Belleza al morirse... entrevistamos a la directora de «Tocando el infinito»
«En mis películas busco visibilizar el poder del amor, más fuerte que el dolor», dice Griet Teck
La cineasta belga Griet Teck (1982) ha presentado en España su documental, especialísimo, Tocando el infinito , el resultado de meses de acompañar a tres familias que esperan la muerte próxima de un ser querido.
Durante 76 minutos nos metemos en sus casas mientras bajan el ritmo, en parte por la enfermedad y debilidad, pero en parte también porque viven más "hacia adentro". (Puede leer aquí en ReL nuestra reseña).
Nominada a Mejor Documental en los Premios Ensor (los Goya o los Oscar de Bélgica) en España puede verse a demanda online a finales de noviembre en tocandoelinfinito.com , y también se pueden hacer pases programados con la distribuidora. Es el tema más tabú: pararse en serio a pensar en la muerte... aunque sea la de los demás.
- Griet, sorprende un poco que una película en la que todos saben que van a morir no hablen de Dios. ¿No había nadie religioso?
- Sí, sí. A la casa de Rebecca, la madre de las tres niñas, venía a menudo un sacerdote católico, les daba los sacramentos. Eran católicos, pero no querían que filmase esas escenas. Luego está Delphine, la señora mayor, a la que vemos su oración de cada noche, a la Virgen María. Yo pacté con todos que sólo aparecería en la película lo que la familia aprobase.
- Rebecca pasa sus últimos días en un hospital. ¿Era un centro especializado en paliativos?
- No, era un hospital grande, como muchos otros. Pero cuenta con un equipo paliativo móvil, que acude allí. Vemos enfermeras de paliativos que hablan con ellos no sólo del dolor físico, sino espiritual. Vemos, por ejemplo, a una terapeuta especializada en hablar con niños sobre el duelo, sobre lo que harán cuando muera mamá. Rebecca y su marido quisieron involucrar mucho a sus hijas en el proceso, dejar recuerdos, esas cajas que pintan juntas...
- ¿Qué pensaban las niñas de verla a usted filmando en su casa tantos días?
- A las chicas les desilusionó un poco ver que la película que yo filmaba no era de acción. Pero tuvimos buena conexión.
- Hay una escena en la que Rebecca va al colegio de sus hijas a hablar a niños de su enfermedad y posible muerte. ¿Cómo surgió?
- Rebecca propuso esa escena. Lo había hecho muchos meses antes en clase de su hija mayor y le había gustado la experiencia, le pareció hermosa. Propuso hacerlo en clase de la hija mediana, filmándolo.
- ¿Qué tenía usted escrito en los guiones?
- No tenía nada en guion. Yo iba a las familias y filmaba, sobre todo los rituales diarios, de desayuno, limpieza, cuidados, ir al colegio... Luego, con más confianza, les preguntaba si ellos querían reflejar algún momento.
» Yo estaba en sus casas, en un espacio muy íntimo y privado, sabiendo que era una extraña con cámara. Muchas veces les mostraba el metraje y me daban su aprobación. Rebecca, por ejemplo, consideraba que era bueno hablar del proceso de morir, de despedirse, romper el tabú. Y todos querían dejar algo que sus familiares luego pudieran ver.
- ¿Cómo encontró estas historias?
- Pasé 3 años trabajando y preguntando a personas que trabajan en cuidados paliativos antes de empezar a rodar. Me buscaron muchas historias y elegimos esas tres. Hubo más familias con las que contacté, pero a veces todo pasaba muy rápido, morían rápido y solo podía filmar escenas aisladas. Esas escenas no están en el documental, pero se las pasé a cada familia implicada.
- ¿Cuánto tiempo acompañó a estas familias?
- Con la familia de Rebecca, su esposo y las niñas, estuvimos 2 meses. No sabíamos cuánto iba a durar, fue más rápido de lo que pensamos. Usé casi todo el metraje: puede contar toda su historia. Con el matrimonio anciano sin hijos, Fernand y su esposa, estuvimos un año entero, pero sólo me dejaron filmar hacia el final. Lo que vemos son ya rituales consolidados: el peinarse, el sentarse juntos, preguntarse "¿tú me quieres?" Lo hacían cada día. Y con Delphine y su hija que la cuida estuvimos unas 3 semanas.
La cineasta Griet Teck con la viuda de Fernand, una de las historias en Tocando el Infinito. Los acompañó casi un año en su experiencia de enfermedad y acercamiento a la muerte de él.
- No hay casi música en esta película...
- Es que la música te hace sentir triste o alegre, te dirige demasiado. Conscientemente dejé la película sin música, para que los espectadores sientan por sí mismos. Casi la única música es la de Elena, la niña que toca el piano.
- El ritmo es muy tranquilo, sobre todo con las dos familias de ancianos...
- Busco transmitir que la experiencia del tiempo es distinta en esta etapa de la vida. Quiero que el espectador sienta que está con ellos, con esos ancianos, sus rutinas, su tranquilidad... A veces, simplemente miran por la ventana, la gente con ellos calla y todos reflexionan, dejan que sus pensamientos se aposenten. Me gusta reflejar eso.
- Hay como un intercambio entre madres e hijas; son las hijas las que cuidan...
- Sí, me interesa esa conexión profunda entre las personas. No sé si Delphine es más protagonista que su hija, que la cuida, la lleva, la acompaña... Cuando estás enfermo, también tu familia sufre contigo y te acompaña.
- Es una historia luminosa, en el sentido de clara, limpia... pero visualmente no hay mucha luz...
- Uso siempre la luz natural, nunca pongo luz artificial. Son tres historias en otoño e invierno y en Bélgica no hay mucha luz en esa época.
- ¿Cómo surge su interés por estas historias tan intimistas?
- En la escuela de cine empiezas haciendo retratos en películas breves con gente de tu entorno. Hice un documental breve sobre mi hermano pequeño, que tiene autismo. Buscaba mostrar que pese a su discapacidad tiene deseos, necesidades, como cualquier otro. También mostraba su relación con mi madre. Eran 7 minutos en blanco y negro. Eso marca un poco mi estilo.
»Luego hice un documental largo, Follow my Words, en un lugar para personas con enfermedades mentales. También quería mostrarlos con sus deseos, más allá de la enfermedad.
»Y en esta película, busco visibilizar el poder del amor, más fuerte que el sufrimiento y la separación de la muerte, mostrar que el amor trasciende al sufrimiento. Supongo que en mis películas todo va de dar significado, en distintas edades, a la vida con sus sufrimientos.
- ¿Cómo cree que pueden entender esta película adolescentes de 14 o 15 años?
- No me lo había planteado. Es una película abierta, no hacemos declaraciones. Según las experiencias propias toca cosas distintas. Nunca se la he pasado a adolescentes. En España hemos hecho pases con universitarios, algunos de medicina y enfermería, otros de comunicación. Me preguntaban sobre el título: 'Tocar el infinito'. Dije que en esta película tocamos algo más grande que nosotros, que, si me preguntan más, diré que es el amor.
- ¿Cómo se define usted en lo religioso?
- Creo en una conexión que nos une a nivel profundo. Creo en lo espiritual, una conexión en el amor.
- Pero ese amor, es conexión, ¿es personal? Es decir, ¿es entre mentes, nos conectamos con un Otro, con una Mente?
- Mmmm... es un misterio, supongo...
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