Jueves, 21 de noviembre de 2024

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El fútbol americano y la vivencia de la fe

por Mi pasión por el deporte

El fútbol americano es un deporte maravilloso, un deporte imposible de practicar si no se tiene una disciplina férrea y un gran sentido de equipo. Hay jugadores que en toda su carrera ni siquiera tocan el balón, pero su labor es importante por abrir huecos entre la defensa rival para que pasen sus compañeros. En el fútbol americano valores como generosidad, esfuerzo y sacrificio no son necesarios; son imprescindibles. Quizá por todo esto, muchos de los grandes líderes de este deporte, fundadores, entrenadores míticos y quarterbacks (cerebros del ataque) han sido y son católicos practicantes.

Esta semana se disputa la Super Bowl. El domingo la NFL (liga profesional de los Estados Unidos) pone el colofón a su temporada con el evento deportivo de un día que genera la mayor audiencia de televisión del planeta. Como hemos leído en un excelente artículo de REL publicado ayer, el ganador de la gran final, New England Patriots o Seattle Seahawks, se llevará a sus vitrinas el trofeo Vince Lombardi (lombardi-un-apellido-de-leyenda-en-el-futbol-americano), cuyo nombre hace honor al primer entrenador que ganó una Super Bowl, católico de Misa diaria. Lombardi, formado por los Jesuitas en la Universidad de Fordham (Nueva York), tomó los ejercicios de San Ignacio como referencia para diseñar su programa de trabajo con los jugadores del equipo de la NFL al que llevó a la cima de la liga: los Green Bay Packers (religionenlibertad.com/articulo). Y es que mirar a los Santos puede ser muy útil hasta para trazar un proyecto deportivo o empresarial.  

Pero quedarnos solo en Lombardi sería injusto, ya que hay muchos otros grandes católicos y gente que ha puesto a Jesucristo como referencia en su vida, responsables de escribir con letras de oro la historia del fútbol americano profesional. Después del entrenador de los Packers, vinieron Don Shula y Chuck Noll. Shula, otro hombre íntegro de Misa diaria, llevó a los Miami Dolphins a conquistar las Super Bowls  VII y VIII, mientras que Noll, ferviente católico, guió a los Pittsburgh Steelers a imponerse en cuatro finales de la NFL en los siguientes seis años. Así, ocho de las primeras catorce Super Bowls fueron ganadas por entrenadores católicos practicantes.

Chuck Noll, único entrenador que ha ganado cuatro Super Bowls

Entre los iniciadores de la NFL, los Steelers merecen una mención especial. Art Rooney, emigrante irlandés, fundó este equipo en Pittsburgh en 1933. Sesenta años más tarde, los Steelers vinieron a disputar un partido amistoso a Barcelona y lo primero que preguntó Dan, hijo del fundador, fue dónde podía ir a Misa cada día. Los Steelers celebran la Eucaristía antes de cada partido y en aquel verano de 1993 me tocó el honor de traducir el sermón del sacerdote que conseguimos para oficiarla. Sabía inglés, pero los nervios lo vencieron y tuve que salir al quite.

Y así, como los Rooney, los Mara en Nueva York, jamás escondiéndose y realizando campañas a favor de la vida en que participan muchos de los jugadores de sus Giants. Los McCaskey en Chicago, siendo siempre una referencia para la sociedad, imitando los pasos marcados por el patriarca de los Bears, George “Papa” Halas. Los Bidwell, fundadores de los Cardinals, la franquicia más antigua de toda la NFL, que empezó en Chicago y ahora juega en Arizona…

Muchos quarterbacks también han dejado una huella imborrable en el deporte americano, siendo modelos para que imiten los niños y marcando una clara referencia a seguir en la sociedad. Es cierto que hay jugadores enormemente problemáticos, pero la NFL ha tenido el regalo de hombres como Roger Staubach, de profunda fe, cuya labor caritativa con la asociación United Way, hace más de 30 años, es todavía un referente en todo Estados Unidos.

Durante la década de los noventa, cuatro quarterbacks, Jim Kelly, Boomer Esiason, Doug Flutie y Dan Marino, enseñaron a todo un país cómo reaccionar ante dolencias crónicas de sus hijos, recabando fondos que han ayudado a otros a luchar contra enfermedades como la fibrosis quística, el autismo y el síndrome de Krabbe. Estas crudas situaciones, vividas con mirada trascendente por sus famosos protagonistas, sirvieron para edificar a los seguidores del fútbol americano profesional, que vieron en sus héroes a gente de carne y hueso que sufría como ellos.

 Los dos quarterbacks que lucharán por alzar el trofeo Vince Lombardi el domingo, Tom Brady de los Patriots y Russell Wilson de los Seahawks, han ganado ya la Super Bowl en anteriores ocasiones (Brady, tres; Wilson, una). Ninguno es ajeno a Dios. Brady se formó en el Instituto Junípero Serra de San Mateo, California; Wilson, no duda en rezar al concluir los partidos, dando gracias junto a compañeros y rivales. Siempre que le preguntan por su éxito sobre los terrenos de juego, el joven jugador no duda en apuntar que Dios tiene un plan para él.

El fútbol americano y su liga profesional, la NFL, son el entretenimiento número uno en los Estados Unidos. Ningún otro deporte genera una pasión similar. Ningún otro programa de televisión (ni si quiera el último capítulo de la serie “Perdidos”) ha sido más visto en la televisión americana. Seguro que las claves del éxito son muchas, pero, sin lugar a dudas, la fe y la forma de vivirla de sus grandes estrellas representan una de las razones principales por las que el fútbol americano conquistó la cima.


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