Lunes, 25 de noviembre de 2024

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La fiambrera vacía

por Vive mejor

En un pueblo murió una mujer ya mayor. Cuando la estaban enterrando, un hombre joven, apartado del grupo familiar, lloraba con sentimiento.

Arturo Iscla, un amigo, que asistía al acto, se acercó y le dijo:

-“¿Pertenece usted a la familia?”

-”No — contestó— pero es como si lo fuera. A esta buena mujer yo le debo el favor más grande de mi vida. Cuando yo era niño, vivíamos en una casa de payés y ellos también.  Nosotros un poco más lejos. Yo bajaba, cada día, a la escuela del pueblo y pasaba a buscar sus dos hijos. Así juntos el camino nos era más agradable.

En aquella época íbamos todos con la fiambrera, porque nos quedábamos a comer en el pueblo. No regresábamos a casa hasta entrada la tarde. En casa pasábamos necesidad. Pero, por la vergüenza que mis compañeros que me dijeran “¿por qué no llevas la fiambrera?”. Siempre iba conmigo vacía. Sólo había dentro un pedazo de pan.

Un día llegué pronto a buscar los compañeros a la masía donde vivían. Mientras me esperaba a que estuviesen a punto, dejé la fiambrera encima la mesa.


Ella, la mujer que enterramos, se percató, adivinó que la fiambrera estaba vacía. Y me la llenó de comida, al igual que las de sus dos hijos.

Al cogerla, me di cuenta, por su peso, que estaba llena. Mis ojos se volvieron hacia ella. La mujer, como si nada, salió a despedirnos como solía hacerlo todos los días.


Desde aquella mañana, dejé la fiambrera vacía encima de la mesa, y ella me la llenaba de comida.

De joven fui a trabajar a la ciudad. Cada vez que nos veíamos, yo le agradecía todo cuanto ella hizo por mí. Aquella madre, con gran  elegancia, sin darle importancia alguna al hecho, me decía que “era algo que debía hacer”.


Nunca sus hijos supieron por boca de ella que me llenaba de comida mi fiambrera.

Es por eso, por lo que hoy experimento una gran tristeza, nacida de un gran agradecimiento, hacía la generosidad de esta mujer-madre, que supo intuir y resolver mi carencia de alimentos, durante años.”


Alimbau, J.M. (2011).  La madre (la tuya y la mía). Barcelona: Editorial Claret.

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