Iglesias cerradas, no sea que recen
Lamentablemente, no es el único caso. Sé de varios colegios donde la capilla se encuentra en la planta más alta del edificio y los pocos alumnos que suben se encuentran con la puerta cerrada. No hace falta decir que, tras el primer intento, ninguno de ellos vuelve. Conozco también a un sacerdote que me dijo que no tenían sagrario en la iglesia de su colegio porque “no era necesario”. Sin más explicación. En muchos de estos centros educativos hay jornadas dedicadas a la solidaridad, a la Madre Tierra o incluso a la Diversidad. Sobre esto último, un conocido colegio religioso de Madrid organiza, coincidiendo casualmente con la semana del Orgullo Gay, un evento en el que obligan a todos los alumnos y profesores varones a llevar alguna prenda de color rosa durante un día. Que cada uno saque sus conclusiones. Y, mientras, a Cristo eucaristía se le mantiene bajo llave.
San Juan Bosco decía que sólo eran necesarias dos cosas para llevar bien un colegio católico: la eucaristía y la confesión. Si el santo patrono de la juventud levantara la cabeza y le diera por visitar algunos de estos centros educativos, me temo que regresaría a la tumba con el corazón en un puño. En el fondo, ¿no es un problema de fe? ¿No será que en estos colegios se cree poco en la eucaristía y mucho en sus estupendas iniciativas? ¿No estaremos ante religiosos que se han plegado demasiado a las ideas del mundo y se han alejado de Dios?
Álex Navajas