Según fuentes de la citada parroquia, a este homenaje se ha sumado el Ayuntamiento de la localidad sevillana con una representación de la corporación municipal.
Rafael Barea nació en Grazalema (Cádiz) el 31 de enero de 1860, y fue nombrado párroco en Paradas tras su paso como coadjutor por la de San Roque, en la capital hispalense. En el curso del homenaje con motivo de su centenario se destacó "la huella imborrable que dejó su extraordinaria calidad humana y espiritual", lo cual le hizo acreedor del cariño popular.
En el citado acto se recordaron algunos pasajes de su vida, así como apuntes de su personalidad que han conformado el recuerdo del padre Barea: "su debilidad eran los pobres y los enfermos, por los que lo dio todo. Su muerte, el 15 de febrero de 1915, fue sentida por toda la población. En aquella triste jornada los paradeños sintieron la amarga experiencia del vacío que deja en la vida la pérdida de un ser tan querido. Los niños perdieron a un padre; los ancianos al más firma báculo de su vejez; la mujer, el manto protector de sus virtudes; y Paradas, su hijo adoptivo más preclaro".