La alegría en San Francisco Javier
por Vive mejor
Durante el proceso de beatificación que se instruyó en la India sobre el jesuita P. Francisco Javier —nacido en Navarra, en 1506—, un hombre indio que testificó en el proceso nos reveló, con su declaración, el verdadero rostro de San Francisco Javier.
El testigo en cuestión declaró:
— «El P. Francisco Javier era tan dado a todos y esto de darse a todos lo hacía con tanta alegría que:
— »en su rostro había siempre expresión de contento;
— »siempre andaba con la sonrisa en los labios;
— »su boca siempre estaba llena de risa,
— »su boca estaba llena de la gracia de Dios;
— »y conseguía todo cuanto se proponía.»
Por lo que uno conoce, ningún artista supo transmitir a través de la iconografía —imágenes y pinturas— la alegría, el entusiasmo, el gozo, el rictus de la sonrisa y de la risa del intrépido y santo Patrón de las Misiones, San Francisco Javier, fallecido en la India en 1552.
San Ignacio de Loyola en la Sentencia 29, escribe a sus hijos religiosos y a los seglares:
«Yo quiero, hijo mío, que te rías y
que seas alegre en el Señor.
Que tu rostro muestre alegría para que
lo exterior sea una señal de la alegría
que reina dentro, en el interior.»
Alimbau, J.M. (2001). Palabras para la alegría. Barcelona: Ediciones STJ.
El testigo en cuestión declaró:
— «El P. Francisco Javier era tan dado a todos y esto de darse a todos lo hacía con tanta alegría que:
— »en su rostro había siempre expresión de contento;
— »siempre andaba con la sonrisa en los labios;
— »su boca siempre estaba llena de risa,
— »su boca estaba llena de la gracia de Dios;
— »y conseguía todo cuanto se proponía.»
Por lo que uno conoce, ningún artista supo transmitir a través de la iconografía —imágenes y pinturas— la alegría, el entusiasmo, el gozo, el rictus de la sonrisa y de la risa del intrépido y santo Patrón de las Misiones, San Francisco Javier, fallecido en la India en 1552.
San Ignacio de Loyola en la Sentencia 29, escribe a sus hijos religiosos y a los seglares:
«Yo quiero, hijo mío, que te rías y
que seas alegre en el Señor.
Que tu rostro muestre alegría para que
lo exterior sea una señal de la alegría
que reina dentro, en el interior.»
Alimbau, J.M. (2001). Palabras para la alegría. Barcelona: Ediciones STJ.
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