La esperanza
por Vive mejor
María Luisa Arquillos es carmelita descalza, amiga desde la infancia de la familia de Manuel Lozano Garrido «Lolo» (que fue maestro, periodista y escritor, que permaneció paralítico durante 28 años en una silla de ruedas, que constantemente sentía dolor en su cuerpo, como si tuviera clavadas agujas en los poros de su piel, y que en los 10 últimos años quedó ciego y no obstante era una persona alegre, siempre sonreía; quienes le trataban salían confortados y contentos de su casa y es que el gran mérito de «Lolo» fue que supo convertir el dolor en alegría, escribió nueve libros, fundó la revista Sinaí para enfermos, colaboró en periódicos y revistas...).
María Luisa, amiga de la infancia de «Lolo», durante el proceso de beatificación, dijo:
«La esperanza mantuvo siempre alegre a Manuel. Era un hombre de esperanza. Jamás le vi contrariado ni molesto. Sonreía siempre. Tenía un sentido del humor muy ocurrente, aún en las circunstancias más difíciles.»
Otro testimonio, el de José Soler, en el proceso de beatificación, decía, refiriéndose a la gran esperanza de «Lolo»:
— «Su esperanza sólo la puso en Cristo y en sus promesas. En nadie más ni en nada más. De ahí su constante alegría. Su risa y su buen humor.»
No sé lo qué pensaría «Lolo», así como todos quienes sufren y quienes están enfermos y no obstante viven esperanzados, de aquella frase de Nietzsche: «La esperanza es el peor de los males, ya que prolonga los tormentos.»
Y es que, quiérase o no, como dice Costa de Beauregard:
«La esperanza es una primera dicha que predice otra mayor.»
«Te ofrezco, Señor, mi dolor... y también la alegría...
la bendita alegría... La fecunda alegría.» Manuel Lozano.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.
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