Por la renuncia a la alegría
por Vive mejor
Se llama Kaye Rani Lafko. Ganó el título de Miss América de Belleza. Su profesión: enfermera. Su especialidad: oncología y hematología. Recuerdo su fotografía vestida de enfermera, con su fonendoscopio colgado del cuello, con un bloc de notas y una sonrisa permanente en sus labios.
Le propusieron: que cambiara la cofia de enfermera por la corona de reina de belleza; ganaría muchísimo más;
— que en vez de ir de una habitación a otra, atendiendo a enfermos graves, paseara su belleza por los escenarios del mundo;
— que cambiara el uniforme de enfermera por los vestidos rutilantes de modelo en las pasarelas de la moda;
— que dejara su profesión de enfermera tan escondida, a veces dura, por el estrellato de gran «vedette y actriz» en el mundo de la publicidad, de la televisión, del cine, del aplauso.
Pero ella —una vez ganado el concurso de belleza— renunció a todas las ofertas para regresar a su trabajo en el hospital de San Vicente de Toledo, Ohio, EE.UU. y conseguir aquella alegría interior que se basa en la propia renuncia y en la entrega a los demás. Ella manifestó:
— «Durante este período he podido apreciar, muy claramente, mi vocación a la atención de los enfermos de cáncer. Ellos necesitan de alguien que sepa escucharlos; necesitan de alguien que los acompañe y les ofrezca tanto una ayuda técnica como una ayuda humana, moral, espiritual; necesitan que alguien les sonría, que les ame, que les diga unas palabras amables...; que les infunda ánimos, paz, alegría... y como yo creo que poseo estos carismas, lo más natural es que me dedique a servir a los enfermos terminales de cáncer.
»Me ha ayudado y mucho a tomar esta decisión mi fe católica. Además miro la muerte no como un punto final, sino como el último estadio de esta vida y el inicio de otra inmensamente mejor: la vida eterna; la de poder vivir la alegría total en Jesucristo.»
Y es que... ¡Cuántos bienes espirituales podríamos alcanzar si renúnicaramos a los bienes materiales!
Alimbau, J.M. (2001). Palabras para la alegría. Barcelona: Ediciones STJ.
Le propusieron: que cambiara la cofia de enfermera por la corona de reina de belleza; ganaría muchísimo más;
— que en vez de ir de una habitación a otra, atendiendo a enfermos graves, paseara su belleza por los escenarios del mundo;
— que cambiara el uniforme de enfermera por los vestidos rutilantes de modelo en las pasarelas de la moda;
— que dejara su profesión de enfermera tan escondida, a veces dura, por el estrellato de gran «vedette y actriz» en el mundo de la publicidad, de la televisión, del cine, del aplauso.
Pero ella —una vez ganado el concurso de belleza— renunció a todas las ofertas para regresar a su trabajo en el hospital de San Vicente de Toledo, Ohio, EE.UU. y conseguir aquella alegría interior que se basa en la propia renuncia y en la entrega a los demás. Ella manifestó:
— «Durante este período he podido apreciar, muy claramente, mi vocación a la atención de los enfermos de cáncer. Ellos necesitan de alguien que sepa escucharlos; necesitan de alguien que los acompañe y les ofrezca tanto una ayuda técnica como una ayuda humana, moral, espiritual; necesitan que alguien les sonría, que les ame, que les diga unas palabras amables...; que les infunda ánimos, paz, alegría... y como yo creo que poseo estos carismas, lo más natural es que me dedique a servir a los enfermos terminales de cáncer.
»Me ha ayudado y mucho a tomar esta decisión mi fe católica. Además miro la muerte no como un punto final, sino como el último estadio de esta vida y el inicio de otra inmensamente mejor: la vida eterna; la de poder vivir la alegría total en Jesucristo.»
Y es que... ¡Cuántos bienes espirituales podríamos alcanzar si renúnicaramos a los bienes materiales!
Alimbau, J.M. (2001). Palabras para la alegría. Barcelona: Ediciones STJ.
Comentarios