He salido de la homosexualidad, dejo atrás mi doble vida
Este es el testimonio de Rich, un hombre con sentimientos homosexuales que después de muchos años llevando una doble vida, decide comenzar un proceso personal para consolidad su identidad y dejar el estilo de vida homosexual que llevaba. Un paso que marcó un antes y un después.
"En mayo de 1997 me encontraba en estado de crisis cuando empecé con la terapia reparativa. Mi esposa Marie me había pillado en otra mentira, se suponía que esta mentira encubriría mi doble vida. Sin duda, esta fue la gota que colmó el vaso. Seguramente me dejaría y se llevaría a nuestros hijos con ella y no volvería a verlos nunca más. Me invadía la angustia y el miedo a perderlos definitivamente.
Entré en la oficina de un terapeuta por primera vez. No me sentí particularmente incomodo ya que mi pánico por la posible ruptura de mi matrimonio eclipsaba cualquier nerviosismo que podría haber experimentado al empezar la terapia.
Cuando entré en la oficina de David, mi terapeuta, mi vida oculta iba directamente a colisionar con mi vida en el día a día. Sentí que mi vida se derrumbaba a mí alrededor. Acabar con mi vida o salir huyendo se iban convirtiendo en opciones cada vez más atractivas.
Estaba de acuerdo con él, había tocado fondo y estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para evitar el desastre en mi vida. Durante la terapia, David y yo analizamos el rechazo que yo percibía de los hombres. En sucesivas sesiones lloré, me exasperaba, me irritaba y me ponía furioso.
Trabajamos en los hábitos adictivos. Exploramos a fondo lo que parecía desencadenar mi comportamiento homosexual; el estrés, la ira, el miedo. Casi toda emoción incómoda causaba en mí un estímulo que me llevaba a buscar consuelo en el sexo con hombres. También me enseñó desvincular una actitud defensiva ante los hombres, acostumbraba a tomar esta actitud con el fin de protegerme y que no me hiciesen daño.
David me ayudó a abrir mi mente y corazón a la posibilidad de encontrar hombres heterosexuales, mentores que me pudiesen ayudar y fuesen un apoyo a lo largo de la semana. Richard era varios años mayor que yo, hablaba con él por lo menos semanalmente, incluso varias veces por semana le abría mi alma. Le llamaba cuando tenía tentaciones de abandonar. Cuando alguna vez caí me ayudó a levantarme con seguridad y determinación.
Yo tenía el convencimiento de que los hombres heterosexuales no tenían amigos, que ni siquiera los necesitaban. Creía que con sus esposas o novias tenían suficiente. Siempre había creído que los únicos hombres que querían algo con otros hombres eran gays.
David me decía: "Tu alma reclama conexión y vínculos con hombres, ese deseo se expresará de una manera u otra, pero lo hará. Suprimirlo o reprimirlo sólo funcionará durante un periodo de tiempo pero luego saldrá por algún lado. Si no creas vínculos con hombres de manera auténtica, sincera, amistosa, esa necesidad intrínseca te conducirá a buscarlo sexualmente".
Hubo más altibajos, caídas, ira y miedo, pero me iba sintiendo mucho más fuerte. Todo gracias a mi terapeuta, mi mentor, el nuevo "grupo de apoyo" semanal en mi ciudad, mi participación en "Sexaholics Anónimos" y siempre, Marie, mi mujer. Ella estuvo a mi lado, me amó y me animó al ver cambios reales en mi corazón, no sólo de mi comportamiento.
Ya no sentía la necesidad de que un hombre me “completase”. Sin embargo, lo irónico es que me sentía más conectado y vinculado a los hombres y a la masculinidad de lo que me había sentido en toda mi vida. ESTO es lo que había estado buscando durante todos esos años y no había podido encontrar. ESTO es lo que había querido todo el tiempo, una conexión real, no fantasías.
Salí de la oficina de David por última vez el 25 de agosto de 1999, 27 meses después de la primera sesión. Era un hombre diferente, más fuerte, seguro, feliz, con los pies en la tierra y más completo.
Aprendí a dar amor y recibir amor de otros hombres como mis hermanos, confiar en ellos con el corazón. Realmente puedo decir que encontré lo que había estado buscando toda mi vida".
El proceso que vivió Rich nos sirve como botón de muestra, un testimonio digno de admiración por la determinación, la valentía y el compromiso que requiere. Estos son los sentimientos que despiertan en mí, cada persona que trabaja en la terapia de cambio.
"En mayo de 1997 me encontraba en estado de crisis cuando empecé con la terapia reparativa. Mi esposa Marie me había pillado en otra mentira, se suponía que esta mentira encubriría mi doble vida. Sin duda, esta fue la gota que colmó el vaso. Seguramente me dejaría y se llevaría a nuestros hijos con ella y no volvería a verlos nunca más. Me invadía la angustia y el miedo a perderlos definitivamente.
Entré en la oficina de un terapeuta por primera vez. No me sentí particularmente incomodo ya que mi pánico por la posible ruptura de mi matrimonio eclipsaba cualquier nerviosismo que podría haber experimentado al empezar la terapia.
Estaba llevando una doble vida, era un “marido y padre feliz”, asistía a la Iglesia, era un profesional de éxito, pero adicto secretamente a encuentros homosexuales.
Después de 14 años había perdido toda esperanza, estaba convencido de que iba a tener que vivir así el resto de mi vida confiando en que de algún modo mis dos vidas nunca chocarían y me destruirían.
Después de 14 años había perdido toda esperanza, estaba convencido de que iba a tener que vivir así el resto de mi vida confiando en que de algún modo mis dos vidas nunca chocarían y me destruirían.
Cuando entré en la oficina de David, mi terapeuta, mi vida oculta iba directamente a colisionar con mi vida en el día a día. Sentí que mi vida se derrumbaba a mí alrededor. Acabar con mi vida o salir huyendo se iban convirtiendo en opciones cada vez más atractivas.
No me gustaba la idea de que la única solución "correcta" (políticamente correcta) para mí fuese la de abandonar a mi esposa e hijos y entregarme a una "vida gay". Eso no era lo que yo quería. Antes de conocer a Marie y tener a nuestros hijos tuve la oportunidad de vivir la "vida gay" y ya por entonces tenía claro que NO! Si quería salir con hombres pero NO adquirir una identidad gay.
Debo confesar que fue interesante al principio esta doble vida, pero pronto supe que estaba matando mi espíritu, abandonando las metas que yo deseaba para mí, al igual que perdía mi sentido transcendental.
Yo no quería afirmarme como gay, yo quería afirmarme como hombre.
En nuestra primera sesión de terapia solté toda mi historia con una franqueza y abandono que era inédito en mí. David me inspiraba confianza, no tenía que preocuparme en buscar su aprobación ni temía que hubiese consecuencias por contarle toda mi vida. David me dijo con franqueza: "Tu vida es un desastre".
En nuestra primera sesión de terapia solté toda mi historia con una franqueza y abandono que era inédito en mí. David me inspiraba confianza, no tenía que preocuparme en buscar su aprobación ni temía que hubiese consecuencias por contarle toda mi vida. David me dijo con franqueza: "Tu vida es un desastre".
Me sorprendió su franqueza, pero sabía que era verdad. Añadió: "Puedo ayudarte a superar esta crisis inmediata pero si no quieres profundizar mucho más sólo tienes que volver a tu vida normal y retrasarás la inevitable recurrencia, probablemente con consecuencias aún mayores la próxima vez".
Estaba de acuerdo con él, había tocado fondo y estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para evitar el desastre en mi vida. Durante la terapia, David y yo analizamos el rechazo que yo percibía de los hombres. En sucesivas sesiones lloré, me exasperaba, me irritaba y me ponía furioso.
El me enseñó que la ira y la vergüenza oculta eran en parte lo que me auto- destruía y que conducía a actuar sexualmente. La ira necesitaba ser expresada legítimamente.
Mi ira explotó: ira hacia mi padre por permanecer emocionalmente al margen de mi vida; ira y rabia hacia Mike, mi amigo en secundaria que se reía constantemente de mi; rabia hacia mi madre por sentir vergüenza por mi ausencia de masculinidad. Este era un dolor que yo había estado llevando toda mi vida y que seguiría atacándome en el futuro. David me enseñó a defenderme de todo ello, a desterrar de mí el rechazo, la burla, la vergüenza y luego destruirlos. Durante los meses repetimos este proceso, hasta que desapareció toda esa ira acumulada.
Trabajamos en los hábitos adictivos. Exploramos a fondo lo que parecía desencadenar mi comportamiento homosexual; el estrés, la ira, el miedo. Casi toda emoción incómoda causaba en mí un estímulo que me llevaba a buscar consuelo en el sexo con hombres. También me enseñó desvincular una actitud defensiva ante los hombres, acostumbraba a tomar esta actitud con el fin de protegerme y que no me hiciesen daño.
David me ayudó a abrir mi mente y corazón a la posibilidad de encontrar hombres heterosexuales, mentores que me pudiesen ayudar y fuesen un apoyo a lo largo de la semana. Richard era varios años mayor que yo, hablaba con él por lo menos semanalmente, incluso varias veces por semana le abría mi alma. Le llamaba cuando tenía tentaciones de abandonar. Cuando alguna vez caí me ayudó a levantarme con seguridad y determinación.
Yo tenía el convencimiento de que los hombres heterosexuales no tenían amigos, que ni siquiera los necesitaban. Creía que con sus esposas o novias tenían suficiente. Siempre había creído que los únicos hombres que querían algo con otros hombres eran gays.
David me decía: "Tu alma reclama conexión y vínculos con hombres, ese deseo se expresará de una manera u otra, pero lo hará. Suprimirlo o reprimirlo sólo funcionará durante un periodo de tiempo pero luego saldrá por algún lado. Si no creas vínculos con hombres de manera auténtica, sincera, amistosa, esa necesidad intrínseca te conducirá a buscarlo sexualmente".
A medida que la terapia avanzaba, David me habló de una organización para hombres llamada N.W. era un grupo de apoyo. Yo tenía mis dudas las dos primeras veces que me lo mencionó. Como mi sentimiento de inseguridad al estar con hombres se iba disipando, decidí ir. ¡Descubrí HOMBRES! ¡Era como ellos y eran como yo! Me sentía como un hombre entre los hombres. Esto hizo mella en mí como nunca antes lo había hecho.
Hubo más altibajos, caídas, ira y miedo, pero me iba sintiendo mucho más fuerte. Todo gracias a mi terapeuta, mi mentor, el nuevo "grupo de apoyo" semanal en mi ciudad, mi participación en "Sexaholics Anónimos" y siempre, Marie, mi mujer. Ella estuvo a mi lado, me amó y me animó al ver cambios reales en mi corazón, no sólo de mi comportamiento.
Ya no sentía la necesidad de que un hombre me “completase”. Sin embargo, lo irónico es que me sentía más conectado y vinculado a los hombres y a la masculinidad de lo que me había sentido en toda mi vida. ESTO es lo que había estado buscando durante todos esos años y no había podido encontrar. ESTO es lo que había querido todo el tiempo, una conexión real, no fantasías.
Salí de la oficina de David por última vez el 25 de agosto de 1999, 27 meses después de la primera sesión. Era un hombre diferente, más fuerte, seguro, feliz, con los pies en la tierra y más completo.
Aprendí a dar amor y recibir amor de otros hombres como mis hermanos, confiar en ellos con el corazón. Realmente puedo decir que encontré lo que había estado buscando toda mi vida".
El proceso que vivió Rich nos sirve como botón de muestra, un testimonio digno de admiración por la determinación, la valentía y el compromiso que requiere. Estos son los sentimientos que despiertan en mí, cada persona que trabaja en la terapia de cambio.
Quisiera que sirviese de motivación para todo aquel que está dubitativo, que piensa que no podrá con el proceso en sí mismo. No olvidemos que no se camina solo, están presentes siempre estos elementos que quiero subrayar brevemente:
En primer lugar, el vínculo y la confianza con el terapeuta que lejos de ser alguien ajeno a su vida, se convierte en un instrumento y herramienta de crecimiento y de apoyo. Le ayuda a profundizar, a descubrir áreas que estaban veladas, y exige sin llevar a romper o herir. En segundo lugar el mentor, como un el "hermano mayor", un verdadero amigo que con sabiduría ofrece estabilidad, escucha, tiene la palabra adecuada, aporta madurez y sabe estar siempre en el momento adecuado. En tercer lugar el grupo de apoyo, que aporta un ambiente propicio para aprender a relacionarse con quienes luchan por los mismos objetivos y se encuentran en las mismas dificultades. Y por último la familia. Rich recibió de Marie y sus hijos el apoyo que necesitaba, el estímulo y el amor.
Versión resumida y traducida de My Story out of Homosexuality and into Heterosexuality
Este testimonio ha sido cedido por: www.voices-of-change.org.
Este testimonio ha sido cedido por: www.voices-of-change.org.
Si quieres conocer sobre el Coaching de Identidad o tienes alguna pregunta o comentario puedes ponerte en contacto conmigo en: bloginfo.ams@gmail.com
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