Impulsó desde Estados Unidos las obras de Julián Juderías y Charles Lummis
Juan Cebrián, luchador «in situ» contra la Leyenda Negra: un paladín de Fray Junípero Serra
De Cristóbal Colón a San Junípero Serra, pasando por Isabel la Católica y Miguel de Cervantes, la oleada de destrucción cultural que vive Estados Unidos ha afectado de lleno a los emblemas del pasado español y católico del país, reviviendo los fantasmas de la Leyenda Negra.
Luis Español Bouché, quien ha preparado la última edición de La Leyenda Negra de Julián Juderías y publicó una importante biografía sobre él (Leyendas negras. Vida y obra de Julián Juderías), recordó también hace años (Suite 101, 9 de noviembre de 2009) la figura de Juan Cebrián, inventor y mecenas español que luchó activamente en Estados Unidos, donde vivió y triunfó, por dar a conocer lo que allí se debía a los exploradores y misioneros españoles. Y tuvo un papel relevante en la memoria de San Junípero Serra, ahora vilipendiada.
Por cortesía del autor, reproducimos aquel artículo.
Luis Español Bouché impulsa desde hace años el reconocimiento público madrileño a Julián Juderías. Asimismo ha investigado y reactivado el interés por la vida y obra de Clara Campoamor, de quien preparó la edición de La Revolución española vista por una republicana.
Juan Cebrián, España en los Estados Unidos
Juan Cebrián Cervera nació en Madrid en tiempos de Isabel II, un 24 de agosto de 1848 y murió en la misma ciudad un 20 de febrero de 1935, durante la Segunda República. Podríamos pensar que su vida transcurrió en la tórrida capital de las Españas; pues no, la mitad de su vida la pasó en los Estados Unidos donde fue el principal pilar del hispanismo.
Ingresó en 1863 en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara. Terminó sus estudios en 1868 siendo promovido a teniente de dicho cuerpo. Llega la revolución de septiembre de ese año, y en 1869 Cebrián obtiene la licencia absoluta al mismo tiempo que su compañero de academia, Eusebio Molera, un catalán de Vic al que le unirá una entrañable amistad hasta el final de sus días. Salieron juntos de España, rumbo a Nueva York, con la ambición de prosperar con su talento. Y vaya si lo consiguieron.
Cebrián, ingeniero
En 1870 se trasladará Cebrián a San Francisco (California), donde se empleará como ingeniero de la Dirección de Faros de la Costa del Pacífico, y de 1871 a 1873 Cebrián, por encargo de la Compañía del Ferrocarril Transcontinental del Norte del Pacífico (Northern Pacific Railroad Co.) se ocupó del trazado de su extremo occidental desde las Montañas Rocosas hasta Portland y Seattle.
A partir de 1888 dirigirá importantes empresas industriales, estableciendo su propio despacho de ingeniería. En los EE. UU. empezó a utilizar el “Juan C. Cebrián”, anteponiendo, a la moda americana, su primer apellido la inicial del segundo.
Molera y Cebrián patentarán en España, entre 1879 y 1883 mejoras en motores, mejoras en el alumbrado por la electricidad, un sistema de impresión microscópica y los aparatos para leer dichas impresiones,así como calderas solares para aprovechar el calor del sol con el fin de generar vapores de tensión aplicables como fuerza motriz.
Traumatizado por la guerra entre España y los Estados Unidos, sus dos patrias, financió proyectos que favorecieran la imagen de España en el país norteamericano. Trató sin éxito de implicar en ello a Juan Valera. Sólo en 1914, con la aparición de la obra La leyenda negra de Julián Juderías verá satisfecho su deseo. Hizo traducir al español y regaló a bibliotecas e individuos la famosa obra de Charles Lummis The Spanish Pioneers, y financió también la reedición de 1917 del libro de Juderías, que supone una gran ampliación sobre el original de 1914.
Cebrián, mecenas del hispanismo
El papel de Cebrián fue fundamental a la hora de aproximar las universidades de Berkeley y la Central, hoy Complutense, así como en proporcionar una base económica a las actividades de los hispanistas norteamericanos.
Juan Cebrián, en una foto dedicada personalmente por él a Charles Lummis.
Cebrián donó numerosas y valiosas obras españolas a las bibliotecas de las universidades de Berkeley y Stanford, a la del Metropolitan Museum de Nueva York, la del Art Institute de Chicago y también a la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de Madrid donde su donativo de 4000 obras se considera el origen de la divulgación en España de las tipologías constructivas internacionales del primer tercio del siglo XX.
Niceto Alcalá-Zamora, a la sazón presidente de la Segunda República, firma el nombramiento de Cebrián como arquitecto honoris causa, en atención a los méritos que recoge el decreto.
También aportó Cebrián su ayuda financiera a la edición de las obras completas de Cervantes, que acometieron Rudolph Schevill y Adolfo Bonilla San Martín.
Permitió igualmente la generosidad de Cebrián, Archer Huttington y Rafael Fabián que se publicara la Grande general Estoria de Alfonso X por parte de Antonio García Solalinde.
Monumento a Cervantes en el Golden Gate Park de San Francisco, financiado por Cebrián. Ha sido vandalizado recientemente por las protestas de Black Lives Matter. Foto: Pinterest.
Principal mecenas de la Hispanic American Historical Review, fue Cebrián copresidente, junto con Archer Huntington, de la American Association of Teachers of Spanish. Cebrián es con Juderías y Lummis uno de los tres grandes propagandistas de la imagen de España en el primer tercio del siglo XX.
Mecenas de San Francisco
En unión de su amigo Molera, costeó Cebrián el monumento a Cervantes en el Parque Golden Gate de San Francisco, obra del escultor hispanoamericano José Joaquín Mora y erigió la primera iglesia española en aquella ciudad, desde los tiempos de las Misiones de San Junípero Serra. Precisamente, en 1932, tres años antes de morir y a pesar de que habían mermado sus caudales compró Cebrián la casa mallorquina donde naciera el padre Junipero y la regaló a la ciudad de San Francisco en California.
Latino versus hispano
Fue Cebrián el primero en hacer campaña contra la absurda expresión "América Latina", campaña a la que se sumarían Ramón Menéndez Pidal y el ya citado Bonilla San Martín. Entre otras iniciativas suyas subrayemos la propuesta de cambiar el nombre de la Península Ibérica por Península Hispánica. El caso de Molera y Cebrián, un madrileño y un catalán, socios, amigos y colegas, desmiente también la fanática visión del catalanismo, presentando lo catalán como contraposición de lo español, o la nueva locura que pretende enfrentar a los estadounidenses de origen hispano con los de origen anglosajón. La trayectoria de Cebrián infunde un mensaje de esperanza: la inteligencia siempre derrotará a los degenerados frutos de la ignorancia.
Artículo publicado en Suite 101 el 9 de noviembre de 2009.