A. M. G. D.
por Juan del Carmelo
Creo que casi todo el mundo sabe lo que significa A.M.G.D., para quien no lo sepa o no lo recuerde, diremos: Que es el acrónimo de la frase “A la mayor gloria de Dios”, que habitualmente suelen usar los Jesuitas al inicio o al fin de sus escritos. Esto tiene ahora y cuando estemos arriba tendrá también una gran importancia. Veamos. Todos nosotros hemos sido creados por Dios por razón de amor y para ser eternamente felices en la Luz que emana de su Amor. Recojo las opiniones de dos autores de libros espirituales, sobre las razones que tuvo Dios, para crear al género humano. Escribe Brot Etienne: “Dios trinitario, acostumbrado desde toda la eternidad a un amor interpersonal del pureza perfecta, ha sido, pues, totalmente desinteresado en su obra creadora, no pensando en modo alguno en Si mismo, en su recreo o en su satisfacción personal, sino únicamente en el bien y en el interés de sus criaturas a las que quiso dar todo lo que Él es y todo lo que tiene, excepto algo cuya importancia crecerá a raíz del pecado original; no les ha dado, ni les dará jamás, su inalienable naturaleza de Creador. Serán pues criaturas eternamente y se beneficiarán de Sus dones no por naturaleza, sino por la gracia”. Esta opinión, se complementa con otra de Edward Leen que escribe: “El primordial propósito de la creación fue que la perfección infinita de Dios se pusiera de manifiesto en otros seres que debían de ser reflejo de su existencia y de su belleza. Entre estos seres tenía que haber algunos que fueran imágenes de la vida consciente de Dios, de su vida de conocimiento y amor.…. La grandeza y la felicidad de los seres inteligentes, consiste en la fidelidad con que reflejan las perfecciones de Dios en sí mismos. De ahí se deriva que la gloria de Dios y la felicidad de la criatura fiel son materialmente, aunque no formalmente idénticas”. Si meditamos estos párrafos nos daremos cuenta la importancia que tiene para nuestra eterna felicidad, el que toda nuestra actuación en esta vida tenga por única finalidad, la de hacerlo todo en razón de la mayor gloria de Dios. Bien es verdad que nosotros pobres criaturas, poco es lo que podemos hacer, salvo ofenderle continuamente. Él no necesita de nosotros para nada, somos nosotros los que necesitamos de Él. Si nuestra conducta aquí abajo la realizamos en función de la mayor gloria de Dios, conseguimos dos cosas: una la de aumentar nuestro mérito ante Él para cuando tengamos que rendirle cuentas, y la otra, la de irnos preparando para ir haciendo, lo que eternamente nos hará felices, que será el aumentar la gloria de Dios, porque nosotros participaremos de esa gloria, de acuerdo con los méritos que hayamos acumulado aquí abajo, cuanto mayor sean nuestros méritos, mayor será la nuestra gloria. Tenemos que tomar consciencia que todo lo que hagamos aquí abajo, tenemos que hacerlo con nuestra mirada en el Señor a su mayor gloria y para cumplimentar su voluntad. ¡Pero ojo! Siempre viviendo en estado de gracia, porque de nada vale al hombre el haber hecho muchas obras de caridad, haber participado en muchas O.N.G, y ser un campeón en obras de misericordia, si resulta que en el último momento de nuestra vida, no estamos en estado de gracia. Por otro lado, si lo que se hace, no es por razón de amor a Dios, sino por ejemplo, por amor a la humanidad, como algunos lo hacen, por mucho bien que se haya hecho, a todas estas obras les faltará el sello de la caridad, el sello del amor a Dios, y serán mera filantropía que no aprovecharán para nada a su ejecutor, el día de mañana. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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