Jueves, 21 de noviembre de 2024

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La lección bíblica del Coyote y el Correcaminos: Proverbios 26, 27

"Quien ama el peligro, pecererá en él", dice el libro del Eclesiástico. La mítica serie de dibujos animados reflejó esa idea de mil maneras, una de ellas calcada de otro libro sapiencial.

C.L. / ReL

Proverbios 26, 27.
Proverbios 26, 27.
 "Quien ama el peligro, perecerá en él", dice el libro del Eclesiástico (3, 27). Es la expresión más conocida de la Biblia para advertir contra el pecado de la presunción, aplicado, no a los riesgos materiales (para eso basta el instinto... aunque nunca viene mal el consejo), sino a los bienes espirituales que pueden perderse por una desordenada confianza en uno mismo. Esa presunción la define el padre Antonio Royo Marín, O.P., en su célebre Teología moral para seglares, como "la temeraria confianza de obtener la salvación del alma por medios no ordenados por Dios". Y el remedio es, en expresión también clásica, "huir de las ocasiones de pecado".

En las Sagradas Escrituras encontramos una sentencia similar: "Quien excava una fosa, caerá en ella". Se encuentra en el libro de los Proverbios (26, 27) y la ha recordado recientemente uno de los chistes de la web Catholic Memes, aprovechando para ello una de las escenas más habituales de la serie de dibujos animados El Coyote y el Correcaminos, creada en 1948 por Chuck Jones para la Warner Bros.

De las mil y una maneras con las que el perseguidor intenta dar caza al perseguido, cayendo siempre en todas ellas, probablemente la más reiterada es la que concluye con el desgraciado hecho papilla en el fondo de una sima por haber roto él mismo el apoyo que le sustentaba.

Es lo que suele suceder en nuestra vida moral, según los grandes maestros de la espiritualidad: confiamos en nuestras fuerzas, despreciamos las precauciones... y acabamos en la fosa. "No digo yo que no podamos usar de estas cosas peligrosas", alertaba San Francisco de Sales a Filotea en su Introducción a la vida devota (I, XXIII): "Advierto, empero, que nunca podemos aficionarnos a ellas sin que se resienta la devoción... Además de ser inútiles, nos ponen en peligro de desarreglarnos y desordenarnos cuando vamos en pos de ellas". Y nos dejan cara de Coyote.


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