Lunes, 18 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Se publican los escritos espirituales del secretario de Estado de San Pío X

Una «regla de vida» cristiana según los consejos que daba el clarividente cardenal Merry del Val

Rafael Merry del Val y Zulueta.
Sobre la mesa del cardenal Merry del Val en la Secretaría de Estado, su referente sacerdotal: San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars.

Carmelo López-Arias / ReL

Del cardenal Rafael Merry del Val y Zulueta (1865-1930) son muy conocidas las Letanías de la Humildad, que escribió cuando tenía treinta años y rezaba a diario después de decir misa. No solo las rezaba, sino que las vivió en grado heroico, razón por la cual se abrió una causa de beatificación que sin embargo quedó estancada en 1959, y en cuya reactivación se está trabajando.

Mano a mano con San Pío X

Parte del problema es que vivió tanto la humildad que rara vez se permitía el lujo de una opinión personal, y llevó a tal extremo la mortificación de la voluntad propia, que la recolección de testimonios tras su fallecimiento acabó resultando insuficiente.

Esa pequeñez asumida no le impedía, sin embargo, manifestar su criterio según conciencia y sin confundir obediencia con servilismo. Por eso será siempre recordado por su relevante papel como secretario de Estado de San Pío X (1903-1914), quien lo nombró para ese cargo al poco de ser elegido y le mantuvo hasta el final.

San Pío X y Rafael Merry del Val.

San Pío X y el cardenal Merry del Val: el gobierno de la Iglesia durante once años.

Fueron once años de colaboración en un pontificado donde el purpurado español participó de forma decisiva en todas las grandes reformas que puso en marcha el Papa Giuseppe Sarto, y en particular en su lucha contra el modernismo, que continuaría a su muerte como secretario de la Congregación del Santo Oficio. 

Una vida, pues, entregada al servicio de la Santa Sede, en conformidad con la alta alcurnia y el entorno diplomático propios de su familia. Nació en Londres, aunque sus tres apellidos delatan una ascendencia irlandesa/sevillana, aragonesa y vasca. Su padre era secretario de la legación española y sería embajador de España ante el Vaticano, del mismo modo que su hermano lo fue ante la Corte británica. El mismo cardenal presidía la Pontificia Academia de Nobles Eclesiásticos (hoy Pontificia Academia Eclesiástica, donde se forman los diplomáticos vaticanos) cuando fue llamado a su lado por San Pío X.

Advertencias clarividentes

Acaba de publicarse una selección de sus mejores escritos espirituales: El ángel del Vaticano, en edición de Harriet Murphy y publicados por Nueva Eva. Incluye oraciones compuestas por él, sugerencias para una regla de vida, cartas, discursos y pláticas.

Acto de presentación de 'El ángel del Vaticano'.

El 27 de octubre se presentó en Madrid, en la parroquia de Nuestra Señora de la Moraleja, El ángel del Vaticano, en un acto presidido por el cardenal Carlos Osoro. En la imagen, de izquierda a derecha: Marta Moreno, editora de Nueva Eva; Javier Mairata, vicario general de la diócesis de Getafe; el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; Santiago Luis de Vega, postulador de la causa de beatificación del cardenal Merry del Val; y Rafael Merry del Val, familiar del siervo de Dios.

De los discursos cabe destacar su clarividencia ante las consecuencias que preveía de la descristianización de la sociedad. Son alocuciones a la Liga Internacional de Mujeres Católicas, presidida por la holandesa Florentine Steenberghe-Engeringh (1875-1952), a lo largo de los "felices años 20", y solo su lectura ya justifica el acercamiento a esta obra

El cardenal Merry del Val detecta en el periodo de entreguerras, próspero y frívolo, dos claras víctimas: la mujer y la familia.

"Haced todo lo posible por proteger a la mujer", pedía, "para que no se le robe su aura, el aura de su dignidad de mujer, defendiendo el orden establecido por la divina Providencia, para que la mujer no caiga de su pedestal y empiece a competir con los hombres, convirtiéndose en la práctica en enemiga suya, en lugar de ser esa compañera sabia a la que Dios creó con una misión y un mundo propio de influencia, el hogar".

En su opinión, el cristianismo había empezado "a someterse y a perder su vigor frente a una nueva ola de paganismo": "Tenemos al enemigo dentro", sostenía en referencia a los modernistas, que fomenta un tipo de cristianismo indiferente ante "la verdad absoluta y revelada" e impulsor de "un vago sentimiento religioso" que no dará "solidez, ni propósito, ni frutos".

Casi medio siglo antes de la revolución sexual, preveía ("por la búsqueda, a cualquier precio, del placer, el entretenimiento y la excitación") una "degeneración lenta pero constante que posiblemente lleve a la destrucción final de la especie". Un siglo después de estas palabras, pronunciadas en mayo de 1922, los expertos ya ponen fecha a esa extinción si no cambian unas tendencias demográficas cuya raíz última es moral.

"Históricamente corresponde a la mujer defender y proteger a la familia", exhortaba el cardenal en 1925: "Esta es su sublime vocación. De hecho, es su misión". Y recordaba que "sin la autoridad de Dios en la vida familiar, los niños están perdidos".

En El ángel del Vaticano encontramos el último de esos discursos, póstumo porque murió antes de llegar a pronunciarlo, donde Merry del Val es tajante: "La familia es el objetivo de un plan. La idea es sencilla. Sin ser verdaderamente consciente de estar siendo manipulada, la familia será absorbida por el neopaganismo y la sensualidad de nuestros días. Eso tendrá una consecuencia muy definida: una indiferencia calculada en materia de religión".

Contra esto, proponía "conocer a nuestro adversario, conocer sus planes y analizar lo que trama", "contribuir a formar la opinión pública", nunca caer "en el pecado del respeto humano" y, sobre todo, no permitir "nunca que la conveniencia suprima los principios".

Diez puntos para una regla de vida cristiana

Su visión, aunque referida a la situación cultural y social, partía de la base de que el problema de fondo siempre es espiritual. También en este aspecto los escritos contenidos en El ángel del Vaticano son de gran valor. Son decenas de puntos para conformar una regla de vida cristiana, extraídos para esta edición de sus papeles, reflexiones y notas para la dirección de almas.

Portada de 'El ángel del Vaticano'.

Escogemos solo algunos:

-"En la medida de lo posible, ten un horario fijo para tus oraciones y no lo cambies por capricho. Sin embargo, acepta con paciencia cualquier circunstancia que, independientemente de tu voluntad, altere tus planes".

-"Recuerda que las circunstancias que tú mismo no has provocado son mensajeros de Dios. Vienen mil veces al día para decirte las diferentes maneras en que puedes mostrarle tu amor".

-"No es necesario que tengas por norma elegir siempre lo que más te repugna. Que nos guste o no una cosa no tiene importancia de por sí. Lo que realmente importa es saber dónde está la voluntad de Dios, su gloria y nuestro deber, y decidir sobre esas bases".

-"Practica la humildad, no buscando las ocasiones sino aceptando las que se presentan. Ofréceselas a Nuestro Señor. Deja que tu opinión ceda ante los demás cuando el deber no lo prohíba".

-"Ten el valor de decir la verdad y de no rehuir un deber. Ten la valentía de afrontar el ridículo, pues a menudo lo que debemos hacer es ridículo a los ojos del mundo".

-"Busca el recogimiento antes de rezar. No temas dedicar un poco de tiempo a eso. Si tienes poco tiempo disponible es mejor que te prepares bien y reduzcas el tiempo de oración a la mitad. Para rezar no es necesario decir muchas oraciones, sino estar recogido en la presencia de Dios".

-"Reza siempre con confianza. Si cuando rezas piensas que Él no te va a escuchar es como si dieras con una mano y quitaras con la otra lo que has dado".

-"No podemos esperar entrar en el cielo solos. Debemos llevar a otros allí. Trabajemos por las almas con el ejemplo, el trabajo y la oración. Si es necesario, sacrifiquemos nuestros gustos, nuestro tiempo y nuestra salud".

-"Nuestros pecados son los que hicieron sufrir a Jesús. Cada uno de nuestros pecados fue una espina más en su corona, un golpe más en su flagelación. No es cuestión de tiempo, presente o pasado; para Dios no hay tiempo. Si logramos corresponder a la gracia y evitar el pecado, habremos librado a Jesús de ese pecado y le habremos procurado algún alivio..."

-"Adquirirás más mérito en cinco minutos soportando pacientemente los sufrimientos que Dios permite que te sobrevengan que mediante todas las mortificaciones voluntariamente escogidas".

Y concluimos con dos más, síntesis y criterio de vida cristiana, cara y cruz de la misma moneda:

-"Dios nos creó para Él. No podemos escapar de Él. Si nos negamos a ir a Él por el amor caeremos a los pies de su justicia".

-"Espera todo de la infinita misericordia de Dios. Jesús no está al acecho para castigarte. Murió para redimirte".

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