«Tu risa… soledades me quita, cárcel me arranca»
por Vive mejor
Se llamaba Manolillo. Era hijo de Josefina Manresa y del poeta Miguel Hernández. Su padre estaba en la cárcel. Su esposa se lo llevaba. Él escribió:
— «Al octavo mes ríes. / Ríete niño. / Tu risa me hace libre. / Me pones alas. / Soledades me quita. / Cárcel me arranca. / Es tu risa la espada / más victoriosa… / Rival del sol...
— «!No te derrumbes! / ¡Nunca despiertes! / ¡Ríete siempre!»
— La risa de un niño es inocencia, agradecimiento, don de Dios.
— La risa de un niño puede liberarnos de penas y lágrimas.
— l La risa de un niño es gozo, fiesta, alegría!
— Ríete, niño… tu candor, tu sencillez es manantial para beber.
— Ríete, niño… para el verdadero amor nada hay pequeño.
— Ríete, niño… el único que tiene derecho a reír eres tú.
— La risa es comunicativa: hace reír, distiende, calma, conforta.
— La risa alivia males: hace olvidar horas bajas, ayuda, sirve…
— Más: si la risa es del propio hijo, o el de un familiar...
— La risa… es salud para el cuerpo y para el alma.
En el Evangelio leemos que ninguna persona mayor entrará en los Cielos. El Divino Salvador lo manifestó de este modo:
—“Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.
— «Al octavo mes ríes. / Ríete niño. / Tu risa me hace libre. / Me pones alas. / Soledades me quita. / Cárcel me arranca. / Es tu risa la espada / más victoriosa… / Rival del sol...
— «!No te derrumbes! / ¡Nunca despiertes! / ¡Ríete siempre!»
— La risa de un niño es inocencia, agradecimiento, don de Dios.
— La risa de un niño puede liberarnos de penas y lágrimas.
— l La risa de un niño es gozo, fiesta, alegría!
— Ríete, niño… tu candor, tu sencillez es manantial para beber.
— Ríete, niño… para el verdadero amor nada hay pequeño.
— Ríete, niño… el único que tiene derecho a reír eres tú.
— La risa es comunicativa: hace reír, distiende, calma, conforta.
— La risa alivia males: hace olvidar horas bajas, ayuda, sirve…
— Más: si la risa es del propio hijo, o el de un familiar...
— La risa… es salud para el cuerpo y para el alma.
En el Evangelio leemos que ninguna persona mayor entrará en los Cielos. El Divino Salvador lo manifestó de este modo:
—“Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.
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