«El rostro, espejo del alma»

     
San Felipe Neri se le conocía por su alegría. Manifestaba, comunicaba, transmitía alegría a cuantos se le acercaban. Su biógrafo J. Bacci, asegura que «jamás se le vio triste», que su aspecto era alegre, sonría siempre, era afable y que solía decir:
«Escrúpulos y melencolía, fuera del alma mía», como también:
«Los ceños huraños no se han hecho para la casa feliz del paraíso», para quien se siente amado y salvado.
Goethe llamaba a San Felipe Neri: «El Santo de la divina sonrisa, el Santo de la alegría, su Santo.»
 
San Domingo Savio decía que «uno se hace santo a base de alegría, de ser alegre y transmitir alegría».
 
Santa Teresa del Niño Jesús, enseñaba a una novicia:
«El rostro es el espejo del alma. Procura, pues, tener un rostro tranquilo, sereno y sonriente, como un niño que siempre está alegre.»
 
Los biógrafos de San Francisco de Sales dicen que «tenía impresos en toda su persona los caracteres de bondad y que su rostro estaba siempre alegre y sus ojos eran dulces». También siente necesidad «de destruir la estúpida figura de una virtud triste, quejumbrosa, despechada, amenazadora, destructora, confinada en un peñón, rodeada de espinas, espantajo de las gentes», la virtud de cuello torcido, en el que él estuvo a punto de caer durante su adolescencia...

Albino Luciani, más tarde Juan Pablo I, el Papa de la sonrisa, termina el apunte biográfico sobre San Francisco de Sales en su libro Ilustrísimos Señores, escribe:
«He aquí el ideal del amor de Dios vivido en medio del mundo, entre los hombres y mujeres de hoy:
»Que los cristianos comprometidos tengan alas para volar hacia Dios con la oración amorosa;
»Que tengan también pies para caminar amablemente, cordialmente, con alegría con los demás hombres y mujeres;
»Que no tengan un «ceño fruncido», sino caras sonrientes, conscientes de que se dirigen a la alegre casa del Señor.
»Que el cristiano debería distinguirse por su afán de ver el lado bueno de las cosas.
»Que si de verdad Evangelio quiere decir alegre nueva, cristiano significa alegre repartidor, transmisor de alegría.»





Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.