Paz en la conciencia
por Vive mejor
Durante una entrevista que hice al Dr. Rafael Higueras, autor del libro: La alegría vivida en el dolor en el que narra la vida y las virtudes de su amigo personal Manuel Lozano Garrido («Lolo») —28 años inválido y ciego, periodista y escritor, autor de 9 libros y de la revista para enfermos Sinaí, que sufría constantemente en todo su cuerpo grandes dolores y que siempre estaba alegre, contento y sonriente y que supo convertir el dolor en alegría... —le pregunté qué era la alegría para el Dr. Higueras. Me respondió:
— Para mí la alegría es la consecuencia normal de la buena conciencia y de la paz del corazón. Quien vive en paz en su conciencia y en su corazón, necesariamente tiene que vivir alegre.
Horacio, escritor latino (65-8 a.C.) decía: «Vuestra regla inviolable debe ser no hacer nunca nada que hiera vuestra conciencia y de lo que tengáis que ruborizaros.»
Juvenal: «El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia.»
San Agustín escribe: «En el día de las supremas revelaciones, Dios no hará más que sancionar solemnemente los dictados de nuestra conciencia, que es aquí en la Tierra, y será en la eternidad, el tribunal de Dios mismo.»
Bessières pedía: «¡Dadle a cada ciudadano no un vehículo, sino una conciencia!»
San Máximo enseñaba: «No hay acusación tan implacable, ni consuelo y alegría tan fuerte... como el de la propia conciencia.»
Tomás de Kempis recomienda: «Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría.»
Sí, quien tiene una buena conciencia cada día es fiesta y necesariamente tiene que vivir alegre.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.
— Para mí la alegría es la consecuencia normal de la buena conciencia y de la paz del corazón. Quien vive en paz en su conciencia y en su corazón, necesariamente tiene que vivir alegre.
Horacio, escritor latino (65-8 a.C.) decía: «Vuestra regla inviolable debe ser no hacer nunca nada que hiera vuestra conciencia y de lo que tengáis que ruborizaros.»
Juvenal: «El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia.»
San Agustín escribe: «En el día de las supremas revelaciones, Dios no hará más que sancionar solemnemente los dictados de nuestra conciencia, que es aquí en la Tierra, y será en la eternidad, el tribunal de Dios mismo.»
Bessières pedía: «¡Dadle a cada ciudadano no un vehículo, sino una conciencia!»
San Máximo enseñaba: «No hay acusación tan implacable, ni consuelo y alegría tan fuerte... como el de la propia conciencia.»
Tomás de Kempis recomienda: «Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría.»
Sí, quien tiene una buena conciencia cada día es fiesta y necesariamente tiene que vivir alegre.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.
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