciones andaluzas:

– una enorme biblioteca, que acabaría siendo legada a la Cartuja de Sevilla, donde descansa Fadrique y otros parientes

– el palacio en Sevilla que aún se llama “la Casa de Pilatos”, construido entre 1492 y 1533, que según la leyenda imitaba al Pretorio de Pilatos en Jerusalén

– una fábrica para el Hospital de las Cinco Llagas, imitando al hospital mayor de Milán; era el edificio civil más grande en España antes del Escorial.

Plano de la Casa Pilatos en Sevilla

Sobre el viaje de Fadrique a Jerusalén los historiadores han escrito varios libros: “Desde Sevilla a Jerusalén” (1974), “La Cruzada Pacífica. La peregrinación a Jerusalén de don Fadrique Enriquez de Ribera” (1997), “Paisajes de la Tierra Prometida. El viaje a Jerusalén de don Fadrique Enríquez de Ribera” (2001) y muchos otros.

El poeta Juan del Encina, que acompañó a Fadrique, escribió una obra rimada llamada “Tribagia”, pero la crítica coincide unánimemente en que son malos versos, malas rimas y trama de escaso interés. Tampoco parece que el poeta estuviera espiritualmente bien dispuesto, pese a lo que él declarara.

Artículo publicado en el portal de la Fundación Tierra Santa.

 

 

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