"Su más graciosa sonrisa"
por Vive mejor
«En mi comunidad hay una Hermana que tiene el don de desagradarme en todo: con sus modales, con sus palabras, con su carácter. Sin embargo es una santa religiosa y que debe ser sumamente agradable a Dios.
A fin de no ceder a la antipatía natural, me dije que la caridad no debía consistir en simples sentimientos sino en obras. Me dediqué a portarme con esa Hermana como lo hubiera hecho con la persona que más quiero.
Cada vez que la encontraba, pedía a Dios por ella. Le ofrecía todas sus virtudes y sus méritos. Trataba de prestarle todos los servicios que podía; y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas.
Trabajábamos juntas. Cuando mis combates interiores eran muy fuertes y quería contestarle, entonces huía como un desertor. Como ella ignoraba por completo lo que yo sentía hacia su persona, nunca sospechó los motivos de mi conducta y vive convencida de que su carácter me resultaba agradable.
Un día, en el recreo, me dijo con aire muy satisfecho:
- “¿Querría decirme qué atractivo halla en mí? ¡No la encuentro una sola vez sin que me dirija su más graciosa sonrisa!”
- ¡Ay! — Decía Teresa—, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma... Jesús hace dulce lo más amargo.»
La inmensa mayoría de personas siente enormes deseos de felicidad, de autorrealización, de superación de sí mismo, de vencimiento propio, aunque vaya frecuentemente por caminos equivocados.
Se piensa que dando rienda suelta a sus pasiones: de “amor propio”, de “soberbia”, de “sensualidad”, de “egoísmo”… de esta manera será feliz. Y es todo lo contrario.
San Pablo decía:
- “Debemos “despojarnos” del hombre viejo y “vestirnos” del hombre nuevo, que es Cristo”.
San Juan de Ávila añadía:
- “Hemos de notar que: el “vestirnos” de Cristo, es el fin de “desnudarnos” de nosotros mismos”; de vencernos del “orgullo”, del “ego”.
Revestirse de Jesucristo, significa ser humilde; tener buenos pensamientos, mejores palabras y excelentes obras de caridad.
Santa Teresa de Jesús, decía:
- “Parecerá esto imposible a los que somos “sentidos” y “poco mortificados” que la “abnegación”, la “cruz” de cada día, el “orgullo” vencido… son signos de la decisión amorosa de seguir al Señor y servir al prójimo en la más genuina y auténtica “calidad”, que es la “caridad”.”
Ahí es donde reside la verdadera felicidad.